Si no hay negocio, ¿para qué hacer la guerra?
A todos nos gusta imaginar la paz como la figura de una paloma blanca uniendo en su vuelo a todos los hombres, o cuando menos la fotografía del soldado norteamericano besando a una mujer francesa después de liberar París, pero yo creo que la paz más bien es carencia de oportunidad para la guerra, en particular de Estados Unidos contra Corea del Norte.
Cuando sucede la primera demostración de poder de cualquiera de los lados, digamos que los coreanos mandan un misil que termina en el mar, o que EEUU concentra la n-ésima Flota en el Mar de China, uno piensa que ahora sí explotó el conflicto y que el mundo se va a acabar. Pero siguen las manifestaciones de fuerza, se degradan a bravatas y terminan por no ser ni siquiera noticias. Después de un mes declarando ambos lados que están preparados para acabar por el enemigo, me he puesto a pensar por qué nadie da el primer paso, afortunadamente para el mundo.
Comparando el asunto de Corea del Norte con las varias guerras que siguen su curso floreciente en el mundo, muy especialmente Afganistán, Ucrania del Este y Siria, la gran diferencia es que estas guerras se pelean con armas convencionales, y en cambio con Corea del Norte se pegarían hasta con el directorio telefónico, es decir con armas nucleares. Estados Unidos lleva en Afganistán 16 años a los que no se les ve el fin, y a pesar de eso van a enviar más tropas para que se las regresen en ataúdes. Ucrania es otro empate, porque ni los rusos ni los occidentales van a ceder. Siria se mantuvo en vilo contra un grupo armado que ni siquiera es un país, aunque pretendan ser un califato. Lo mismo en África, donde siempre hay algún líder que se levanta en armas para liberar a su respectivo país de la actual dictadura. Yo me pregunto cuál es el motor de tanta guerra –ya no es suficientemente convincente homo homini lupus– y qué se gana Estados Unidos prolongando la lucha en Afganistán, donde se atoraron Alejandro Magno, los ingleses y los rusos.
Todo esto nos lleva a quienes con su poder deciden hacer la guerra: militares excedidos de adrenalina, políticos que cree en el bien superior y que la luna es de queso, y los que hacen negocio con la guerra, o sea 1) fabricantes de armas, 2) fabricantes de vehículos militares o todoterreno, 3) empresas que podrían beneficiarse controlando la economía del país ocupado. Puesto que Afganistán lo único que exporta es heroína, no puede haber empresas interesadas en esto, al menos de manera oficial, pero en cambio los fabricantes (pistolas, rifles, granadas, tanques, misiles, RPG, aviones, drones, Hummer, camionetas Toyota) ven ésta y cualquier guerra convencional como una mina de oro, porque observan que después de unos años los rifles, misiles y vehículos terminan en manos de las fuerzas locales o en el mercado negro, y hay que volver a surtirlos. En resumen, mientras sea una guerra convencional, sin importar de quién contra quién, los que siempre ganan son los fabricantes de armas y vehículos. Estando el Congreso de EEUU en manos de los lobbies de la industria y de los grupos de poder, que tienen entre sí un “pacto de caballeros” para permitir que la industria farmacéutica impulse sus negocios, la aeronáutica los suyos, etc., nadie levanta la mano para poner un alto al lobby de la industria militar, y el país sigue financiando guerra tras guerra, buscando cada vez razones más sofisticadas para convencer a las madres de sacrificar a sus hijos por el bien de la patria.
Esto no puede suceder con una guerra contra Corea del Norte, porque la amenaza es nuclear y no hay mercado informal para la industria militar nuclear, todo está controlado, se fabrican bombas termonucleares W80 nada más para el gobierno; al borde de la destrucción total, la humanidad ha encontrado un minuto de cordura y las potencias no sueltan la rienda a los fabricantes de armas nucleares para que vendan por debajo de la mesa, ya que el riesgo es demasiado grande y generalizado.
Afortunadamente, la producción de armas nucleares es un proceso muy complicado que requiere materiales, instalaciones y procesos que son fácilmente identificables y por lo tanto, se pueden controlar. Todas las armas nucleares parten del poder explosivo de U-235 (uranio 235) o de Pu-240 (plutonio 240) mediante reacción en cadena, y estos materiales se obtienen a partir del uranio en forma natural, que tiene que procesarse para separar el isótopo U-235 (lo que se llama enriquecimiento del uranio) o se le bombardea con neutrones para que produzca plutonio. Estos dos procesos son lentos, difíciles y delicados y no pueden realizarse en una trastienda, por lo que las potencias se dan cuenta, intervienen e impiden que caiga en manos de cualquiera. Este es uno de los problemas con Irán, donde EEUU está dispuesto a permitir que Irán enriquezca uranio pero nada más hasta grado reactor, y no grado militar.
Cualquier país está asentado en un cierto lugar, y su primer objetivo es cuidar su suelo y su gente; los países tienen todos “instinto de conservación”, por lo que no es lo mismo una bomba atómica en manos de un país, aunque sea Corea del Norte, que en manos de un grupo armado. Corea no dará el primer paso porque significaría su destrucción, pero un grupo armado podría contrabandear una bomba y hacerla estallar en medio de una ciudad, escondiéndose en el anonimato. Por esto es vital para la raza humana que ningún grupo anónimo se apodere de este tipo de armas, y esto es algo que entienden los gobiernos de cualquier color y en lo que están de acuerdo.
Queda el riesgo de que algún fabricante se pase de listo y venda subrepticiamente un artefacto nuclear, pero este riesgo es menor, porque los inventarios están controlados, no son bodegas donde se pierde un saco de cemento, y en última instancia, en caso de explosión, la huella que dejan los materiales podría rastrearse hasta su fabricante.
Todo esto son dos buenas noticias. La primera es que el riesgo de guerra nuclear sigue siendo remoto, y la segunda, que la industria militar tiene amarradas las manos ahí, porque no hay negocio. Seguramente por esto no han empezado los ataques entre EEUU y Corea del Norte.
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