El último emperador de la dinastía Song tenía una concubina sumamente hermosa de la que estaba prendado; era regalo de un general victorioso que la había hecho prisionera; su nombre era Yu. El monarca la agasajaba con ropa, con joyas, con perfumes y música, ella era obediente con él y lo complacía, pero nunca le regaló una sonrisa. El emperador pensó que tal vez extrañaba su tierra, la llevó de paseo y al regreso envió a sus ministros para conocer si aceptaría ser su esposa; regresaron con una respuesta de sumisión pero ninguna sonrisa. Un cortesano adulador ofreció crear la sonrisa, había imaginado una broma; el emperador accedió y prometió un premio.
El Imperio estaba guardado al norte por la gran muralla, los vigías en las torres encendían una hoguera para alertar cuando venía un enemigo; así viajaba rápida cualquier noticia alarmante y el reino vivía protegido.
Se encendió una hoguera en los confines del reino, en el confín de una tarde; recién caída la noche llegó la noticia. Todos los generales, alarmados, se presentaron ante el Emperador para celebrar Consejo; el ministro bromista aclaró que era falsa la alarma; los generales se sorprendieron, gritaron y discutieron, exigiendo explicaciones por la jugarreta. Pero Yu celebró el desconcierto, sonrió y terminó riendo a carcajadas; el Emperador, satisfecho, despachó a los generales y premió al ministro.
En los días siguientes, recordando las caras de los generales, Yu reía y sonreía, el Emperador era feliz; pero al cabo de unas semanas ella volvió a ser la de siempre. Conociendo el remedio, volvieron a organizar la broma y Yu sonrió otra vez.
Abusaron del recurso; a la vuelta de un tiempo, ya todos sabían de qué se trataba y los generales malhumorados se resignaban a actuar de bufones, sin alertar a las tropas. Los ejércitos mongoles llegaron a la muralla por esos días, y aunque los vigías encendieron fogatas, éstas habían perdido su significado. China fue invadida y el emperador pereció en batalla; Yu fue tomada prisionera y entregada al Khan; viajó satisfecha a su nuevo destino.
Otra leyenda dice que Yu había nacido en una tienda levantada un verano en las estepas de Mongolia.
Fuente:
Leí la mitad de esta historia en 101 cuentos clásicos de la China, recopilados por Chang Shiru y Ramiro Calle.
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