Don Pedro Rivas Cuéllar

30.6.1917-14.10.2008

In Memoriam

1

-Quiero presentar a ustedes a mi hijo Fernando, que es la primera vez que asiste aquí; lo tuve que traer de chofer.

Así empezó Don Pedro Rivas la tradicional presentación que se hace en un Club Rotario cuando invitan a alguien a una sesión importante. Este año de 2008 cumplió 70 años de Rotario, y lo invitaron a él junto con su familia para celebrar tantos años de estar juntos. El auditorio se rió de la broma que Don Pedro hacía con su hijo, que como regla de la vida, salió parecido pero no igual a su padre. Don Pedro fue un hombre que vivió el crecimiento de Aguascalientes y podía tener una radiodifusora en la cocina de su casa, sus hijos radiodifusores erigieron una torre autosoportada de 175 metros; el Aguascalientes de 1940 se recorría a pie en media hora, hoy lo recorren las camionetas de Radio Grupo; Don Pedro pudo ser radiodifusor y además a ocupar puestos públicos importantes, sus hijos se han especializado en los negocios pero los diversifican con cable, telefonía y televisión; Don Pedro caminaba por la ciudad y se detenía a platicar con los vecinos, sonreía siempre; los hijos son más serios, pero heredaron la vena emprendedora del papá.

Así recuerdo yo a Don Pedro: sonriendo. Cuando lo llegaba ver en los últimos años de su vida haciendo una visita a Radio Grupo, tenía que hacer cola para esperar su saludo y su sonrisa: aunque hacía 25 años que había dejado la radio en manos de sus hijos, le gustaba regresar a pasear de vez en cuando por los dominios de su familia, y los de más edad se acercaban a él para conversar y darle la bienvenida; los más jóvenes hablaban entre sí de él como de una leyenda.

Don Pedro construyó con sus manos el primer transmisor que tuvo Radio Grupo, en 1936. Había estudiado Técnico especializado en Radiocomunicación, y había descubierto desde joven su afición y su talento por desarmar y volver a armar aparatos, por reparar cosas mecánicas y eléctricas, y parte de su leyenda es que nunca tuvo que rezar la oración del mal mecánico:

Madre mía, madre mía, que al menos quede como venía.

En la época de la Segunda Guerra Mundial viajó a Estados Unidos a comprar algunas refacciones para sus equipos de radio; eran las épocas en que había que planear muy bien y con mucha anticipación los viajes, porque no resultaban fáciles de hacer. Se llevó entonces una lista grande, y cuando estaba comprándolos, a las personas que lo atendían les pareció sospechoso que una sola persona pidiera tanta mercancía. Su sospecha creció con la preocupación de los norteamericanos por la guerra, y terminaron acusándolo de espía y mandaron llamar oficiales de la policía para que se hicieran cargo del sospechoso. Don Pedro les explicó que él era radiodifusor, que las partes eran para reparar sus propios equipos, y que él lo hacía personalmente. Los americanos lo pusieron a prueba, y resolvió un problema sencillo de un transmisor. Otra prueba, también con éxito. A la vuelta de un par de horas, le ofrecían trabajo para que se quedara con ellos y los ayudara a reparar equipos.

Los conocimientos que tenía, los compartía con todo el mundo. En sus primeros años de radiodifusor, en la década de los 40’s, la máxima casa de estudios en la ciudad era el Instituto de Ciencias. A Don Pedro le gustaba conversar con los estudiantes y platicarles cómo era que los radios de galena estaban pasando de moda y dejarían su lugar a tecnologías más avanzadas. Con sus colegas radiodifusores se sentía en su casa, hablando de problemas de la radio, del porvenir de la radio, y de cómo arreglar transmisores. Él personalmente instaló completas cuando menos seis difusoras de otros tantos amigos, y cualquiera que tuviera una radio sabía que había en Aguascalientes alguien a quien podía preguntarle cómo reparar su equipo.

