En las caricaturas de Asterix, una de las mejores que he conocido en toda mi vida, hay un personaje llamado Moralelastix: ese es su nombre original en francés y representa lo que dice el nombre, un individuo de moral elástica, mide con una cinta métrica al prójimo y con otra a sí mismo.
Este es el caso de Andrés López, nuestro actual presidente. Es bueno para darse golpes de pecho y rasgar sus vestiduras cuando cree detectar algo malo en el prójimo, pero es totalmente falto de autocrítica y a sí mismo se perdona lo que sea. Es una versión mexicana de Trump, quien se autoproclama el mejor negociador del mundo, a pesar de que sus iniciativas como presidente han sido una historia de fracasos (la última, el paro del gobierno federal para conseguir su muro, que nunca tendrá), y por el contrario critica el NAFTA, el tratado con Irán, el tratado de desnuclearización con Rusia, los Acuerdos de París; cada uno de ellos es “the worst deal ever” y ya sacó a EEUU de todos ellos. En pocas palabras, bueno para criticar los tratados ajenos y malo para construir los suyos.
En México y en el mundo se conoce bien lo que significa “plebiscito”; acepto la corrección: en todas partes excepto en Palacio Nacional. Un plebiscito es como una votación universal, se les pregunta a todos los ciudadanos su opinión sobre cierto asunto, se organiza de tal manera que todos puedan opinar libremente y se cuentan las opiniones concienzudamente. No hay “pueblo bueno” ni “pueblo malo” para opinar, nada más hay ciudadanos. Ya organizó Andrés Moralelastix dos plebiscitos, uno para opinar sobre el NAIM y otro sobre el Tren Maya, ambos organizados a modo, entre sus cuates, en lugares donde abiertamente se favorece al partido del Gran Moralista, con una ejecución controlada por sus amigos. En esos dos plebiscitos nuestro presidente es como una versión política de Blanca Nieves: “espejito, espejito, dime quién es el Presidente más querido del mundo”, y espejito, naturalmente, le contesta “eres tú, mi Andrés querido”.
Reconozco que no se les llamó plebiscitos sino consultas populares, pero fueron acerca de asuntos de gran interés para la nación, en donde se están comprometiendo muchísimos pesos de nuestro patrimonio, con decisiones importantísimas no únicamente para CDMX y el trayecto de ahí a Yucatán, sino para todos; eso que hizo tiene los méritos suficientes para realizar un plebiscito en forma. O bien, hay que analizar: si voy a comprometer los billones que costará no hacer el NAIM, sí hacer el sustituto, y sí hacer el Tren Maya, yo lo haría por los canales institucionales (ponerlo en el presupuesto CON SUS ESTUDIOS CORRESPONDIENTES, y enviarlo al Congreso), o si me lo quiero brincar, yo haría una consulta tan universal que sería un plebiscito.
Lo que hizo Andrés López fue llamar Consulta Popular a lo que debería haber sido plebiscito, darle valor de plebiscito, y realizarlo entre sus cuates. Eso es considerar a la moral como de chicle, o bien pensar que todos en México somos sus fans o en su defecto, imbéciles.
Está el asunto reciente de las críticas que hizo a Calderón y a Peña Nieto por conflictos de interés: Calderón fue asesor de una empresa transnacional después de un año de dejar la presidencia; Peña Nieto con su Casa Blanca también fue criticado, esto caso sin defensa. Por otro lado, no hay conflicto de interés en que la esposa de Rioboó figure en la terna para la Suprema Corte, a pesar de que Rioboó fue el que torpedeó el NAIM, tiene intereses en Santa Lucía, y ya había hecho negocios con Andrés López cuando fue regente del DF. Si esto no es un conflicto de interés, por favor indíqueme Usted por qué los de Calderón y Peña Nieto sí lo son.
