Cambió su primogenitura por un plato de lentejas.
Génesis 25:27-34

My kingdom for a horse!
Shakespeare: Richard III, Acto V

Mi voto por una torta y un refresco.
Pueblo mexicano

Shakespeare se expresó con mayor apremio y mayor poesía, pero dijo lo mismo que aquí se dice desde los tiempos del PRI: hay que llevar camiones de acarreados a la votación, prometerles una torta y un refresco a cada uno, y tendremos su voto.  Nótese que el PRI nunca lo dijo oficialmente, nada más lo hizo y lo convirtió en símbolo de lo poco que tenía que hacerse con el pueblo llano para conseguir su voto: la promesa de unas migajas –una torta y un refresco, quinientos pesos- porque de todos esos acarreados, quizá tres o cuatro tomen la torta y voten por el contrario, los demás cumplirán el ritual de subyugación.

Oficialmente ningún partido hace eso, aunque en cada gobierno mueven sus influencias y ponen recursos para apoyar a sus candidatos. Los burócratas que se niegan a asistir son pocos, y mientras los dineros del presupuesto no se puedan revisar adecuadamente, el gobierno tiene un gran margen de maniobra para distraer una parte en apoyar a sus candidatos.

El INE hace lo que puede, casi siempre; quiero decir, cuando lo dejan los partidos incrustados como parásitos en su estructura. Por ejemplo, se declara veda electoral los días anteriores a la elección, y los medios tienen prohibición de publicar propaganda a favor de cualquier candidato, los artículos y las opiniones tienen que cuidarse de no apoyar o atacar directamente a ningún candidato. Pero en  2018, “los medios” es un término que se ha extendido y que ya no significa lo que hace veinte años eran los medios tradicionales: periódicos, tv, radio, espectaculares; ahora se añaden el internet en cualquiera de sus formas y los servicios de mensajería instantánea como Whatsapp y twitter. Poco a poco, los medios no tradicionales han ido avanzando y comiendo audiencia y mercado a los tradicionales; el enorme revuelo que traen en Estados Unidos sobre si los rusos interfirieron en la campaña de 2016 no es más que un reconocimiento explícito de la enorme importancia que ha adquirido Facebook como instrumento de propaganda y convencimiento. No se discute si hubo o no propaganda electoral maliciosa en fb, el asunto es decidir si los rusos estuvieron detrás de la campaña para desprestigiar a Hillary y apoyar a Trump, y este es un tema que no podrá quitarse de encima Trump en el tiempo que le quede como presidente.

Los norteamericanos no tienen casi ningún margen de maniobra con respecto a propaganda electoral, porque la 1ª Enmienda consagra el derecho a la “libertad de expresión”, y esto puede interpretarse como quieran. Es una enorme conquista la libertad de expresar lo que uno piensa sobre un tema, cuidando normas elementales de forma y respeto, pero se presta a toda clase de abusos, aunque también ha salvado a EEUU de la vergüenza pública que sufren las naciones europeas con respecto al holocausto judío: allá no existe la 1ª Enmienda y el que niegue la verdad histórica de ese evento, está cometiendo un delito. Cuando menos de este exceso se libraron en EEUU, pero no de otros.

Una historia larga, sinuosa y sumamente interesante desde el punto de vista jurídico es cómo fue que la Suprema Corte de Justicia concedió “personalidad” a las empresas, sin importar el tamaño, y cómo les concedió la facultad de “expresarse” como buenamente pueden hacer las pobres corporaciones, es decir donando miles y millones para campañas políticas. El razonamiento a grandes rasgos es así: ya que las empresas comparten con las personas físicas el hecho de tener personalidad, y como la 1ª Enmienda garantiza la libertad de expresión, por consiguiente unas y otras personas pueden expresarse como mejor puedan. El individuo puede escribir un artículo, hacer un comentario, hablar en un mitin; la empresa, que no puede hacer eso, se expresa con un cheque para donar a la campaña política de su preferencia y para ejercer “acción cívica” para la causa más cercana a su tesorería.

