1-Revolución Made in USA
En todos los países y en todas las épocas hay motivos para querer cambiar de gobierno. En donde se tiene un régimen democrático, cada nueva votación es una oportunidad para cambiar de gobierno; en donde no, cada agravio al pueblo es leña al fuego para producir un cambio. Lo mismo fue en la Revolución Bolchevique y en la Revolución Mexicana, que derrocaron a los gobiernos que había; lo mismo fue en Italia recientemente, cuando cayó Berlusconi. Lo mismo que el gobierno de Alemania está sometido a prueba ahora, también Obama y Felipe Calderón verán el año 2012 refrendado o rechazado su ejercicio del poder. La razón es muy simple: el pueblo nunca está totalmente satisfecho, y además, ya sea por grandes agravios o por la disminución de la calificación de la deuda nacional, y los políticos están prestos siempre a aprovechar las deficiencias del gobierno en turno para hacer promesas descabelladas o simplemente, para proponer el cambio. Parece ser que a los pueblos, al igual que a los individuos, cada 5 ó 6 años, por salud mental les conviene cambiar de casa o de empleo o de cónyuge.
En todos los países y en todas las épocas hay motivos para meter las manos en los asuntos de otros países. Pueden ser intereses territoriales y agresivos, como Lebensraum de Hitler o el Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe que propuso en 1904 el presidente Theodore Roosevelt a su Congreso, postulando que cuando un país se portaba mal (según el criterio de EEUU), entonces EEUU tendría el derecho de intervenir militarmente. O puede ser su versión moderna, que consiste en sustituir la diplomacia de las balas por la del dólar, frase feliz del presidente William Taft, eufemismo para referirse a la dominación de un país por medio de las compañías norteamericanas.
Con estos antecedentes llegamos al año 1910 en México. Gobierna desde hace más de 30 años Porfirio Díaz, quien ha conseguido avances importantes en algunas áreas (economía y seguridad interna, principalmente) y tiene fallas flagrantes en algunas otras (no existe la democracia y hay sectores de la población en condiciones de sometimiento a sus empleadores). El gran mérito de Porfirio Díaz, en mi opinión, fue pacificar al país después de 60 años de luchas internas y cambiar el ímpetu destructivo y rebelde de la población por uno de naturaleza pacífica, pero lo hizo al precio de perpetuarse a sí mismo en el poder, despreciando a posibles candidatos, uno tras otro, que probablemente hubieran conseguido una prolongación de ese período de paz. Esta situación creó un descontento contra el General Díaz y una presión de diversos sectores de la población para que permitiera elecciones libres y dejara el poder.
De una u otra forma el Porfiriato hubiera terminado, puesto que el presidente ya tenía más de 80 años, pero se generaron protestas y algunas de ellas fueron por las armas, como la de Francisco I. Madero, que era un hacendado rico de Coahuila, que había emprendido reformas favorables a sus trabajadores, había estado en Estados Unidos y consiguió el apoyo de ese país en sus intenciones de derrocar al gobierno. Porfirio Díaz todavía era suficientemente fuerte para sostenerse en el poder, pero no tanto como para controlar a una insurrección financiada y apoyada por los Estados Unidos. Díaz prefirió renunciar que verter sangre, y cuando salió de México rumbo a Europa, dejó a los mexicanos a merced de sí mismos y de los Estados Unidos; con su salida se hizo realidad la frase pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.
¿Por qué apoyaron los norteamericanos a Madero? Había habido una reunión entre Porfirio Díaz y el presidente Taft en El Paso, en Octubre de 1909; tuvieron una conversación personal, sin testigos, de la que se puede especular mucho sobre lo que se habló, pero la que podemos inferir lo que pasó, juzgando por la actitud que EEUU adoptó hacia México durante los siguientes años: básicamente, financió revoluciones y consiguió con eso una destrucción y un atraso de nuestro país que solamente la guerra puede producir. Mi conjetura personal es que Díaz no quiso conceder a Taft lo que pretendía, probablemente favorecer a las compañías de EEUU por encima de las europeas, quizá algo relacionado con un deseo norteamericano durante todo el siglo XIX: el derecho de paso por Tehuantepec o por el Noroeste. En todo caso, EEUU ayudó a que cayera Don Porfirio, y a partir salió el 25 de mayo de 1911, los mexicanos fuimos dejados a nuestras propias fuerzas y sujetos a la intromisión de EEUU.
