1-Partidocracia
La Constitución Mexicana es muy precisa en los requisitos para ser Presidente, Senador o Diputado. El artículo 82 trata el caso del Presidente, y dice que se necesita ser mexicano por nacimiento, hijo de padre o madre mexicano, mayor de 35 años, tener residencia de un año en el país antes de la elección y al menos veinte en total, no ser miembro del Ejército en activo ni de un culto religioso, no ocupar ciertos cargos en el momento de la elección, y no haber sido Presidente. Para ser Diputado o Senador, los requisitos son aún menores. Esta legislación impone prohibiciones mínimas, básicamente edad, no ser miembro de culto o del ejército, mínimo de residencia en el país. Sin embargo, milagrosamente aparece en el COFIPE (Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales) que para acceder a cualquiera de esos puestos se requiere que algún Partido Político postule al candidato para que pueda ser elegible.
Este es uno de los muchos aspectos en que la vida política mexicana, el goce de presupuesto para usos políticos, y la participación plena en la vida política (accediendo a algún puesto de elección popular) están monopolizados por los partidos políticos.
Un día cuestioné a un miembro del PVEM por qué era privilegio de los partidos el postular candidatos; mi pregunta no buscaba el fundamento legal, sino las razones para que tengamos una legislación así. La respuesta que me dio fue que era “para proteger” al ciudadano, y que no fuera a postularse algún mafioso, rufián o persona inadecuada a los cargos públicos. La respuesta de ese personaje tiene dos consecuencias (o lecturas, como se acostumbra decir):
1) los partidos políticos únicamente postulan a personas honorables, y
2) los ciudadanos somos incapaces de distinguir a un rufián de un ciudadano honesto, y podríamos caer en el error de elegir al rufián.
La segunda lectura podrá ser probada o desmentida hasta que haya candidaturas independientes, pero la primera era falsa desde antier. Revise usted la siguiente lista, y dígame si encuentra honorables al gober piadoso, el gober precioso, José López Portillo, Humberto Moreira, Arturo Montiel, Héctor Ortiz Ortiz, Fidel Herrera, Manuel Bartlett, Gregorio Sánchez Martínez, Pablo Salazar Mendiguchía, Elba Esther Gordillo, etc. Todos ellos fueron en su momento postulados por algún partido político, llegaron a un cargo, y lo que ahora piensa de ellos la ciudadanía es exactamente eso que usted está pensando en este momento.
Si analizamos la situación en general, los resultados son desastrosos: despilfarro de recursos, saqueos de las arcas públicas, corrupción generalizada, economía pobre, mercado interno deprimido, PEMEX convertido en cloaca, CFE es un monopolio que está en números rojos, congresos locales que no quieren revisar cuenta pública donde faltan nada más $2,000 millones (el caso actual en Guerrero), y lo peor de todo: spring breakers que ya no vienen a nuestras playas. Ya que fue a través de los partidos políticos que absolutamente todos los presidentes, gobernadores, diputados y senadores llegaron a sus cargos, y puesto que de estas personas, como cabezas del Ejecutivo o miembros del Legislativo han dependido los destinos de este país, no hay que buscar mucho para encontrar el gran culpable: los partidos políticos.
Esta experiencia nos dice que los partidos políticos no tienen excusa para monopolizar los cargos de elección popular, de Presidente para abajo. La Constitución da líneas muy generales para la elegibilidad, y los únicos requisitos extra podrían referirse a exigir características que hicieran sobresaliente (en el sentido positivo) a un ciudadano: que tenga maestría o doctorado, que sepa inglés, que no haya estado en la cárcel, que sea honorable, que haya leído tres libros y recuerde los nombres. Desde la óptica del ciudadano, la condición “ser postulado por un partido político” es gratuita (no nos ganamos nada) y totalmente tendenciosa a favor de los partidos, puesto que les otorga el monopolio de los cargos de elección popular. Si “ser postulado por un partido político” fuera garantía de que presentarán un buen candidato, yo no objetaría. Sin embargo, la lista de los nombres en el párrafo anterior, más las nominaciones recién impuestas por la cúpulas de los tres partidos grandes, son una prueba más, irrefutable, de que los partidos políticos NI son instituciones democráticas NI hay garantía de nada con respecto a sus candidatos.