El resultado es poner uno contra otro a dos poderes: el del individuo y el de una corporación; el individuo tiene su voz, la corporación su dinero. Cierto que también el individuo tiene dinero, pero ni Bill Gates ni Jeff Bezos (los más ricos del mundo) tienen el dinero de Microsoft ni de Amazon. El resultado de esta lucha desigual es que el dinero ha hecho presencia de manera oficial y sancionada por la ley en la política y las campañas electorales, y es convicción de todo el mundo que la gran empresa tiene en el bolsillo a representantes y senadores, y seguramente también a gobernadores y uno que otro presidente, puesto que les financiaron la campaña. Los norteamericanos se toman muy en serio lo de la ley, pero llegan al absurdo de aceptar como borregos que llevan al matadero una ley que pone en igualdad de condiciones oficiales a individuo y corporación, cuando en la práctica el poder de un individuo es nada frente al de la corporación. Ya lo dijo Mike Mulvaney, director de Presupuestos Nacional, quien ha sido legislador: “a los que querían verme, primero me fijaba cuánto habían donado; los grandes donadores tenían asegurada su cita conmigo, luego los que daban menos dinero, y dejaba sin oportunidad a los que nunca dieron dinero”.  Mulvaney habla por todos los legisladores; quizá uno que otro tenga la amabilidad de recibir a los no-donadores, pero su actuar en el Congreso está determinado por los donadores.

Sin embargo, es interesante notar que la SCJ de EEUU descubrió que el dinero no corrompe, nada más ayuda a ganar campañas.

México es mucho más quisquilloso con respecto a las leyes. Sí existe libertad de expresión, pero no se habla de ella en los términos referidos a la 1ª Enmienda y nuestra libertad está sazonada con el chayote, embute, o cualquier otro nombre que en los años se le ha dado al dinero que el gobierno reparte a los medios; antes lo hacía en un sobre, ahora lo hace con contratos. El INE se encarga de filtrar y distribuir toda la propaganda política que transmite radio y tv, lo tienen que pasar gratis pero hay multas enormes a quien se brinque las trancas u omita los spots del INE; esto se hace para dar equidad a los distintos partidos, que es un buen propósito, pero el INE tiene en el limbo a los medios electrónicos no tradicionales como twitter, fb, whatsapp, y prácticamente todo el internet. Cierto que es ocioso pretender regular completamente al internet, pero fb y twitter, los dos más importantes, deberían ser observados con lupa.

La semana pasada apareció en fb propaganda electoral poco usual. Dueños de negocios prometían hacer fiesta en caso de que gane López Obrador: aquí van a dar tamales, allá picaditas, otro dará pozole o cerveza. El asunto llega a manos del INE como una queja del PAN, y el INE lo rechaza con el argumento de que para ver el anuncio se requiere la voluntad del ciudadano, y de que no existe evidencia de que esos anuncios hayan sido pagados. Lo mismo que la SCJ de EEUU, no sé en qué estaban pensando los del INE cuando dan este razonamiento. La voluntad para ver ese y cualquier anuncio es una condición necesaria, y sin embargo se prohíben otra clase de anuncios o artículos favorables a un candidato; tampoco sé si los del INE ya descubrieron que fb es gratis, porque dicen que no hay evidencia de que fb les cobre a sus anunciantes; yo, que soy mal pensado en cuestiones electorales, en el papel de MORENA o de cualquier partido, repartiría cierto dinero entre mis amigos a condición de que publiquen cosas semejantes en fb y en twitter. Con exactamente el mismo argumento, radio, prensa y tv pueden publicar lo que se quiera, siempre y cuando no lo cobren, y lo verá o leerá el que quiera, por lo tanto el argumento anterior también es aplicable aquí.

La sesión del 10 de mayo[1] es egregia, porque alguien les pide que prohíban cierta clase de anuncios y se niegan con el argumento de que “no pueden pronunciarse sobre actos futuros de realización incierta relacionados con la libertad de expresión”. Dicho de otra manera, el INE está para castigar lo que se hizo mal, el INE es un policía, no le corresponde legislar de manera preventiva.

Con razón compran al pueblo mexicano con una torta y con refresco, o con pozole o con cerveza. Si nuestras máximas autoridades electorales toman esta clase de decisiones y pronuncian respuestas supinas a problemas de urgente solución, México se merece –a lo más- unas migajas por otorgar su voto.

[1] https://twitter.com/INEMexico/status/994668876402061312/photo/1?tfw_creator=Forbes_Mexico&tfw_site=Forbes_Mexico&ref_src=twsrc%5Etfw&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.forbes.com.mx%2Fine-avala-propaganda-de-chela-gratis-si-gana-amlo%2F


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