Madero derrocó a Díaz, luego llegó Huerta que encarceló y fusiló a Madero y se mantuvo en el poder mientras el arrogante presidente Woodrow Wilson, que no quería reconocer a Huerta, intentaba convencer a su Congreso y al mundo de que EEUU debería obrar por razones morales (sic) en sus relaciones con los otros países, hasta que finalmente, por razones humanitarias permitió su operación Rápido y Furioso y las armas norteamericanas llegaron a México a abastecer al rebelde Carranza. Wilson utilizó el pretexto de seis marinos norteamericanos que andaban sin permiso en Tampico y que fueron encarcelados, para ordenar el ataque al puerto de Veracruz y para impedir que el gobierno alemán vendiera armas al gobierno de Huerta. Al final, Huerta consideró, al igual que Díaz, que no iba a poder combatir a un ejército mexicano aprovisionado por EEUU, y renunció; Wilson se alegró, levantó el bloqueo a Veracruz, y reconoció a Carranza en 1914.
Pero Carranza tenía sus propios enemigos, principalmente Villa y Zapata. Pancho Villa, un hombre mitad forajido y mitad militar, le picó la cresta a EEUU deteniendo un tren, capturando y fusilando a algunos norteamericanos en 1916, y después invadiendo su territorio y matando algunas personas en el pueblo de Columbus, Nuevo México. Naturalmente Wilson se enojó y envió al General Pershing a perseguir las fuerzas villistas, pero Pershing resultó muy bueno para perseguir a Villa y muy malo para atraparlo, y terminó internado 500 km. en el territorio mexicano, en una situación en donde no tenía nada que ganar, a menos que se generara una guerra entre México y EEUU; probablemente hubiera sucedido así si Wilson no tuviera asuntos más urgentes que atender en Europa: la amenaza del Imperio Alemán, que finalmente desembocó en la Primera Guerra Mundial.
A partir de 1917 México fue dejado a su libre albedrío, y vivimos todavía 12 años de revolución, destrucción y pauperización del país, hasta que al General Calles se le ocurrió la magnífica idea de convocar a los generales a crear un partido político y pelearse en la negociación en vez de pelearse con las armas. Este es el origen del PRI: una convención de generales para repartirse el poder.
2-La política como alternativa a la guerra.
No tiene caso juzgar a los personajes de 1929 con los criterios de 2011: la creación del PNR (Partido Nacional Revolucionario) como una solución al problema de la guerra civil, me parece una excelente idea de Plutarco Elías Calles, dadas las condiciones del país. Efectivamente, consiguió que muchos personajes, interesados en hacerse del poder por cualquier medio, sacrificaran la alternativa militar y aceptaran la alternativa política. El mismo quiso perpetuarse en el poder, pero le llegó su hora cuando el Presidente Cárdenas lo apresó y lo desterró a EEUU, donde murió. Después de 1929 el PNR evolucionó y se convirtió en el actual PRI, que se mantuvo en el poder presidencial hasta el año 2000. Esos 71 años fueron de paz interna, conseguida gracias a una maduración de los agentes del poder en México, que aceptaron la vía política en vez de las armas.
Desde ese punto de vista, México le debe mucho al PRI: 71 años de paz, de un relativo desarrollo, y de un incremento paulatino en las libertades cívicas que permitieron al final un relevo en el poder por medio del voto. En el mismo período de tiempo muchos demás países latinoamericanos tuvieron golpes de estado y dictaduras militares, que dejaron marcados a sus pueblos, como México quedó en 1929; comparados con ellos, estuvimos mejores.