Andrés López, como otros líderes evangélicos que han existido, habla a la nación desde un púlpito donde predica su personal evangelio; habla como los dominicos de la Santa Inquisición, como Lenin, Trotsky, Stalin, Castro, Mao; todos ellos, junto con Andrés López, hablan poseídos por una ideología que les hace perseguir ciertos objetivos y que está en un lugar superior, comparada con la religión, la moral, las costumbres y el bienestar público. Estos individuos, cada quien por su historia y sus razones, llegan a estar poseídos por cierta idea y en aras de esa idea lo realizan todo, como los rusos citados, que hicieron todas las trampas del mundo para obtener y conservar el poder, y a pesar de ello siguieron proclamando que la URSS era una democracia, justificada con el tenue recurso de que existían votaciones, al igual que las “Consultas Populares” justifican para Andrés López sus decisiones ya tomadas desde antes; además tenían una dictadura del proletariado, cuando las decisiones las tomaba todas Stalin. Yo creo que los personajes citados estaban profundamente convencidos de lo que hacían y consideraba que en nombre de su ideología era lícito enviar a la oposición al Gulag, después no nada más a la oposición, sino a cualquiera que en algún momento podría oponerse al régimen. Los soviéticos castigaban así los pecados pasados, presentes y aquellos que todavía no se cometían. Yo creo que Lenin & Cía. consideraban que el fin justifica los medios, y que en nombre de la construcción de la patria socialista era lícito arrestar, juzgar en secreto, condenar y fusilar a quien ellos decidieran. Después de un tiempo, ya ni siquiera lo cuestionaban: alguien era declarado enemigo del Estado y merecía la muerte o el Gulag. Hay una serie recomendable en Netflix llamada Trotsky, en donde se representa a este personaje como lo que fue: un hombre poseído por la ideología marxista, que estando encaminada a crear el paraíso de los trabajadores, en nombre de ese paraíso hipotético autorizaba a Trotsky a cometer cualquier atrocidad real.
México no es Rusia en 1917, pero encuentro esta semejanza entre Andrés López y Trotsky: una convicción profundamente arraigada que los hace perseverar a pesar de los obstáculos, y que sirven a su Causa con todos los medios posibles. Para Trotsky la Gran Causa era el Comunismo, no sé cuál es la de Andrés López, salvo uno que otro propósito como acabar con la corrupción, una de las grandes razones para cancelar el NAIM. Es cierto que una vez cancelado el NAIM ya no habrá corrupción en el NAIM, pero dos preguntas surgen inmediatamente: 1) cuál es el costo social y económico de esa cancelación, 2) qué alternativa viable propone junto con garantías se da de que en esa nueva alternativa NO habrá corrupción. En este momento, como el orate que está poseído por una idea, ya “acabó con la corrupción en el NAIM” pero no alcanza a reflexionar y dar respuesta satisfactoria a mis dos preguntas. A la mejor es una clase de orate que ni Ud. ni yo entendemos, para quien “corrupción” es lo que hace el enemigo político, no lo que hacen los amigos.
Otra forma muy socorrida por Andrés López de estirar la moral al límite es cuando habla de números: ¿sabemos oficialmente cuánto costó el gasolinazo inverso (cero gasolina)? ¿Sabemos las medidas tomadas en el combate al huachicol? ¿Sabemos cuánto les han congelado o confiscado a los grandes ladrones adentro de Pemex? Todos los números que da Andrés López son vagos o inexistentes. Pero tomemos una declaración vieja, que se habían robado $80,000 millones. Convertidos a gasolina ($20 x litro), son 4,000,000,000 de litros de gasolina. Convertidos a tanques de auto de 50 litros cada uno, son 80,000,000 de tanques de gasolina. Eso significa que se robaron, según el presidente, el equivalente de 80 millones de ciudadanos haciendo cola en la gasolinera para llenar el tanque, más o menos como si el gobierno nos regalara a cada uno de nosotros un tanque al año. Yo lo agradecería con gusto, pero no he visto ese tanque gratis, todos los he pagado. Pero más bien no agradezco nada, se me hacen sospechosa esa cantidad de $80,000 millones hasta que nos expliquen de dónde salió.
Parte de los valores democráticos entendidos es la claridad de cuentas: me postulo porque me considero honesto, no he robado y me he ganado la vida con un trabajo socialmente aceptado; a las pruebas me remito. Muchas veces se ha preguntado públicamente al presidente: ¿de qué ha vivido usted, ya que no se le conoce ningún trabajo desde que se inventó la demagogia? ¿Cómo pagó su casa en Tlalpan, la educación de sus hijos y cómo los mantuvo? No existe una respuesta precisa de la que yo esté enterado, al contrario de Peña Nieto, Calderón y Fox. Andrés López fue regente del DF por unos pocos años, y aparte de eso no se le conoce trabajo.
En este contexto de paja en el ojo ajeno y vigas en el propio ojo, de compadrazgo, de contratos sin licitación, de nepotismo, es doblemente irritante que Andrés López derrame ceniza en su cabeza cada vez que habla de los presidentes anteriores, y nos quiera predicar moral y buenas costumbres. Lo peor del caso: su “Constitución Moral”, pleonasmo porque toda ley debe tener un sustento moral (el bienestar público) y porque como ya he preguntado otras veces: ¿para qué queremos otras leyes si no cumplimos las que tenemos? Finalmente, como les contestó el embajador ruso Sergei Lavrov a los enviados norteamericanos cuando lo acusaban de haber invadido Crimea: “Don’t you f*** come lecturing at me!“, traducido al mexicano como “¡No me venga usted a dar ch*** lecciones de moral!”
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