1-El internet como medio de denuncia
Hace unos quince años mi empresa participó en una licitación que se abrió en un estado vecino. Se publicaron las bases, asistimos a la reunión de aclaración de dudas, preparamos nuestra propuesta y luego fuimos a la sesión de Entrega de Propuestas, donde cada participante tiene que entregar por ley dos sobres cerrados, uno con la propuesta técnica y otro con la propuesta económica, ambas propuestas en 2 ó 3 tantos. En esa sesión el comité abre frente a todos los competidores las propuestas técnicas, descarta las que a su juicio no cumplen con las bases del concurso, y después revisa en privado las propuestas que quedan vivas, las analiza, descarta algunas más, y de las que quedan al final tiene que elegir la más barata. Esta es una historia a grandes rasgos de lo que marca la Ley de Adquisiciones. La sesión de entrega de propuestas se celebra entre el comité y las empresas que participan, y es en general una lucha campal en donde cada empresa busca motivos legales para descalificar a la competencia, porque si alguien descalificado es un competidor menos. En aquella reunión, una empresa X cometió el error de poner en cada sobre la propuesta económica junto con la técnica, cuando debían ir en sobres separados. Cuando se vio eso, alguien solicitó al comité la descalificación de esa empresa, así se hizo, y todos sentimos que había uno menos de quien cuidarse. Pasaron las semanas y no había noticia del comité. Hablé varias veces para preguntar, y me dijeron que “estaban en eso”, y después me ocupé en otras cosas y se me olvidó el asunto. Siete meses después me llama uno de los miembros del comité diciendo “Fíjate que X se inconformó ante la Contraloría del Estado.” Yo no entendí lo que me quería decir, porque aunque toda empresa participante tiene derecho a objetar el proceso, en este caso la ley era clara y la violación flagrante, así que en mi opinión ese asunto era cosa juzgada; le pregunté al del comité qué me quería decir. “Pues resulta que la Contraloría recibió la queja de X, la analizó y le dio la razón a X, y nos acaba de informar que la anterior licitación no vale y tenemos que reponer el procedimiento. Así que te invito a que traigas de nuevo tu propuesta, porque ahora sí vas a ganar mucho dinero”. Me enojé, porque yo creía que el concurso era derecho y me sentí insultado y mofado. Le dije que no me llamara para burlarse de mí, que si después de siete meses la Contraloría salía con su batea de babas y el Gobierno de su Estado le quería regalar el contrato a X, que lo podían hacer, pero que no contaran conmigo para legitimar sus porquerías. Me sentí impotente ante ese hecho, pero era 1996 y consideré que no podía hacer nada más.
En contraste, hoy vi dos noticias relacionadas con un tema semejante. Hubo una reunión entre el Supremo Tribunal de Justicia y el Secretario de Gobernación, y el SJN le manda decir al Presidente Calderón que si tiene pruebas de corrupción entre los jueces, que las entregue, respondiendo así a las demandas públicas del Presidente acerca de la corrupción en los juzgados. La otra noticia es de rompe-y-rasga: en la PGJ de Jalisco, en el área de Delitos Sexuales, le organizan una despedida de soltera a cierta licenciada, con streapers y todo lo que se acostumbra en esas sesiones. La fiesta es filmada, alguien la sube al internet, y el mundo entero puede divertirse y satisfacer su morbo viendo a la dama en cuestión disfrutar los encantos de los bailarines.
Ambas noticias tienen que ver con la corrupción, pero el nivel es totalmente diferente y los resultados serán también totalmente diferentes. El resultado en el primer caso será cero. Aunque el Gobierno Federal tenga pruebas, la ley dice que las Procuradurías tienen el monopolio de iniciar una acción penal (en términos prácticos: en México los delitos se denuncian ante el Ministerio Público, que depende de la Procuraduría, no se denuncian ante un juez), así que el Gobierno Federal tendrá que entregar sus pruebas a través de la PGR, que lamentablemente tiene una historia fallida en los casos realmente importantes. Además, una vez entregada una denuncia al juez, éste tiene la potestad, por ley, de analizar el caso y decidir lo que crea conveniente. Al juez al que le cayera una denuncia así lo pondrían en la situación incómoda de juzgar a uno de su misma profesión, algo que todos, excepto los entrenadores de futbol, procuramos evitar.
