En el pueblo donde vivía Hsing, quien era campesino y ayudaba a su hermano a mudar la montaña de enfrente a otro lado, había un hombre extraordinariamente rico y vanidoso llamado Bogat; no distinguía entre su dinero y sus virtudes, y se había acostumbrado todos que hicieran de él los más grandes elogios, confundiendo alabanza y adulación. Todos se postraban ante él excepto Hsing, quien después de regresar de sus transmutaciones adquirió sabiduría y, no necesitando nada del rico, tampoco lo alababa.
Bogat se sentía infeliz porque no recibía elogio unánime, y fue a buscar a Hsing.
“¿Por qué todos los demás me alaban, y tú no?”
“Puedo decirte por qué yo no te alabo; para saber por qué los demás sí lo hacen, tendrás que preguntarles a ellos.”
“¿Y si te diera la cuarta parte de mi fortuna?”
“El reparto sería desigual, no merecerías mi alabanza.”
“Bueno, supongamos que te doy la mitad. ¿Qué harías?”
“En ese caso seríamos igual de ricos y no habría razón de alabarte.”
“¿Y si te diera toda mi fortuna?”
“En ese caso, yo sería rico y tú pobre. ¿Por qué tendría que alabarte?”
Fuente: 101 cuentos clásicos chinos, recopilación de Chang Shiru y Ramiro Calle.
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