1-Como los zopilotes, nada más planeando.
Por disciplina, aunque no por convicción, cada vez que aparece un documento oficial que sea considerado importante, lo consigo y lo leo; así fue con los dos debates presidenciales, con el Pacto por México, y ahora con el Plan Nacional de Desarrollo (PND); debo agradecer a la vida que nací cuando nací, porque de otra manera hubiera corrido el riesgo de tener que estudiar también los discursos de Vicente Lombardo Toledano. El texto del PND puede conseguirse en el sitio de la Presidencia (http://pnd.gob.mx/) y usted podrá, si lo desea, torturarse o satisfacer alguna curiosidad, el documento sirve para ambas cosas.
Aunque el Plan pretende ser una panacea para todos los males de México, en realidad lo que me interesa a mí y a casi todos los mexicanos es el asunto de la seguridad: sin libre tránsito en las carreteras, sin la seguridad de poder caminar por la calle, con amenaza de secuestros y extorsiones, no hay país que aguante, aunque los números macroeconómicos digan que estamos en jauja. Por lo tanto, la parte que estudié y analicé fue la primera, precisamente la relativa a la seguridad. Son apenas doce páginas (29 a 40), bastante infumables pero respirando hondo y con profunda convicción democrática, como dice el mismo documento, es posible terminar de leerlo antes de caer en el sopor.
La parte analizada pone el dedo en la llaguita, no en la llaga: envalentonado dice que solamente el 36% de los mexicanos cree que el Estado puede resolver estos problemas, el 85% piensa que hay corrupción en la (in)Justicia, etc. De acuerdo, le pusieron números a nuestra inconformidad. Pero fuera de esas concesiones a la ciudadanía, el documento despega hacia la estratósfera, continúa hacia la tropósfera, y posiblemente a la velocidad que va llegue a resolver los problemas de inseguridad que haya en Júpiter, pero no en México. Por ejemplo, citemos un párrafo, pág. 30:
Por ello, es imperativo diseñar una estrategia basada en la participación y el diálogo de la ciudadanía con la autoridad, para construir acuerdos que propicien y fortalezcan la gobernabilidad democrática. Con el diálogo, la inclusión, el respeto a las diferencias, la igualdad de trato y la convivencia en la pluralidad, se construye una plataforma adecuada para el desarrollo de las familias mexicanas.
Totalmente de acuerdo. El párrafo es tan contundente que, como dice Borges, no admite réplica ni causa la menor convicción. Pregunto yo por el objetivo de llenar el documento de esa redacción ampulosa, llena de lugares comunes como “el diálogo, la inclusión, el respeto a las diferencias…”, y a cambio de esta abundancia de solipsismos, evitar el centrar el importantísimo asunto de la seguridad en lo que es el meollo de la cuestión. Otro ejemplo, dice en la pág. 31 una nueva verdad incontestable:
La realidad de nuestro país precisa identificar, dimensionar y jerarquizar los efectos de los diversos factores internos y externos que, en virtud de su dinamismo, tienen el potencial de convertirse en una amenaza o riesgo para Seguridad Nacional.
De nuevo de acuerdo; ahora quiero saber cuáles son esos factores internos y externos y qué se van a hacer con ellos, contestaría cualquier mexicano. Para no hacer el cuento largo, el documento es tan cierto como 2+2=4, pero sin la belleza del grupo Z2 que estudié en la carrera de Matemáticas, ni la enorme aplicación de ese mismo grupo a la vida moderna, vía la computación. Tenemos una página de estadísticas (incidencia delictiva y homicidios dolosos, ambos a la alza), la Palabra del Lector (pág. 38) que recoge opiniones respetables de ciudadanos que tampoco nos resuelven nada, y finalmente llegamos a la parte en donde no debería haber pero que valga: el Plan de Acción.
Dejaré hablar a los asesores del Presidente y listaré los puntos de este plan de acción:
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Consolidad la colaboración entre poderes para promover la construcción de acuerdos políticos, etc.
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Impulsar un “federalismo articulado” (sic).
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Estrategias de prevención y de solución de conflictos a través del diálogo.
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Política que identifique y prevenga la actualización de fenómenos que pretendan atentar contra los intereses estratégicos nacionales, etc.
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Acciones a combatir los delitos que más afectan a la población.
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Fortalecimiento de acciones en materia de seguridad.
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Acciones que tiendan a “democratizar la productividad” (sic).
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Nuevo modelo de Justicia Penal Acusatorio y Adversarial.
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Garantizar el respeto y la protección de los derechos humanos.
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Salvaguardar a la población, a sus bienes y a su entorno ante un desastre de origen natural o humano.
No hay manera de refutar ninguna de estas así llamadas “acciones”; pero tampoco hay cómo defenderlas, porque no hay manera de saber qué significan. Por ejemplo, la que nos preocupa a todos, la quinta: ¿qué significan “acciones a combatir los delitos que más afectan a la población”? Ya habló México y dijo que el Pacto Social (el antiguo Contrato Social de Rousseau, renombrado por los asesores presidenciales) exige al Estado garantizar la seguridad de sus habitantes, el Gobierno respondió y dice que va a implementar acciones a combatir los delitos que más afectan a la población.