El resultado en el segundo caso es obvio: van a correr a la festejada, probablemente perderá también su matrimonio, y rodarán algunas otras cabezas. Hasta ahí, son chismes de vecindad e inclusive alguien sin habilidades de adivino (como yo) puede predecir lo que pasará. El punto importante es por qué en un caso vamos a tener nada más bla-bla-bla y en otro, una acción determinante.
La primera razón es que es más fácil correr a la encargada de una oficina de menor categoría que correr a un juez. La segunda razón es que la dama festejada cometió una falta contra su trabajo, pero difícilmente califica para delito deleitarse con un streaper, y en cambio casi cualquier acción impropia de un juez podría equipararse con algún delito (paradójicamente es más fácil correr a una funcionaria por lo que sea, que a un juez por liberar a un delincuente). La tercera razón es que las denuncias de Felipe Calderón han sido en general, y en cambio el asunto de la fiesta nudista es muy concreto y ha sido publicado en el internet, y éste es en mi opinión el factor decisivo; pasará lo mismo que sucedió con el secretario de acuerdos del juzgado federal al que le hallaron $450 millones movidos en sus cuentas: lo publicaron en internet, y ahora está en calidad de indiciado.
En otro lugar he dicho que el internet tiene actualmente un uso importantísimo: denuncia de alcance mundial. La ley marca un camino estrecho para la denuncia penal, pero no hay nada que pueda hacer contra subir un video de una fiesta que sucedió en la Procuraduría de Jalisco. Además, el resultado sería totalmente diferente: imaginemos que alguien va con el Procurador y presenta un escrito denunciando esa fiesta. El Procurador puede considerar que no es delito y ahí queda el asunto, por ejemplo si la dama festejada está apadrinada por alguien más. Y aunque el Procurador considerara necesario llevar el asunto penal ante un juez, estaría desacreditando su propia oficina, así que lo más seguro es que le echará tierra al problema. En cambio, alguien da un internetazo contra su oficina, y entonces el Procurador no puede sino correr a los de la fiesta, cuando menos a la festejada y a las damas más exaltadas, aunque la festejada fuera su pariente o la ahijada del Gobernador.
Pienso que es una de las maravillas de esta herramienta: da a cualquier ciudadano la oportunidad de hacer patentes actos reprobables de las autoridades. Para mí es escandaloso que la fiesta se haya hecho en las oficinas de la Procuraduría; la manera de festejar es asunto de la festejada y su ex – novio, yo no juzgo eso.
2-El internet de nuestras miserias
Es interesante leer los comentarios a las noticias en internet. Muchos son de pena ajena, porque están mal redactados y tienen faltas de ortografía, también abundan los mensajes majaderos y los que recurren al insulto anónimo, la mayoría muestra carencia de ideas y no propone ninguna solución, pero unos pocos tienen realmente contenido. Sin embargo reflexiono que esos son los comentarios de nuestra gente, y no son, como yo quisiera, algo parecido a los Diálogos de Platón; por eso me digo: estudiemos lo que dice nuestra gente, y hoy me di a la tarea de leer unos 150 comentarios en Yahoo a la noticia de la fiesta nudista.
El primer punto notable es que no hay uno solo que hable a favor de la festejada, todos reprueban el acto. Muchos le dan el pésame al presunto marido, haciendo comentarios obscenos sobre la licenciada. Una persona (que firma como CaviarCognacyDamas) hace comentarios despectivos sobre las empleadas domésticas, otro desahoga su misoginia, muchos critican al Gober Piadoso y a la moral hipócrita del gobierno del PAN en Jalisco, hay varios que tienen ingenio (“nadie puede decir que no gozaron su último día de trabajo…”, “felicidades al futuro esposo…”, “¿al gober no le dan asquito los streapers…?”, una mujer dice “yo quiero trabajar ahííííí…”), varios citan casos semejantes, como los policías de Tijuana que organizaron un table dance en la oficina, una agente del MP en Chiapas que escogía a sus secretarios y se encerraba con ellos, un alcalde de Jalisco que fue sorprendido en una orgía con jovencitas de 15 años, etc. Prácticamente todos se desgarran las vestiduras por México, por la justicia, por el Gober Piadoso y por los impuestos pagados que se usan en esas fiestas. Hallé tres comentarios que son dignos de reflexionar.
