Si fuera por número de representantes, México sería el país más democrático del mundo: hay 500 diputados (Estados Unidos nada más tiene 435, con el triple de habitantes que México; Rusia, con nueve veces la superficie de México, tiene 450 diputados) y gozamos de los servicios desinteresados de 128 senadores (EEUU tiene 100). Decidido a encontrar mayor soporte a mi teoría de que México es el #1 en democracia, busqué un poco entre nuestros representantes populares, y aquí están mis conclusiones.
Las condiciones que exige la Constitución para ser legislador son bastante sencillas, y no: el artículo 55 dice que prácticamente cualquier ciudadano puede ser votado para los cargos de elección popular, pero antes ya había dicho el artículo 35 dice que aunque el ciudadano fuera Juan Camaney [i], si un partido no lo postula no puede ser candidato; por un lado la puerta está abierta para todos, por otro lado quienes abren la puerta desde adentro son los partidos políticos. Esta curiosa prerrogativa, darles a los partidos políticos el monopolio de los cargos de elección popular, ha traído un sinfín de consecuencias, que pueden resumirse en haber convertido a la política en su coto de caza, en un territorio exclusivo para los partidos en donde ellos, teniendo en su poder casi todos los cargos públicos (empezando por los elección popular) se despachan a gusto, sirven a los intereses de los partidos, legislan (o impiden legislar) de acuerdo a agendas de partidos, y el servicio al país es una idea que solamente sirve para adornar algunos discursos.
Hojeando al azar la Crónica del Congreso Constituyente de 1857, elaborada por Francisco Zarco, encuentro en la sesión del 29 de julio de 1856 el discurso del diputado José Antonio Gamboa, en donde analiza la cuestión de libertad de cultos; eran tiempos en que el asunto estaba en la palestra y existían presiones para impedir esa libertad y reacciones para descalificar a cualquier influencia religiosa en la vida pública; las palabras del diputado llenan siete páginas, en escritura apretada, con reflexiones maduras y elocuentes: “Sí, señor, no hay justo medio: o la Inquisición o la libertad de cultos. La primera está proscrita por todo el género humano; la segunda es la enseña de la civilización, es el más bello triunfo de la razón y de la inteligencia, sobre las preocupaciones y el fanatismo”. Sabemos en qué terminó la historia: México tiene más de un siglo de gozar libertad de cultos, a su manera, porque sin necesidad de modificaciones a la Constitución, tuvimos persecución religiosa en 1929, se terminó la persecución y las escuelas religiosas podían enseñar el catecismo pero no podían divulgar que lo hacían mientras los hijos de los políticos eran alumnos de esas escuelas, recibimos en triunfo al Papa pero los sacerdotes no pueden participar abiertamente en política.
Los dos ejemplos que doy son nada más muestras de esta forma tan especial que tiene México de conducir los asuntos públicos. Siguiendo la moda del mundo moderno, México era ya en 1929 un país democrático (!), aunque por 70 años más se necesitara un solo voto para elegir al presidente; podemos gastarnos una millonada en elegir alcaldes o diputados, y el elegido puede tiempo después salirnos con la novedad de que ya no le interesa el puesto y lo dejará para servir a la patria en posiciones más elevadas; los legisladores son los representantes del pueblo, aunque 200 diputados y 32 senadores no hayan sido elegidos por nadie; se han dado casos de legisladores que van a dar al Torito por manejar en estado de embriaguez, pero no se ha dado ningún caso de que un legislador renuncie por vergüenza. México es un país de formas, no de fondo.
Ninguna de las intervenciones en las Cámaras de las que me entero actualmente tiene, ni lejanamente, el nivel de aquella de don José Antonio Gamboa; las que más recuerdo son aquellas (circo que hace olvidar el hambre) donde diputados encaramados en la tribuna y liándose a golpes se disputaban, como dignos representantes del pueblo, la palabra y la presencia en esa tribuna. Me olvidé, pues, de buscar las mejores intervenciones y buscando prietitos en el arroz apareció una montaña de granos negros; ahí sobresalen, para el que quiera encontrarlos, los granitos de arroz blanco. La siguiente es una lista de aquellos que más llamaron mi atención.