¿Qué hemos ganado? Nada, una nueva promesa.
2-Dame un gobernador corrupto…
Cuando preparaba este artículo conocí la noticia de que al ex secretario de finanzas de Tabasco le encontraron una pequeña alcancía, cerca de $100 millones guardados en cajas de cartón. En ese momento no sabía qué contestar a ese catálogo de verdades absolutas que es el PND, pero el hallazgo de esa morralla me iluminó, y creo que el punto clave está en lo siguiente:
El PND no se toma la molestia de analizar, ni siquiera de mencionar, cuáles son las causas principales de la inseguridad en México.
Todo su análisis sesudo, los millones de pesos invertidos en asesores y redactores para preparar ese documento, no sirvieron para que el Gobierno razonara con la inteligencia suficiente para decir:
Si conozco las causas principales de la inseguridad, podré atacarlas y mejorar la seguridad.
Todo en el aire, insistencia de lluvia sobre piso mojado en democracia (hasta la productividad se va a democratizar), y ni pío con respecto a los orígenes de nuestros problemas. No quiero caer en el mismo error (presumiblemente voluntario), y presento las que en mi opinión son las principales causas de nuestra inseguridad.
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Los mexicanos no tenemos una ética de valores. La vida moderna, la influencia de la publicidad, la influencia de los EEUU están de acuerdo en crear un valor supremo: el dinero, y todo lo demás se subordina a este fin.
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Los mexicanos tenemos los peores ejemplos no en los delincuentes que están en las cárceles, sino en los funcionarios gubernamentales corruptos que día con día saquean el erario público. El ejemplo de hoy, el ex secretario de finanzas de Tabasco, junto con su gobernador que presumía 400 pares de zapatos, 1000 camisas, viajes, casas y buena vida, no son más que el ejemplo de la semana. Hace un mes, el Procurador que consentía a su hija fichita porque no le dieron su mesa consentida. Todos los días encontrará usted noticias de desfalcos con varios ceros a la derecha. Así, no hay manera de que los mexicanos aceptemos que no hay que robar ni matar ni asaltar ni clonar tarjetas. Además, la corrupción cae por gravedad: un gobernador corrupto arrastrará en su lodo a todos los funcionarios que están debajo de él; en otras palabras: dame un gobernador corrupto, te devolveré un estado corrupto.
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En todas partes hay corrupción. La diferencia entre un buen país y México es que en otros lados no hay tanta impunidad y se castiga a los corruptos. Cuando metieron a la cárcel a Gordillo escribí un artículo (una-golondrina-no-hace-un-verano/) en donde me preguntaba si seguiría el Presidente con los demás miembros del club, por ejemplo Romero Deschamps y Moreira. Mi análisis fue que Gordillo consistió en evento de única vez, y que pisó la cárcel no por corrupta sino por otras razones. Sinteticé mi pensamiento así: Corruptos de todo el país, descansad tranquilos; el Presidente no va contra vosotros. Lamentablemente para el país, parece que yo tenía razón en que la impunidad seguirá reinando en México.
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La democracia en México se ha convertido en un acto ritual, en una variación de aquel otro rito en que el pueblo iba a elegir al que había designado al Presidente: los partidos políticos continúan con el monopolio de los puestos públicos, de la elaboración de leyes, de la repartición generosa de presupuestos, compiten con el Teatro Blanquita por los mejores shows de México, pero no representan al pueblo. Mientras los partidos políticos sigan actuando de esa manera, no habrá palabra que venga del Gobierno que convenza a la ciudadanía, en particular todas esas declaraciones pomposas relativas a la democracia.
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El sábado 18 de Mayo publicó Reforma una fotografía de un grupo armado en Tabasco que desafía al gobernador Núñez. Aparecen unos 25 encapuchados luciendo rifles de asalto, entre ellos me parece identificar un Barrett M82, de los que utilizan los francotiradores para eliminar blancos a kilómetro y medio de distancia con balas calibre .50; la fotografía es una manifestación de poder, para intimidar al gobierno. La pregunta pertinente es: ¿de dónde vienen esas armas? La respuesta la conocemos todos, y aquí aparece otro de los orígenes de nuestra inseguridad: quite usted las armas a ese grupo y pierde automáticamente toda su fuerza. Mientras no se llegue a un acuerdo efectivo con EEUU para limitar el trasiego de armas a México, esos grupos continuarán armándose y su amenaza creciendo.
..Me gusta tu artículo.
Aprendo mucho, sobretodo me hace reflexionar, mejorar mi ortografía y buscar palabras que no conozco.
Gracias hermano.
Querida hermana: aunque escribiéramos con faltas de ortografía, con tal de que no padeciéramos estos gobernadores.
JL