El lema de la Revolución Mexicana había sido sufragio efectivo, no reelección; de él no quedó nada durante los años de lucha armada, y quedó una caricatura durante los tiempos del priísmo. 19 años de luchas internas acabaron con el progreso económico y con la seguridad obtenidas durante el porfiriato, y no aportaron nada al beneficio de las clases sociales que fueron abanderadas en la Revolución. Solamente después de 1929, poco a poco, se volvió a emprender el rumbo y una efectiva reconstrucción y modernización del país, pero a costa de tener la dictadura perfecta del PRI.
Estos años sirvieron para lograr avances considerables en algunas áreas, especialmente en salud, educación básica, caminos, cobertura eléctrica e industrialización. Algunas zonas, como Sinaloa, fueron favorecidas con la creación de muchas presas que sirvieron para convertir esa parte del país en un gran productor agrícola; la creación de energía eléctrica mediante presas también ha recibido un impulso grande, y actualmente el 22% de la electricidad se produce en presas.
3-El pueblo rebasa a los políticos
A partir de 1968, cuando estudiantes de la UNAM y el IPN salieron a las calles y protestaron contra el gobierno de Díaz Ordaz, México cambió. Salimos de la modorra en que contemplábamos tranquilamente el crecimiento del país, el enriquecimiento de políticos y sus amigos, diciendo que aunque no era un país ideal, era un buen país para vivir. Respetábamos al Presidente y nos dejábamos guiar por él. El Movimiento de 68 fue una sacudida social que nos hizo ver a todos que no bastaba con el discurso hueco y repetido de los priístas en el poder, que el presidente no era un dios ni un superhombre, que se requería un nuevo aire en donde pudiera respirarse mayor libertad, en particular la de pensar como uno quiera y la de poder expresar sin problemas las propias ideas. El movimiento fue sofocado violentamente y dejó una mancha en nuestra historia, que fue capitalizada por Luis Echeverría en su famoso minuto de silencio en Morelia, pero que producto del PRI al fin y al cabo, no fue sino una medida retórica que utilizó para atraer en su favor el descontento juvenil contra Díaz Ordaz.
Los presidentes seguían teniendo sus aduladores y lamebotas, como siempre y en todas partes, pero a partir de 1968 se fue generando una conciencia nacional de que no bastaba con los avances económicos y en servicios y en educación: se requería una mayor libertad y muy en particular, el ejercicio efectivo de esa libertad para elegir a nuestros gobernantes, es decir, democracia efectiva, no simulación. Aparecieron y desaparecieron los partidos políticos: algunos fueron resultado de maneras muy particulares de entender la democracia, y otros simplemente eran prófugos del PRI que se fueron a otro lado a probar su suerte. El leit-motiv de la crítica social en México, desde 1968 hasta 2000, fueron las objeciones a esa democracia sui géneris que teníamos, en donde bastaba un solo voto para saber quién sería el siguiente presidente.
Y así llegamos al 2000, en donde un personaje que había ridiculizado al Presidente en el Congreso se convirtió en Presidente y en su turno también fue ridiculizado. El punto importante es que el PRI salió de la presidencia gracias al voto popular. Fue un ejercicio democrático que tiene una historia larga y que fue sostenido por un aparato que ya entonces era costoso (el IFE). Lo que ganó México fue que se respetó su decisión en las urnas, aunque contrariara los deseos del personales Presidente Zedillo (quien tuvo el valor cívico de respetar el voto) y del partido en el poder.
4-El pueblo rebasado por los políticos
El problema es que eso fue todo lo que ganamos. ¿Vicente Fox fue un mejor presidente que Zedillo? ¿México cambió radicalmente porque el PAN ha estado 11 años en la presidencia? ¿México mejoró como lo esperábamos todos en el 2000? ¿Los panistas son más honestos que los priístas? Difícilmente podremos responder sí a estas preguntas. Difícilmente podremos decir que México ganó otra cosa que no fuera el cambio. Como si mañana me visto con un pantalón azul en vez de uno caqui: ¿qué es lo que cambia, qué es lo que yo gano? Cambia el color, no gano nada.