1-Jorge Emilio González Martínez [ii], conocido como el Niño Verde, senador electo (!) por el Partido Verde en QR. Cuenta con una buena cantidad de escándalos, miembro del jet-set mexicano, propietario del condominio donde perdió la vida una joven búlgara que no tenía nada que ver con él. Su actuación más reciente fue en el Torito, donde pasó algunas horas reglamentarias porque le aplicaron el alcoholímetro y no valió la charola de senador. Hoy es otro hombre, está totalmente arrepentido y asegura que nunca volverá a manejar en estado de embriaguez, ya que la dieta de senador alcanza para chofer.
2-Carlos Romero Deschamps, senador pluri por el PRI. Líder del sindicato petrolero desde hace 22 años, su hija salió retratada en las más importantes páginas de sociales luciendo estilo con bolsas del primer mundo; las acciones más recientes del senador tienen que ver con aclarar el monto de los $500 millones que Pemex prestó al sindicato.
3-Manuel Bartlett Díaz, senador pluri por el PT. Recuérdese su servicio al sistema político mexicano de 1988 cuando se cayó el sistema y salió ganador el PRI, pero ahora sirve en las filas del PT.
4-Fernando Larrazábal Bretón, diputado electo (!) del PAN por Nuevo León. Recuérdese que en su regencia se quemó el Casino Royal, luego apareció su hermano ligado al cobro de piso, y aún así, el PAN lo postula y resulta electo. Se armó un revuelo porque un ciudadano no quería que dejara el cargo (o no quería que fuera diputado), demandó que lo devolvieran a la alcaldía, y después de elaboradas discusiones en la Torre de Babel Jurídica se le permitió abandonar el cargo y ahora es diputado.
5-Mónica Arriola Gordillo, senadora pluri por el PANAL. Hija de Elba Esther Gordillo, pero esta relación no tiene nada que ver con el hecho de que sea senadora sin pasar por el penoso y riesgoso proceso de elección.
6-René Fujiwara Montelongo, diputado pluri por el PANAL. Nieto de Elba Esther Gordillo, pero esta relación no tiene nada que ver con el hecho de que sea diputado sin pasar por el penoso y riesgoso proceso de elección.
Del número 7 hasta donde llegue, me parece adecuado mencionar a los diputados y senadores de la Telebancada, empezando por los del Partido Verde Ecologista, donde todos son pluris:
Ninfa Clara Salina Sada, senadora. Hija de Ricardo Salinas Plegio, dueño de TV Azteca.
Juan Gerardo Flores Ramírez, senador. Asesor de Televisa, ha tenido diversos cargos relacionados con los medios.
Rubén Acosta Montoya, diputado. Ha sido director de la COFETEL.
Mónica García de la Fuente, diputada. Trabajó en el jurídico de Televisa.
Federico José González Luna Bueno, diputado. Ex asesor de la CIRT.
Laura Ximena Martel Cantú, diputada, prosecretaria de la CIRT.
Javier Orozco Gómez, diputado, ha sido abogado general de Televisa.
PRI:
Arely Gómez González Blanco, senadora pluri, hermana de Leopoldo Gómez, vicepresidente de noticiarios Televisa.
De esta lista de personalidades obtengo tres lecturas.
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Los méritos ante la nación cuentan poco para ser legislador. No importa que se haya caído el sistema, no importa que se haya caído la búlgara, no importa que Pemex haya caído en un hoyo financiero, de todas maneras se puede llegar a senador.
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Cuando menos dos partidos, el panal y el verde, manejan sus criterios de designación de plurinominales (puesto que no son elegidos) con criterios de grupo que nada tienen que ver con la representación popular; en el primer caso el parentesco con Elba Esther es y ha sido y será un activo importante, en el segundo caso las relaciones con los grandes medios de comunicación.
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Los plurinominales se otorgan a aquellos con quienes tiene más compromiso un partido político y no quieren exponerlos al fracaso de perder elecciones, y esta designación da al traste completamente con aquellas buenas intenciones de otorgar representación a los sectores de la población que no votaron por el representante que salió electo.
