El evangelio de San Juan narra el episodio de la mujer adúltera. Una mujer del pueblo, probablemente ni mejor ni peor que las demás, fue encontrada en pleno apogeo por una vecina, virtuosa por necesidad; es denunciada, la llevan al tribunal judío, es condenada sin amparo en el regazo a la muerte por lapidación, es decir, apedreada. Los enemigos de Jesús advierten en el caso una oportunidad política y le presentan el asunto: “Maestro, esta mujer ha sido hallada en adulterio y nuestra ley ordena que sea apedreada. ¿Qué piensas tú de ello?” Jesús no contesta, la gente guarda silencio haciendo un círculo alrededor de la mujer que miraba aterrada su suerte; finalmente Jesús alzó la voz diciendo “el que esté libre de culpa, que arroje la primera piedra” y con una ramita de árbol empezó a escribir letras en el suelo, mirando a los que rodeaban a la mujer y anotando. Nadie se atrevió a arrojar una piedra, prefirieron todos adoptar perfil bajo antes que Jesús fijara sus ojos en ellos, se acordara de algo e hiciera otra anotación en el suelo. Habían quedado en la escena nada más Jesús y la mujer y Él estaba a punto de decir las palabras sacramentales “Puesto que nadie te ha acusado, vete y no peques más” cuando ¡zas!, una enorme piedra golpea en la sien a la mujer, la tira al suelo con la herida brotando sangre. Jesús voltea enojado e intrigado, porque estaba bien informado de los deslices de todo el pueblo y no conocía a ninguno que se salvara; ve a un hombre que carga otras piedras en la mano derecha (era zurdo), lo reconoce y le dice, enojado: “¿Cómo te atreves? ¡No me digas que tú sí estás limpio de culpa!” El hombre baja la cabeza, suelta las piedras y contesta sin mirarlo: “No, Maestro, pero yo soy el marido y se siente muy feo”. Dicen los conocedores que ese fue el verdadero dilema de Jesús: encontrarse ante sí con dos pecadores, una por adulterio y el otro por venganza; ¿a cuál perdonar? Al fin, a la mujer le dijo “vete y no peques más” y a él le advirtió “no seas tan rencoroso, porque ella se podría enterar de lo tuyo”.
El Procurador de Aguascalientes empezó a recorrer un camino muy empinado y muy espinoso. En medio de una contienda electoral reñida anuncia a los medios que se enteró de un asunto grave: dos presos revelaron que su jefe había hecho trato con uno de los contendientes a la Presidencia Municipal a cambio de protección para que su grupo delictivo pudiera operar sin problemas. Como prueba son exhibidas la fotografía de una casa en donde se estaba guardando propaganda en favor del candidato en cuestión, con un letrero de color azul en el frente de la casa que no deja lugar a dudas que el gobierno del Estado es del PRI, y también son exhibidas como prueba propaganda y facturas que se encontraron en el lugar.
Sostengo que el camino es empinado y espinoso, porque es un secreto a voces en este país que todas las campañas se financian con recursos indebidos, divididos a su vez en dos clases: 1) los que les otorga la Ley electoral, que yo considero indebidos porque no hay partido político en México que merezca financiamiento, y 2) recursos que no se sabe de dónde vienen. Dígame usted, sufrido lector, cuál campaña vencedora puede soportar una auditoría hecha como se debe en donde calculen la suma gastada en
spots + entrevistas de radio y televisión + espectaculares + danzantes en las esquinas + playeras + banderolas + mítines + volanteo + visitas en las colonias + lo que resulte
comparen el total contra el monto asignado a la campaña, y salga limpia. Además son secretos a voces en este país dos hechos: 1) todos los gobernantes dicen que no meten mano en las elecciones (dicho por los mismos gobernantes), 2) todos los gobernantes meten mano en las elecciones (lo dice el pueblo). Naturalmente los del PAN no pueden decirle al Procurador que también ellos han metido mano cuando han podido, pero ya se despertaron las reacciones: se pide la destitución del Procurador, se considera que su caso es débil y que todo se hace precisamente porque van abajo los del PRI en las encuestas.
Yo creo que la acusación, como ha sido revelada hasta el momento, no tiene suficiente sustancia. Los testigos de honor son dos reos que están en la cárcel de Aguascalientes, digamos que no son tan confiables como Nelson Mandela cuando estuvo en prisión. Luego resultó que el Procurador sí tenía razón y efectivamente había propaganda política dentro de la casa… pero del PRI, como lo muestra Reforma en su reportaje de hoy. Y finalmente, los casos de lavado de dinero son difíciles de detectar y más aún de probar, tienen que basarse en estados de cuenta bancarios (o en su defecto en hallazgos de $50 millones o más en efectivo) y no en acusaciones nada más de palabra, hechas por dos presos, recurso este último que hasta el zar Boris Godunov prometió abolir cuando subió al poder en 1598. También fue una verdadera novedad que hallaran facturas como prueba, nunca he sabido que los delincuentes entreguen facturas o recibos de honorarios al cometer un atraco.
El resultado es que está saliendo el tiro por la culata. El PAN ha protestado enérgicamente y publica sus propios números en donde el PRI ya rebasó los topes de campaña, la población local mira socarronamente esta novedad de campañas financiadas por grupos delictivos, los ciudadanos agradecemos que se levante el sopor de la contienda y yo por mi parte creo que aunque ningún partido pase una auditoría, todos tienen el derecho a sentir feo cuando van perdiendo (o cuando no la tienen segura) y en ese caso, al igual que el marido adulterado, pueden arrojar la primera piedra.