En mi opinión, esa es la tragedia de la democracia. Se han vertido toneladas de tinta en ponderar este sistema de gobierno, que en última instancia no garantiza nada, porque está concentrado en un único momento: la elección de los gobernantes, sin garantía de que los electos vayan a estar a la altura de las expectativas. La Democracia no es una forma de gobierno; llamarla así es un optimismo que raya en la estupidez o en el cinismo. La Democracia es una forma de elegir gobernantes, nada más. Ni siquiera en sus orígenes tan alabados, cuando Pericles inventó la democracia, ni siquiera entonces lo hizo por los motivos que hoy en día se le quieren adjudicar: Pericles se alió con el partido popular para oponerse a los aristócratas y hacerse del poder; el resto de la leyenda son malas traducciones de las palabras griegas δῆμος, κράτος (demos = pueblo, cratos = gobierno) a los demás idiomas.
Los priístas razonaron que habían perdido la presidencia, pero no todo el poder; conservaron gubernaturas y puestos en el congreso, y desde ahí siguieron luchando… por recuperar el poder, nada más. Las pruebas las vemos en los hechos de los gobernadores y presidentes municipales del PRI: en el mejor de los casos pasan sin pena ni gloria, pero muchos son señalados como fabricantes de infamias: el Gober Precioso en Puebla, Ulises Ruiz en Oaxaca, Moreira en Coahuila, Fidel Herrera en Veracruz. Y si repasamos la contribución de los otros dos partidos grandes, también aparecerán suficientes entuertos como para volver a escribir El Quijote.
Nuestra historia democrática reciente es la perversión que los partidos políticos han fabricado en estos once años. Como organizaciones, los partidos políticos han actuado y han conseguido monopolizar el ejercicio efectivo de la democracia, dejándonos a los ciudadanos nada más el ritual de la elección. Ellos son los únicos que están en el Congreso, ellos se asignan el presupuesto, ellos controlan al IFE, ellos ponen a los candidatos de entre sus propias filas, ellos nos quieren vender la idea de que al final, en una mañana de un domingo de julio, seremos nosotros, los ciudadanos, los que elegiremos al próximo presidente.
En mi opinión, esto es peor que la versión mala de la democracia que comenté arriba, y yo no me consideraré partícipe en esa farsa en julio de 2012 porque yo no participo en la elección de los candidatos. Si los partidos políticos me dan a elegir entre el malo, el peor y el pésimo, no voy a votar por ninguno de ellos. Un verdadero ejercicio de la democracia debería empezar porque se eliminaran las barreras para que cualquier ciudadano, político de profesión o no, miembro de un partido o no, pudiera proponer a sus compañeros ciudadanos su propia candidatura a los puestos de elección. Es una farsa que los partidos políticos se reserven absolutamente todas las decisiones, acaparen e inflen el presupuesto de la democracia, el día de las elecciones nos pongan a elegir entre candidatos de mercadotecnia, y al final nos quieran convencer de que eso es democracia. Eso NO es democracia, es un circo.
5-Para rebasar a los políticos
México ha crecido en algunos aspectos (se construyeron varias decenas de presas durante el siglo XX, miles de kilómetros de caminos, hay más escuelas y avances importantes en salud), pero en otros aspectos estamos igual que en tiempos de Don Porfirio, como en los ferrocarriles: cero kilómetros nuevos, la empresa quebrada, vendida a los particulares. Queda una sola ruta para transporte de pasajeros, el Chepe, que atraviesa la Sierra Tarahumara.
En seguridad estamos peor que a fines del siglo XIX, de una manera principal gracias a la colaboración de EEUU, que permite y favorece el tráfico de armas, porque eso beneficia a su industria y lo convierte en el fabricante de armas número uno del mundo.