Uno pregunta que en manos de quién está la justicia. Sin comentarios, yo no le puedo responder.
Otra persona pregunta “¿qué autoridad tiene el Estado en su conjunto para aplicar la ley?” y francamente, también está difícil de contestar.
El comentario más importante, en mi opinión, es uno que dice “mientras los padres de familia no apliquen un puño de hierro en la educación de sus hijos, la función principal de este país será lo que muestra ese video…”
Coincido plenamente con esta persona. Absolutamente todos los problemas que he ventilado en este artículo tienen que ver con la educación: injusticia, uso de los recursos públicos para goce personal, prostitución disfrazada o declarada, orgías con jovencitas, abuso de autoridad para obtener sexo a cambio, etc. Todas y cada una de las personas que desfilan en la noticia y en los comentarios son ejemplos de alguien que no fue educado con valores, o que ya se le olvidaron. Prácticamente cualquier funcionario público es tentado alguna vez con sobornos, pero no está obligado a tomarlos. A todos nos detiene la policía de tránsito alguna vez por pasarnos el alto, y es nuestra decisión ofrecer el soborno o aceptar la multa. Las mujeres que se van a casar pueden organizar las despedidas que quieran, pero al menos que lo hagan en su casa o que renten un salón, no tienen que hacerlo en las oficinas del gobierno. Es, como digo arriba, un problema de valores y de educación.
También relacionado con la educación, encuentro que en todos los comentarios hay un clamor subyacente contra el gobierno: lo acusan de corrupto, déspota, ineficiente, ladrón, injusto, le dicen hasta de lo que se va a morir. Y tácitamente se establece una línea divisoria, una especie de muro fronterizo que separa al gobierno del pueblo. Tácitamente también, las críticas todas (salvo la que habla de la educación) se refieren exclusivamente a los que están adentro del gobierno. Yo pregunto: ¿los que trabajan en el gobierno no son mexicanos? ¿Llegaron de Marte y encontraron trabajo como MP en Delitos Sexuales? ¿El Gober Piadoso era un ejemplo a seguir antes de ser gobernador, no mentaba madres ni se emborrachaba? ¿La dama festejada era honesta cuando estudiaba leyes y se volvió corrupta cuando se hizo MP? ¿Los streapers contratados no pensaron que era inaceptable bailar en una oficina de la Procuraduría? Yo acepto que es más evidente la corrupción en el gobierno, pero niego categóricamente que sea un privilegio del gobierno. ¿O alguien quiere convencerme de que el gobierno es algo así como el Poder del Mal y vuelve automáticamente corruptos a todos los que entran ahí? Todos los que insisten en restringir esta lacra de la corrupción al ámbito del gobierno son como algunos funcionarios hipócritas norteamericanos que se empeñan en decir que el problema del narcotráfico está fuera de EEUU, cuando EEUU es el mayor consumidor de drogas del mundo; así que si usted tiene 25 años y un cuerpo bien formado y lo invitan de streaper, dígale a la licenciada que con todo gusto, pero en sus habitaciones privadas, no en sus oficinas privadas.
La parte más triste de esta noticia que comento es que todos, absolutamente todos los personajes del gobierno que a diario criticamos son tan mexicanos como usted y como yo, y me pregunto qué tendremos nosotros, los mexicanos, que producimos precisamente esa ralea de políticos ambiciosos y funcionarios corruptos. Me pregunto cómo será posible que se cambie esta realidad (ya no es “tendencia”, dejó de serlo hace mucho), y encuentro dos respuestas: 1) la solución de fondo que es la que menciona esa persona, la educación en valores. 2) una estrategia a corto plazo que explico enseguida.
3-Estrategia de internet.