Cuando los hijos crecieron y él se hizo mayor, conservó la afición adquirida de joven de tratar de componer cuanto aparato se le pusiera enfrente. Los hijos ya estaban a cargo de los negocios y convirtieron, con el paso de una generación, la antigua costumbre de arreglar aparatos por una más moderna, pilotear una avioneta. Fernando estudió cursos para pilotear y se convirtió en un metereólogo aficionado, conociendo a distancia de kilómetros por su forma las nubes, distinguiendo los cúmulos de los nimbos, y sabiendo cuál podría convertirse en tormenta y cuál podrían pasar cerca, tocándola con las alas. La avioneta servía también para traer piezas de repuesto para la radio, que eran difíciles de conseguir en México: un viaje a la frontera eran apenas 90 minutos de vuelo. Ese día la avioneta no quiso arrancar; el generador no funcionaba y así no podía hacerse el viaje. En el aeropuerto les prestaban otro generador, pero no era adecuado para la avioneta. “Déjame ver ese generador, hijo” –le dijo Don Pedro a Fernando, “al fin y al cabo en este momento no sirve para nada. Si no lo puedo arreglar, no perdemos nada”, dicho así, en plural, como le gustaba a Don Pedro hablar cuando se trataba de asuntos que tenían que ver con un equipo. Don Pedro desarmó el generador, encontró lo usual en los generadores, conectores consumidos por el uso, volvió a armar el aparato, donde iban los sellos originales puso silicón, y funcionó. La avioneta fue y vino a la frontera, hizo todavía muchos viajes, y fue vendida con el generador que Don Pedro había reparado.

Actualmente la XEBI es una difusora especializada: no transmite música, es totalmente hablada. En sus principios transmitía un par de horas en la mañana y otras en la noche, se recibían de buen grado las colaboraciones de gentes del lugar, y Don Pedro dio algún impulso a talentos que luego fueron artistas nacionales, como David Reynoso. Era una época en que las casas que tenían radio abrían sus ventanas a la calle para que los que pasaban por ahí disfrutaran la música que llega de manera misteriosa a través del aire; hoy no nos sorprende casi nada, pero en esa época empezaba el teléfono, empezaba la radio, había contados automóviles y la gente tenía más espacio para sorprenderse. En esta época hemos hecho de la sorpresa tecnológica una forma de vida. En otras épocas, llevaban a los personajes de la literatura a conocer el hielo.

Tenía esa forma apacible de comunicarse con todo mundo y que hacía que todo mundo se sintiera a gusto. Mi mamá trabajó con él de secretaria, y me habla de que siempre fue atento con ella, y que conseguía que las personas que llegaban a la pequeña oficina de la calle Madero, en el centro de la ciudad, se sintieran en casa y se las ingeniaran para crear ellos mismos los efectos de sonido que ahora llegan en bibliotecas especializadas.

La última vez que lo vi, me acerqué a saludarlo y le pregunté:

-¿Cómo está usted, Don Pedro?

Me sonrió como si fuera su sobrino o un amigo de toda la vida, y contestó

-Pues ya ve usted, ya estoy viejo.

-Cómo cree, Don Pedro, yo lo veo muy bien.

-No, qué va, ya estoy viejo.

Y me dijo sonriendo que ya estaba viejo, que sus años se habían cumplido, y que estaba contento con lo que había hecho. Eso fue hace unos dos años. El pasado 14 de octubre murió en su casa.

