Yo tenía la impresión de que las contralorías de gobierno (o Función Pública, o como se llame) servían para dos cosas, para nada y para un c…, pero he de comerme mis palabras. También sirven para limpiar de culpa al Presidente, según nos informa el más dedicado de los servidores públicos, don Virgilio Andrade. Después de una exhaustiva investigación, él y su equipo de cruzados de la verdad han llegado a la conclusión de que no hubo conflicto de intereses en la adquisición de la Casa Blanca, como quiera que la hayan pagado, ni en la casita que tiene Luis Videgaray en cierto fraccionamiento exclusivo de Toluca. No importa que el constructor Higareda haya obtenido contratos muy grandes desde que Peña Nieto era gobernador del Estado de México, no importa que Videgaray era el del dinero allá y ahora acá, en la Federación. No hubo conflicto de interés, y los mexicanos nos tenemos que ir a acostar todas las noches con la convicción de que al menos dos ilustres conciudadanos duermen con la conciencia limpia.
No va a pasar nada, y ese es el problema. Durante unos días los mexicanos comentaremos el tema y haremos chistes y caricaturas, luego el asunto empezará a cubrirse de polvo para pensar en cuestiones más urgentes, como la devaluación del peso, y la Casa Blanca quedará en la memoria como la Casa del Perro, el Rancho El Milagro (de Oscar Flores Tapia, gobernador de Coahuila), el Partenón de Durazo y ese elefante blanco que tenemos en Aguascalientes, un edificio muy moderno en Paseo San Marcos que tiene un letrero que dice “disponible” desde hace más de un año, donde a veces veo salir al exgobernador Reynoso Femat.
No va a pasar nada porque parece que los mexicanos traemos la corrupción en la sangre o tenemos sangre de atole, una de las dos debe ser cierta, y consideramos cosa natural que les aparezcan propiedades y coches y relojes Mont Blanc a nuestros líderes; entre los mexicanos que lo consideran natural y los que aspiran a gozar de esos privilegios, yo creo que se llena el 99% del padrón del INE. Ni siquiera se necesita ser gobernador, mucho menos presidente, para merecer esta distinción; el martes pasado, 25 de agosto, El Universal retrata a Gerardo Vásquez Galán luciendo un reloj de $50,000; el sujeto es apenas líder sectorial de la sección 22 de la CNTE.
Además de chuparnos el dedo, Virgilio Andrade considera que somos estúpidos. Después de definir que “el conflicto de intereses… se materializa cuando un servidor público recibe un beneficio individual”, pasa a declarar que la casa de Malinalco proporcionó el beneficio cuando Videgaray era parte del equipo de transición, es decir cuando no tenía todavía puesto oficial, y por lo tanto, no era servidor público ni hubo conflicto de interés. Es como añadir el insulto a la injuria, mejor hubiera sido no hacer nada que este papelote, vergüenza a nivel internacional.
Por otro lado, ¿qué podía pasar? El patrón nombra a un subordinado con la consigna de que lo investigue, ¿qué puede hacer el subordinado? Agradezcamos, sin embargo, que no llegamos al grado de obligar a nuestro Congreso a emitir leyes ad-hoc, como cuentan que sucedió en Haití: cuando murió Papá Doc, su hijo Baby Doc tenía que ser ungido presidente, pero existía un problema: tenía 21 años y la edad requerida eran 25. La solución, muy sencilla: el Congreso declaró que Baby Doc ya había cumplido 25 años, y se le ungió presidente. Aunque esa habilidad que demuestra el gobernador de Puebla para crear leyes que hagan imposible la aparición de candidatos independientes, podría ser una ley ad-hoc. En ese caso, el Congreso debería reaccionar y decir que si ya autorizaron las candidaturas independientes no es para que los estados inventen candados, sería como si el Congreso hubiera dicho, con respecto a esa ley: cúmplase, pero no se acate. Pero el Congreso deja hacer a los estados, y para todo efecto práctico, los mexicanos nos chupamos el dedo.
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