Los escándalos actuales con respecto al PAN, consisten en que se rebelaron contra la imposición de su presidente Gustavo E. Madero las delegaciones de Chihuahua y Nuevo León; Madero forzó la candidatura para diputado del Presidente Municipal de Monterrey, Larrazábal, hermano del que encontraron recibiendo dinero a propósito del Casino Royal, que se quemó; a pesar de que se le pidió a Larrazábal separarse del cargo para no entorpecer las investigaciones, ahora lo premian enviándolo de diputado. En el PRI también hay rebelión por las imposiciones de la cúpula, y el PRD está resucitando a dinosaurios como Manuel Bartlett, el artífice de la caída del sistema en las elecciones presidenciales de 1988. El escándalo más reciente es el de Ethan Peña Corona, un joven que iba para plurinominal por el PRD y se le ocurrió tomarse una foto posando con una ametralladora Uzi y subirla al facebook. Su partido reaccionó y lo expulsó. Otro candidato del PRD es Amilkar Oney Chiu Cruz, quien aparece en Facebook con una pistola 9mm, de uso reservado para el ejército. En ambos casos pregunto: ¿cómo es posible que alguien así pueda ser postulado para diputado?
2-Maquío
Uno de los nombres más respetados en la política mexicana durante los últimos 25 años es Manuel J. Clouthier, Maquío. Contendió para la presidencia en 1988 por el PAN, perdió en unas elecciones fraudulentas, y un año después murió en un accidente automovilístico que resultó muy conveniente para el régimen. Con caída del sistema de por medio, había exigido a los legisladores anular la votación para Presidente y abrir los paquetes electorales, lo mismo que pidió en 2006 López Obrador. No le hicieron caso y siguió participando en la política hasta que falleció.
Su hijo Manuel J. Clouthier Carrillo era diputado por el PAN, pero acaba de pedir licencia y decidió postular su candidatura para Presidente en forma independiente de cualquier partido. Se fastidió después de los muy pobres resultados que observó en el quehacer público de la inmensa mayoría de los que llegan a gobernador, diputado, etc., (siempre por medio de los partidos), y con mucho conocimiento de causa, repudia la partidocracia.
Declaró que el fundamento legal para su petición es la Constitución, particularmente los artículos 35, 39, 41, 116, de los que transcribo los dos primeros:
Artículo 35. Son prerrogativas del ciudadano:
I. Votar en las elecciones populares;
II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular, y nombrado para cualquier otro empleo o comisión, teniendo las calidades que establezca la ley;
III. Asociarse individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país;
IV. Tomar las armas en el Ejército o Guardia Nacional, para la defensa de la República y de sus instituciones, en los términos que prescriben las leyes; y
V. Ejercer en toda clase de negocios el derecho de petición.
Artículo 39. La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
Esos dos artículos dicen en pocas palabras que nos podemos asociar como queramos para participar en la política y que cualquier ciudadano puede ser presidente (cumpliendo el artículo 82, ya citado); la referencia a los partidos políticos brilla por su ausencia. Sin embargo, el COFIPE establece que
ARTÍCULO 218
1 . Corresponde exclusivamente a los partidos políticos nacionales el derecho de solicitar el registro de candidatos a cargos de elección popular.
De manera tal que una ley promulgada por los partidos políticos beneficia a los partidos políticos, poniendo un candado que no existía en la Constitución y otorgándoles el monopolio para que se repartan los puestos de Presidente, Gobernadores, Diputados federales y locales, Senadores, Presidentes Municipales; y junto con ellos, el monopolio de tres aspectos capitales de la vida del país:
1) poder ejecutivo,
2) poder legislativo y
3) presupuesto para actividades políticas y legislativas, que en este año suma $25,000 millones.
La democracia en México está reducida entonces a dos factores: los partidos políticos y la mercadotecnia a la hora de las elecciones. El pueblo brilla por su ausencia, igual que en el COFIPE, salvo acarreos.
En vista de los desastrosos resultados que observamos en nuestra clase política (toda ella emanada de los partidos políticos), yo creo que Maquío Jr. tiene razón al pretender la Presidencia, y que a México le urge una alternativa a la partidocracia que padecemos: las candidaturas independientes son necesarias.
Nota. El autor agradece a Roberto Arellano su apoyo para hallar las referencias dadas a la legislación.
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