En la provincia de Cantón vivía una mujer con su esposo, a quien amaba. Eran pobres y a él le ofrecieron trabajo mejor en una región distante, llamada Kwangsi, en donde lo acecharían peligros pero también, según quería creer, fortuna. Partió prometiendo regresar a los tres años; pasaron lentamente pero no cambiaron el corazón de su esposa, quien lo esperaba y lo honraba.
En aquella región, él conoció a una mujer bella, de la que se enamoró. Olvidó su promesa, olvidó a la esposa y vivió para la nueva mujer. Pasaron tres veces tres años y un día percibió el hastío, el desgano y el arrepentimiento; la duda acechó su alma, ¿lo esperaría la esposa, lo habrá olvidado? La mujer bella se conservaba extrañamente bella, como si por ella no pasaran los años; él tenía algunas canas en su barba, pero el pelo de la mujer era tan negro como el primer día. Crecieron el hastío y el arrepentimiento, y un día anunció su decisión de regresar a Cantón; cuando escuchó esto, la mujer hermosa se transfiguró y apareció una hechicera, que lo miró con ojos de carbón encendido y lanzó una maldición sobre él y sobre la esposa, convirtiéndolos en piedra.
La esposa se hizo montaña: su lugar de reposo está cerca de Cantón, es un monte que representa una mujer inclinada y se llama La mujer que espera. Antes de llegar ahí, el camino está guardado un dragón, el paso llamado Boca de Dragón. El esposo hace guardia frente a una caverna que se llama del Hombre Detenido.
La leyenda dice que algún día, otro poder sobrenatural los volverá a la vida y los reunirá. Durante estos años, el dragón vigila que ni la hechicera ni nadie haga daño a la esposa, convirtiéndola en polvo.
Fuente:
E.T.C. Werner: Myths and legends of China
Dover Publications, NY 2014
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