2
En el camino a la de mi casa a la oficina hay una loma desde la que se alcanza a ver casi todo Aguascalientes. Al fondo la línea de cerros del Oriente, y en sus faldas la multitud de casas que le dan al menos una vivienda al que sin apoyo oficial no tendría nada; del lado izquierdo la salida al Poniente, a Calvillo, la parte más verde del Valle de Aguascalientes, que ha estado ocupada por cultivos desde que yo me acuerdo. Es una zona que hace años tuvo viñedos y pequeñas presas que les servían de depósitos cuando todavía no se generalizaba el uso del riego con pozos. Mi papá trabajaba para Don Filemón Alonso, que tenía una distribuidora de abarrotes y poseía también Los Viñedos Cariñán, en esa zona del valle. Una vez mi papá me llevó en coche y vi maravillado que entrábamos a la propiedad saliendo de la carretera, y caminábamos por algunos cientos de metros junto a una presa que tenían adentro de la propiedad. Ahora han desaparecido, viñedos y presas. Los viñedos desaparecieron porque los grandes productores de vinos convencieron a los productores de uva que no era negocio tener viñedos, con el recurso sencillo de pagarles lo que querían, tarde, mal y nunca. Las presas se acabaron porque somos más gentes. Yo calculo que el estado ha multiplicado su población por 10, desde mi infancia hasta ahora. Por esa zona, donde había bordos en mi juventud, están unas antenas de radio, propiedad de los Rivas Godoy, hijos de don Pedro Rivas. Al oriente, al lado opuesto, más asentado en los cerros para que alcance más altura, construyeron una torre de 175 metros, la más alta de Latinoamérica. Esas dos torres son un buen símbolo de lo que han logrado los Rivas en dos generaciones. Don Pedro empezó en 1936 con la XEBI transmitiendo en la cocina de su casa con un transmisor que él mismo construyó, que tenía 25 watts de potencia. Ahora, las estaciones FM del grupo transmiten en la torre grande, dos de ellas con 100,000 watts de potencia, cubren todo el estado y llegan a partes de Zacatecas, Jalisco, San Luis Potosí y Guanajuato.

Entre las dos torres está la ciudad, mancha que se veía pequeña cuando en la preparatoria íbamos por un camino de terracería a los Baños de La Cantera. Ahora hay un camino de doble carril y multitud de coches. Entonces caminábamos en medio de la vía y oíamos con mucho tiempo los coches que venían detrás, por el ruido de las piedras que brincaban ante sus ruedas; ahora tenemos que caminar por la orilla, cuidando que los camiones y los coches no nos vayan a aventar.

La ciudad creció y la radio cambió con la ciudad. Antes mencionaban al que mandaba saludos a la novia, y había buenas probabilidades de que supiéramos quiénes eran. Ahora sería un milagro que los conociéramos. Es que somos más, y los gustos han cambiado. Las “complacencias” eran recurridas por casi todo mundo, y ahora las personas con más preparación han evolucionado en su gusto y han dejado esa costumbre a sus espaldas, ya la consideran impropia de ellos. Los anuncios comerciales eran patrocinados directamente por los dueños de los comercios, y ponían su nombre en voz viva por que ellos también eran parte identificada del pueblo. Ahora tenemos razones sociales y marcas comerciales, uno que otro doctor que ofrece servicios, y he escuchado en pueblos chicos a sanadores que prometen la felicidad a cambio de una llamada por teléfono o mejor aún, una visita al lugar de sanación.

3

En los años 60’s había en Aguascalientes el Club Amigos de la Buena Música, y los socios convencieron a Don Pedro que les prestara sus frecuencias una noche a la semana, para llevar a quien quisiera escucharlos el mensaje de los clásicos. Esos programas fueron una de las razones por las que yo me aficionara a la música clásica. No entendía muy bien la diferencia entre una sinfonía y una sonata, pero trataba de entender las explicaciones que daba Jesús Aispuru y disfrutaba el hecho de escuchar una música diferente de la que podía oír el resto de la semana. Muchos años después, en la ciudad de México la XELA me recordaba aquellas noches en que me quedaba dormido en la sala oyendo a Beethoven y a Mozart. Mi papá decidió continuar mi afición y comenzó a comprar discos clásicos en una tienda del centro de la ciudad. Don Pedro dio de buen grado un espacio en su tiempo al aire para fomentar la buena música, una costumbre que ahora se ha concentrado en las radios oficiales.

Don Pedro era un hombre que sabía algo de todos los temas, quizá es un privilegio perdido nuestros tiempos. Se dio cuenta de que la radio evolucionaría en manos privadas hacia el aspecto comercial, y quiso cuidar parte de nuestro patrimonio apoyando la cultura, que luce mucho aunque no venda tanto. Adquirió los equipos de la primera estación cultural de Aguascalientes, Radio Casa de la Cultura, y los donó para que quedaran en manos de una institución pública, el Instituto de Bellas Artes. Desde entonces tenemos en Aguascalientes esa radio transmitiendo.

