Yo apoyo totalmente la iniciativa que se ventila en los ambientes legislativos, de que diputados y presidentes municipales deberían tener un período más largo en su puesto que tres años. Mis razones no son las que se están manejando ahora, de que los tres años de servicio se dividen así:
·        Primer año: empezar a disfrutar las mieles del nuevo puesto, nombrar colaboradores, leerles la cartilla, prepararse para el verdadero trabajo.
·         Hacer la finta de que se trabaja arduamente por el bien del pueblo.
·        Dedicarse totalmente a la grilla de meter las manos en el asunto de la sucesión, por aquello de que quizá exista cola que le pisen y es mejor un sucesor que le deba a uno el puesto, que un sucesor que lo haya conseguido a pesar de uno.
Por lo tanto, continúa la argumentación, si fueran períodos de cuatro años, del tiempo en el puesto podrían dedicar dos años completos a (intentar) trabajar, lo cual sería una hazaña en este país de prebendas políticas desde los tiempos de la Colonia Española.
Mi razón personal es diferente, se me ocurrió ayer que salí de la oficina y me asaltaron en la primera esquina jóvenes uniformados y enarbolando banderas de un partido, en la esquina siguiente amenazaba otro grupo de muchachos, y así sucesivamente hasta que salí del centro de la ciudad. Hace unos años me enojaba y les preguntaba de mal modo a los que me pedían permiso para pegarle una calcomanía al coche “¿tú crees que con este circo me vas a convencer de votar por tu candidato?” Un día que el alto era muy largo se me ocurrió entablar conversación con el adolescente que quería estropear la defensa de mi VW y le pregunté por qué apoyaba a su candidato. Me miró sorprendido, porque al igual que las encuestas, solamente están preparados para escuchar sí o no de parte del conductor; insistí en mi pregunta, él dudó, trastabilló, y finalmente aceptó “me contrataron para hacer campaña política”. Ese fue el fin de mis discusiones políticas de esquina, porque me di cuenta de una cuestión de la mayor importancia:
Para ese joven, hacer campaña política significaba ponerse una camiseta con el nombre del candidato y ofrecer calcomanías a los conductores.
Este hecho es más significativo de lo que usted podría creer: lo invito a que haga su propia encuesta, preguntando a personas al azar, preferiblemente desconocidas:
¿Qué significa para un ciudadano hacer campaña política?
Las respuestas serán  similares: asistir a mítines, apoyar al candidato, portar una camiseta, pegar una calcomanía en el coche, gritar “¡arriba fulano!”, etc. En otras palabras, las campañas políticas, que son el único espacio que la Democracia reserva al pueblo (todo lo demás es para el vencedor), han convencido al pueblo de que
Campaña política = conjunto de actos triviales.
Por otro lado, amplíe usted su investigación y pregunte:
¿Cuáles son las propuestas de los candidatos a presidente municipal?
¿Por qué considera que las propuestas de su candidato son mejores que las otras?
Le aseguro que no encontrará ni el 1% de personas informadas que le puedan sostener por qué son mejores unas propuestas que otras.
Si las cosas son así, es decir: si vamos a elegir a nuestros candidatos basados en el alboroto que hagan y no en sus propuestas, yo creo que es preferible que tengamos campañas cada cuatro o seis años, en vez de cada tres. A fin de cuentas, los ejemplares que desfilan por el zoológico político de la semana: Granier (ex gobernador de Tabasco, PRI, con deuda fantasma de $20,000 millones, menos los $88.5 que ya aparecieron), Jorge Iván Villalobos Seáñez (diputado del PAN, presuntuoso de sus influencias, alfil del líder Madero), Luz María Beristain (#LadySenadora, PRD, quien pide una Fiscalía Especial para Protección de los Políticos, imagínese usted), Cámara de Senadores (aceptaron que su sede en Insurgentes y Reforma les costó nada más $4,032 millones), etc., todos ellos han llegado a esos puestos por el proceso que analizamos, las Campañas Políticas.
Concluyendo: si estos son los resultados que producen las campañas políticas, entonces las campañas políticas no valen ni el papel en que se imprime su propaganda y lo más adecuado es que haya menor número de ellas; una forma de conseguir esto es ampliar el período a diputados y presidentes municipales.
Otra alternativa es eliminar una de las Cámaras. Entiendo que en Inglaterra haya Cámara de los Lores y Cámara de los Comunes, porque allá existe pueblo llano y nobleza, pero en México todos somos iguales ante la ley; aquí heredamos servilmente de los EEUU la existencia de dos cámaras, pero para lo que hacen nuestros legisladores, creo que con una basta y sobra. Si yo fuera senador (considerando la dedicación promedio de nuestros H.H. representantes) les aseguro que podría cargar con el trabajo de un senador y un diputado; nada más es cuestión de encontrar otros 63 ciudadanos dispuestos a lo mismo, para integrar una Cámara de Senadores de 64 miembros, dos por estado. Es cierto, se me olvidaron los plurinominales. Pero no se preocupe: yo no seré Senador.

Comentarios

Democracia trivial — 4 comentarios

    • Pues muchas gracias, Enrique, pero está difícil. Aunque creo que sí juntaríamos otros 63, o inclusive diez veces esa cantidad, no es del interés de partidos políticos contar con senadores como tú y como yo.
      JL

  1. Desafortunadamente para nuestro País, existe una minoría de ciudadanos deliberantes y ellos no participan mucho en cuestiones políticas, y los ciudadanos que participan no deliberan mucho. Te felicito por tus artículos, que de un modo u otro, ayudan a tomar decisiones que sopesan las consecuencias, ventajas y desventajas de nuestra elección y, espero que a través de ellos, más ciudadanos hagan conciencia de que más importante que la elección es la selección de nuestros gobernantes.

    • El meollo de todo esto es la necesidad de que todos participemos, pero no danzando en las esquinas o asistiendo a mítines, sino presionando a las autoridades a que hagan lo que tienen que hacer (en particular para que eviten pequeños faltantes como los de Coahuila, Tabasco y Aguascalientes), para que los partidos postulen a buenos candidatos, y que esto sea mediante opiniones informadas y no nada más mediante gritos y sombrerazos. A este fin tratan de contribuir mis artículos.
      JL

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