De esta lista de lecturas obtengo dos conclusiones.
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Si queremos ser un país democrático, tenemos que exigir respeto a la democracia a aquellos que fueron elegidos. ¿Fulano ganó la elección para alcalde? Qué bueno, ahora que cumpla y que se separe del cargo al término del mandato o antes, si va a dar al panteón. Es una bofetada a la cara del pueblo que aquel que elegimos para un cargo público, tiempo después nos informe “fíjate que ya no me interesa”.
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Los pluris deben desaparecer. Entiendo que fue una de las promesas que hizo Peña Nieto cuando todavía era candidato, no sé si se acuerde (usted, no el Presidente). Si Televisa y TV Azteca quieren tener gente en el congreso están en todo su derecho, pero que ganen esos puestos por la vía de la elección, no utilizando su inmenso poder para tener en la bolsa a un Partido y conseguir que cuele a siete personas relacionadas con la televisión, utilizando la figura del plurinominal. O en todo caso, que el Partido Verde se cambie el nombre a Partido de las Televisoras, estaría más acorde con el tipo de representantes populares que entran con sus colores.
De estas conclusiones obtengo una pregunta.
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¿México es un país democrático?
Lee a José Woldenberg en el reforma de hoy jueves 21.
Ya leí el artículo de Woldenberg, patrona. Trata del asunto importante de que desde 1997 ya no hay mayoría absoluta en las cámaras y los partidos tienen que negociar para sacar acuerdos; el autor alaba esta idea de pluralidad, en oposición a la aplanadora priísta de los años anteriores. Estoy de acuerdo con él, lo que hace es poner los puntos sobre las íes: si eres político, tienes que aprender a negociar. Por mi parte añado que eso no es ningún mérito, no hay que aplaudirles a los políticos porque lleguen a acuerdos, ya que ese es su trabajo, por eso cobran, y si lo que quieren es imponer su voluntad, se equivocaron de país o al menos de época.
JL
Yo me pregunto cuántos de nuestros representantes populares estarían realmente interesados en participar en puestos de elección popular si las condiciones fueran esas que mencionas: tendrán que estar en su cargo por todo el término acordado (¿que no firman un contrato, como cualquier otro trabajador cuando inicia en una empresa?) y sólo podrán retirarse por causas de fuerza mayor.
O, alternativamente, podría ponerse también en términos así: una persona no podrá participar para puestos de elección popular mientras transcurre el periodo para el que ha sido electo anteriormente. Se entiende que pueda renunciar, por la razón que sea, pero que no pueda participar mientras tendría que estar trabajando en el puesto originalmente electo.
Yo creo que no estamos jugando a la democracia: el que se postuló para un puesto y ganó, que cumpla el período completo. Salvo incapacidad, yo no aceptaría otra razón para que dejaran el puesto. Que honren su palabra y las promesas que hicieron en campaña, porque absolutamente ninguno declara “vota por mí, y te prometo cumplir con el puesto nada más dos años”. El ciudadano de Mty. que se oponía a que Larrazábal dejara el puesto tenía razón, y además se hubieran ahorrado la presencia de ese individuo en la cámara de diputados actual.
JL
Creo que era Macario Schettino quien mencionó en alguno de sus artículos que lo de eliminar los pluris no es tan buena idea y explica por qué. El problema, como tantas otras cosas, no es la existencia del puesto en sí, que parte de una idea razonable, sino la forma como se utiliza.
La cantidad excesiva de “representantes” es otra cosa… Quizá poco a poco los ciudadanos mexicanos podremos ir creando una cultura cercana a lo que llamamos democracia, que termine por influir lo necesario en la política.
Yo pienso que hay que empezar por las pequeñas cosas que están a nuestro alcance.
No conozco las razones de Schettino para mantener los pluris; independientemente de ellas, la realidad es muy diferente del intento oficial de una mayor representatividad popular. Si de lo que se trata es de que todos tengamos representación en el Congreso, lo más fácil es que a todos nos hagan diputados o senadores; por mi parte prometo cobrar puntualmente mi dieta y asistir al menos el promedio de los actuales legisladores.
JL