Hacia 1970 estaba en ebullición en Aguascalientes la idea de convertir al antiguo Instituto de Ciencias en una universidad. El Instituto nada más llegaba hasta la preparatoria, y todos los que terminábamos la prepa y queríamos hacer carrera nos teníamos que ir a otro lado. Alguien pensó que también aquí podría estudiarse, y que se podría empezar con Administración. Se juntó un grupo de personas interesadas en avanzar ese proyecto, e invitaron a Don Pedro. No todo mundo quería, en particular el Gobernador en turno. Y al igual que prestó sus micrófonos para transmitir a Beethoven, también Don Pedro le dio la BI y todas las difusoras de su grupo a Humberto Martínez de León para que en la plaza principal arengara a los muchachos y transmitiera en cadena el mensaje de que quería hacer una universidad. El proyecto floreció, Humberto fue el primer rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, y ahora tiene varios miles de estudiantes y casi 40 años de existencia. La difusión de su mensaje creador, en el lugar y el momento adecuado, fue un ejemplo temprano del poder de la prensa en México, esta vez, sirviendo al más noble de los fines, la educación.

Don Pedro dejó su grupo de radio con la mitad de las estaciones que tiene ahora, cuando se fue a la administración pública a trabajar como Presidente Municipal y luego como Tesorero del Estado. El es una de esas personas que han vivido bien, que han aprovechado su talento y las circunstancias que se les presentaron para crear un patrimonio que no es fortuna escandalosa, que da para vivir bien, para invertir y para crecer. Sus hijos Alfredo y Fernando, los que se quedaron en la radio, tienen la misma decisión por el trabajo, no tienen la sonrisa de Don Pedro, quizá porque ya nacieron en los 50’s –no conozco a nadie nacido de los 50’s para acá que sonría como Don Pedro -, pero tienen el gusto por ser radiodifusores, que se ha ido perdiendo poco a poco en este país. Algunos dueños de radiodifusoras tienen concesiones que nunca han visitado en su vida. Los Rivas traen la radiodifusión en la sangre y viven para su negocio. Son empresarios pudientes, pero no tan poderosos como para dejar de conocer la sala de juntas y la bodega de sus negocios. Don Pedro los formó así, y les alcanzó a heredar el gusto por el trabajo honrado, una prudente administración de su riqueza, y la inquietud y la visión por los nuevos negocios. No les heredó su sonrisa, pero no se puede heredar todo. Doña Alicia, la mamá, hace años que se perdió en sus recuerdos, pero a mí todavía me tocó saludarla, estrechar su mano que te apretaba con fuerza de hombre y mirar sus ojos oscuros sobre piel blanca, que te sonreían desde el alma. Los hijos no son así.

En el medio radiofónico los contratos con el gobierno son una parte importante de sus ingresos; casi todos están al pendiente de las épocas electorales, que significan mayor derrama de recursos en publicidad para los candidatos; ahora los diputados tratan de convencer a sus electores al igual que las candidatas a Reina de Belleza, con retratos, simpatía y discursos que se oigan bien. En Radio Grupo la parte de publicidad que viene de gobierno es relativamente pequeña; me dice Fernando Rivas que así es más cómodo para ellos.

Radio Grupo es famoso en todo el país por la belleza de las muchachas que contrata para secretarias, asistentes, vendedoras y casi para todo excepto para la limpieza. En Chihuahua y en México me refieren que han venido a visitar la empresa, y que desde la recepción se quedan impresionados por la guapura de esas mujeres; es cierto. Son, además, de buen trato: seguramente les dan instrucciones de que con los visitantes habrán de ser amables. Tiene otra fama más perdurable, una estación dedicada exclusivamente a la radio hablada, cero música. Es la XEBI, la que fundó Don Pedro en 1936. Yo no recuerdo ahora cuándo se quedó como hablada, pero el punto central es que han convertido en negocio y fuente de noticias cotidianas, de noticias locales como las que yo refería en el otro artículo, a una estación de AM. Usualmente los radiodifusores minimizan a las AM’s y se dan por vencidos ante la competencia de las FM’s. Es cierto que la calidad del sonido de una FM es mejor, pero la AM tiene la ventaja de una mejor difusión de la señal: se necesita menos potencia en el transmisor de una AM para llegar al mismo lugar que una FM. La XEBI es una institución: el honor de ser la primera difusora creada en Aguascalientes, que nadie se lo quitará, y el de ser la difusora hablada con mayor influencia, que lo pueden pelear, pero hasta ahora, está en la cima.