La corrupción generalizada que padecemos en México tiene su organigrama, lo mismo que las empresas y cualquier organización. El policía esquinero tiene fijada una cuota, se la pasa al supervisor, el supervisor le da su parte al jefe, y así hasta llegar a la cabeza: como todos están metidos en el asunto, unos a otros se tapan y le echan tierra a los asuntos que pueden cubrir, y a todos los toca un pedacito. Un ataque frontal es imposible, pero lo que sí se puede hacer es publicar, como el caso de Bejarano y el de esta fiesta en Guadalajara, las situaciones de corrupción que podamos hacer públicas. Usted no tiene que ser escritor de Proceso para denunciar la corrupción, ni tampoco articulista de algún periódico. Las malas noticias, lo mismo que las noticias morbosas, corren en la red como reguero de pólvora, y una vez en Youtube, en el plazo de un día es conocida una noticia así en todo México; es parte del circo nuestro de cada día, pero además, gracias a esa noticia ya tenemos unos cuantos funcionarios corruptos cesados y una presión más sobre el gobierno de Jalisco.
Empecé diciendo que las posibles denuncias que haga Calderón de los Jueces, como tendrán que pasar por el proceso judicial normativo, acabarán por morirse en el intento. Lo digo con pena, porque creo en el Presidente y tengo toda la vida escuchando historias que hablan de cuotas que se cobran a los contratistas del gobierno y de sobornos que tienen que darse a los jueces para las causas avancen.
En cambio, a alguien se le ocurrió la puntada de filmar la fiesta, subirla a la red, y mágicamente al día siguiente están corridas las protagonistas. Bien por esa persona que lo hizo. Bien por las cámaras en las esquinas que llegan a filmar sobornos. Bien por el aficionado que filmó la paliza que le dieron los policías de Los Angeles a Rodney King. Bien por los que tienen el ingenio y la inteligencia de aprovechar esos momentos únicos en que se está violando alguna ley, y dan constancia pública de ello.
Hace algunos años el periodista Catón escribió “está ca… que llegue un negro a la presidencia de EEUU”. En su momento yo lo pensé así, y ahora que veo con gusto a Obama y que repaso algunos de los momentos importantes en la historia de los negros en EEUU, veo que todos ellos han tenido de su lado a la prensa: la Guerra de Secesión, cuando obligaron a las escuelas a aceptar negros, los primeros estudiantes negros en las universidades, Martin Luther King, los astros del basketbol y del jazz, todos han sido ampliamente difundidos, y de esta manera apoyados, por la prensa.
El internet puede convertir en periodista a cualquiera, aunque sea por un día, como el cineasta anónimo que subió el video comentado aquí: él contribuyó a que el organigrama de la corrupción en la Procuraduría se haya desmoronando un poco, y lo será más a medida que denunciemos los actos ilícitos que conozcamos. Cuando sea más frecuente exhibir a un funcionario que realiza un ilícito, los otros funcionarios se lo pensarán para cometer algo semejante, y si no es por su educación al menos que sea por su miedo que se abstengan de corrupción. Los funcionarios de más arriba, esos que no aceptan sobornos en la calle, se quedarán solos, igual que un sargento al que le han eliminado sus soldados, y perderá fuerza.
La única esperanza que yo veo de disminuir la corrupción en este país es mediante la denuncia, para que vayan cayendo aunque sea los corruptos de poca monta. Yo espero vivir todavía para poder ver el día en que los policías de tránsito le piensen antes de aceptar una mordida por el temor a que alguien esté filmando el acto. Ese día, cuando los funcionarios de hasta abajo sientan miedo a corromperse, los funcionarios de arriba empezarán a cuestionar su propia corrupción.
4-Los grandes corruptos.
Hace unos años acusaron a un ex – policía en Aguascalientes de que se había quedado con $180,000 en forma indebida. Su respuesta fue ilustrativa: “yo no soy ladrón, y mucho menos poquitero”.