Pero hay un valor precioso del que gozamos en México, y es la libertad de expresión. Gracias a esto, yo puedo escribir lo que quiera, y usted me puede leer. No todos tenemos acceso a los medios de comunicación para escribir artículos, pero todos podemos escribir comentarios en los sitios de noticias y de opinión. Todos podemos decir en voz alta, ante nuestros amigos y familiares, lo que pensamos de lo que hacen y deben de hacer nuestros gobernantes. Todos podemos escribir una carta a nuestros diputados y senadores en donde les hagamos ver los problemas de nuestra comunidad. También podemos quedarnos callados.
Las siguientes acciones son las que yo creo que son indispensables para que efectivamente avancemos en una democracia que merezca el nombre; las propongo porque la esperanza muere al último, vivimos en México y con estos bueyes tenemos que arar.
Este grupo de acciones tienen que ver con el ejercicio de la democracia:
- Abrir la puerta a las candidaturas ciudadanas (incluyendo el goce del presupuesto del IFE, como los partidos políticos)
- Crear la revocación de mandato, semejante a lo que le sucedió al senador Russel Pearce de Arizona (el que creó la ley antiinmigrante en su estado), que ya fue destituido.
- Eliminar plurinominales.
- Aplicar la ley a gobernadores ladrones, falsificadores, pederastas & Cia. En mi opinión, si Moreira no es llevado ante la ley, significa que el sexenio 2012-2018 será perdido para efectos de avance de la justicia en México. Los políticos corruptos nunca entenderán, a menos que tengan el miedo de que la justicia los alcance también a ellos.
- Exigir a nuestros representantes. Por parte del pueblo, el problema es la actitud pasiva que adoptamos todos los días del sexenio, excepto el día de la votación. A los políticos les conviene así, porque es como si con el voto les entregáramos un cheque firmado en blanco. En la medida que exijamos acciones y nos inconformemos con lo que nos parece inadecuado, ejerceremos presión para que nuestros políticos no se olviden que a fin de cuentas, son nuestros empleados.
Directamente para el gobierno, sugiero dos acciones.
- La primera, la más importante y la que a mediano y a largo plazo beneficiará más al país, es la de apoyar más la educación. Si cuidamos este punto, podremos obtener dentro de 100 años una evaluación mejor que la que ahora realizamos de México sobre el último siglo, cuando reconocemos que en el fondo no hicimos otra cosa que nadar de muertito, es decir, dejarnos llevar por la corriente de lo que se estaba haciendo en el mundo.
- La segunda acción tiene que ver con nuestra geografía. Es muy conocido que en la mitad del país llueve muy poco, y en la otra mitad llueve demasiado; aquí nos falta el agua y en Villahermosa cada año tienen inundaciones. Una solución a este problema es construir presas, porque sirven para almacenar el agua, controlar su flujo y generar electricidad; entre las buenas inversiones en obras públicas, las presas se pelean por el primer lugar. Durante los últimos 100 años se construyeron muchas presas, pero son insuficientes. Yo he paseado en lancha de vela en la Presa Miguel Alemán, cerca de San Miguel Allende: en un lugar magnífico que si no fuera por esa obra, serían cerros llenos de nopaleras y matorrales. Además del deleite vacacional, sirve para irrigar una buena parte del Bajío. El año 2007 se terminó la presa El Cajón, en Nayarit, que es enorme: 12 millones de m3 (la Presa Calles tiene 0.34 millones de m3), suficiente para proporcionar agua a la ciudad de México durante un año y con capacidad eléctrica de 750 megawatts. Esta obra costó US$800 millones en 2007, que calculados a pesos actuales son aproximadamente $12,000 millones.
Y finalmente, tengo una propuesta muy simple. El costo de la democracia para 2012 serán $16,000 millones para el IFE + $5,500 millones del Senado + $4,000 millones de la Cámara de Diputados, que suman $25,500 millones de pesos. La propuesta es bajar a la mitad el presupuesto en esos tres lugares y emplear el ahorro para construir otra presa como El Cajón.
¿Qué le parece? ¿En vez de diputados, senadores y funcionarios en el IFE, tener una presa así?
Sería una buena forma de empezar el año 102 después de la Revolución Mexicana.
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