Esta especialización de la BI en programas hablados es una manifestación de un carácter que tienen las difusoras de hoy en día, que es el de especializarse en un mercado; el nombre que se les da en este argot es el de “perfil”. Las más populares son las gruperas y las juveniles, que van dirigidas a un número mayor de audiencia. Después, están las Top-40 (que se concentran en un número relativamente pequeño de canciones a las que dan mucha rotación), las de catálogo, rockeras, de jazz, de música clásica. Radio Grupo atiende a 6 perfiles en otras tantas estaciones. En la época de Don Pedro eran nada más 3; los hijos adquirieron otras 3 estaciones en las décadas 80-90.

Don Pedro tuvo la sabiduría de desligarse de los negocios cuando fue Presidente Municipal: los dejó a sus hijos. Sus hijos heredaron la sabiduría de no mezclarse con el gobierno. Han sabido mantener ese equilibrio delicado entre la oposición fácil al gobierno y la alabanza servil. Han mantenido una línea independiente, no se han alineado con los gobiernos de los partidos que han ocupado el poder en nuestro estado, que ya empiezan a mostrar el desencanto de la población, en forma de rotación de colores: primero fue el PRI, perpetuado porque el PRI era el Gobierno. Luego fue el PAN, porque ya estábamos hartos del PRI. Ahora volverá a ser el PRI, porque el PAN se quedó a años luz de sus promesas. Los Rivas no son de ningún partido, nada más son radiodifusores.

La sesión del Club Rotario que festejó sus 70 años de socio terminó con unas palabras de Don Pedro. Varias personas habían hablado de él, en los términos más halagüeños posibles. Humberto Martínez de León había hecho un elogio en donde lo recordaba como un hombre visionario, íntegro, dispuesto a ayudar a amigos y a extraños; fueron palabras largas que no alcanzaron a describir todo lo que había hecho Don Pedro. Al final, subió Don Pedro al estrado y empezó a decir

“Gracias, muchísimas gracias. No tengo palabras para agradecer…”

Y lo demás no se escuchó bien. Nada más se alcanzaba a ver que Don Pedro consideraba inmerecido tanto elogio. Al final de sus palabras breves, siguió siendo sabio:

“…y tantas cosas buenas que dicen de mí, en realidad no se aplican a mí, sino a mis colaboradores…muchas gracias” dijo y dio por concluida su parte. Yo creo que a él se le aplica lo que una vez me dijo el Ing. Barberena cuando todavía era gobernador, cuando me hablaba sobre el arte de gobernar:

“Mira, José Luis: gobernar un estado no tiene chiste. Lo único que tienes que hacer es saber elegir a tus colaboradores. Ellos van a hacer el trabajo por ti”.

Yo sabía en ese momento que el Ingeniero exageraba, pero también sabía que decía una gran verdad. Ahora que recuerdo a ambos hombres y pienso que ambos tuvieron esa sabiduría, rodearse de gentes capaces. Don Pedro tuvo también la habilidad de convertir a sus hijos en personas capaces de colaborar entre sí y con el equipo que les dejó. Las 24 horas continuas que transmite Radio Grupo son un testimonio.

También son un recuerdo de Don Pedro, algunos de los árboles que están en el centro de la ciudad y que fueron plantados en su período como Presidente Municipal; antes de su trieno, yo me acuerdo de banquetas desnudas y árboles solamente frente a las iglesias. Con esos árboles y con su legado nos dejó Don Pedro a su entorno un poquito mejor de como él lo tomó. Es un buen ejemplo para los que nos quedamos todavía aquí. Descanse en paz.

jlgs, 11.11.2008, Revista de Radio Comunicación Avanzada, Diciembre 2008

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