La fiesta que analizamos dice mucho de la Procuraduría de Jalisco, pero en sí es un acto ínfimo de corrupción, y hasta la ley cataloga algunos delitos como graves y otros no. Las grandes corrupciones en este país no son las del policía esquinero o las del secretario de un juzgado civil que acepta soborno para acelerar un trámite de divorcio. Las grandes corrupciones tienen que ver con las grandes empresas, como los US$15,000 millones de dólares que le sacaron a los socios de Juan Camilo Mouriño, o las cuentas infladas en $400 millones de contratos en el ISSSTE que denunció una telefónica, o los contratos para construir grandes obras, usted elija el lugar. Había un gobernador en Coahuila (Oscar Flores Tapia) que tenía un rancho que le decían “el milagro”, porque milagrosamente apareció ahí. La famosa Colina del Perro, residencia de López Portillo, es el epítome de corrupción presidencial. Hay veces en que la corrupción se junta con la burla al pueblo, como cuando la COFETEL anuncia una multa de $10,000 millones a Telcel por prácticas monopólicas y después, aparentemente consiguieron echarle tierra al asunto. También hay casos donde no sé si es corrupción o falta de vergüenza, como cuando Diego Fernández de Ceballos, Senador en funciones, representa a una compañía en un pleito contra Hacienda y gana $1,500 millones de pesos al gobierno: aunque la ley no se lo prohíba (lo cual es una estupidez legal mayúscula, hasta a los notarios se les impide litigar), un Senador no debería litigar. Y hay veces en que la corrupción intenta burlarse del pueblo por segunda vez: ¿cómo es posible que Creel, que la víspera de dejar la Secretaría de Gobernación autorizara 400 nuevos casinos a Televisa, hoy pretenda ser presidente?
Con tristeza contrasto estos casos con otros conocidos en la Historia, como el de Porfirio Díaz que dejó la tesorería con mucho dinero, Benito Juárez que decía que un funcionario debería aceptar vivir con la medianía que le proporcionara su sueldo, o lo que le pasó a la presidenta de brasileña Dilma Rousseff, a quien le renunciaron el ministro de Transporte Alfredo Nascimento y el jefe de gabinete Antonio Palocci, ambos por motivos de corrupción. A mí me hubiera gustado que Mouriño renunciara cuando se hizo pública aquella noticia, probablemente aún viviría. A mí me gustaría que los partidos grandes repudiaran públicamente las alianzas con Elba Esther, que se ha convertido en el fiel de la balanza de muchas elecciones y ha vendido caros sus favores y tiene entrampada la educación, pero para el PRI, el PAN y el PRD primero está conseguir el poder, y luego ver cómo se las arreglan. Así es México, al menos actualmente.
Hay dos autores principales de los principios democráticos norteamericanos: Thomas Jefferson, que redactó la Declaración de Independencia (que inspiró a su vez la Declaración de los Derechos Humanos de la Revolución Francesa) y Alexander Hamilton, que escribió la mayoría de los artículos coleccionados como El Federalista, que han inspirado a multitud de situaciones en la vida pública de EEUU e inclusive han sido utilizados para sentar jurisprudencia en la Suprema Corte. Lo asombroso es que El Federalista salió publicado en los periódicos como simples artículos y no como un tratado, así que imagine usted el nivel del periodismo en aquella época y aquel lugar.
Estos dos personajes tenían concepciones diferentes: Hamilton quería un gobierno central fuerte, con impuestos altos y un Banco Central, y Jefferson quería que el poder estuviera más distribuido en los estados y tenía más fe en los agricultores individuales que en los banqueros, amigos de Hamilton. Al terminar el segundo período del presidente Washington los partidos buscaron nuevos candidatos: los republicanos nominaron a Jefferson, y Hamilton era el candidato natural para los federalistas, pero tenía un pequeño problema: era mujeriego y se le conocían algunos deslices. Y por esa razón, aunque era el hombre más brillante en los EEUU, declinó participar en la contienda electoral. Eso es tener vergüenza, algo que últimamente brilla por su ausencia entre nuestros políticos.
No pido tanto, no pretendo que los candidatos a presidente de México se sometan al polígrafo y confiesen si han sido infieles a su esposa. Pero puedo tratar de ponerles un tope numérico, y decir que aquel que haya robado o planee robar más de $100 millones de pesos (incluyendo lo que dejan hacer a sus amigos) debe retirar su candidatura. ¿Apoya usted mi propuesta? ¿O deberíamos aceptar que se roben hasta $1000 millones?
Como decía MTMM, una licenciada amiga mía: “honrados, lo que se llama honrados, no hay; cuando mucho, encontraremos algún honradito”.
jlgs / El Heraldo de Ags. / 16.7.2011