No son los senadores, sino los soldados quienes van a la guerra; los primeros deliberan, calculan los riesgos y deciden cuál es el ideal elevado por el que van a atacar cierto país; los soldados son la carne de cañón enviada a atacar y morir por aquel ideal.
Nadie acusaría a los senadores de ningún país de osados y valientes, ni de honrados tampoco. Ni los de aquí ni los de allá, me refiero a mi país y al que está ahora en el centro de la atención mundial. No bastó la masacre de Newton hace unos años, ni la de Orlando, ni la acaba de pasar en Las Vegas, para que los senadores vieran más allá de la 2ª Enmienda y decidieran que hay que poner un alto al acelerado armamiento de su población, 112 armas per cápita, según reporte de 2007[1]. El Congreso de EEUU no va a hacer nada, porque la NRA (National Rifle Association) y el lobby de la industria armamentista los tienen en el bolsillo, y si hay algo a lo que los senadores temen más que a la condenación eterna, es a perder su curul.
Pero tienen que salvar la cara, y como el Gatopardo, hacer cambios para que todo siga igual. Lo que es una lista de sugerencias de acciones acerca del control de armas, que terminarán en las inacciones apetecidas por la NRA.
Thoughts and prayers. Esta es la consigna que se maneja en Estados Unidos cuando sucede algo grave: si hay un temblor en México, un tsunami en Tahiti, un monzón en la India o si algún apóstol de la 2ª Enmienda toma las armas y mata unos cuantos semejantes, cualquier miembro del gobierno que se respete será entrevistado y dirá que sus “thoughts and prayers” están con las víctimas. No sirve para nada ni servirá, pero se oye bonito; en última instancia, no hace daño.
Fingir demencia. No es aconsejable, porque la gente espera que cualquier congresista “haga algo”, aunque sean declaraciones de condolencia.
Esperar a que se enfríen las cosas. Es el mejor de los remedios, porque inevitablemente surgirán nuevas tragedias, algunas de ellas, gracias a Dios (el de los cristianos) provocadas por radicales islámicos, y en esos casos podrá fácilmente enfocarse la furia del pueblo contra otro pueblo y no contra el Congreso y la NRA.
Culpar al extremismo islámico. En el caso de Las Vegas, esta es una opción no recomendada, porque hasta el momento no se han encontrado fotografías de Stephen Paddock saliendo de una mezquita, ni leyendo el Corán, ni se le conocen amigos árabes. Es más, ni siquiera miraba hacia el Oriente, en dirección a La Meca, porque no quería que lo confundieran con musulmán.
Nombrar una comisión. Es otro recurso consagrado por la tradición en cualquier país democrático: quieres que algo no se realice, nombra una comisión para que se encargue de ello.
Inventar una célula terrorista en Las Vegas. Esto hubiera sido posible, si el FBI hubiera reaccionado inmediatamente y hubiera mostrado inmediatamente –lo ideal: en forma anticipada- los expedientes secretos de ciudadanos a los que se les había detectado actividad sospechosa, por ejemplo comprando muchas armas. El FBI desperdició esta oportunidad, pero sigue siendo una oportunidad de oro, dada la cantidad de norteamericanos que van al super de armas con su carrito, y salen con el carrito lleno de AR15, AK47, SigSauer, Glock17, escopetas y municiones, como señora en Walmart con el mandado de la quincena. Sugiero tener fichados a varios de esos personajes, los hay por cientos en todo EEUU, y a la siguiente masacre, exhibir esos expedientes y declarar que ya tenían identificados a algunos sospechosos, etc. Con suficiente tiempo, se les pueden construir ligas con traficantes de armas, de blancas, de droga, de marfil o de lo que sea en cualquier parte del mundo. Esta previsión sería como tener un comodín de “presuntos terroristas”, para ser usados ante el público cuando la ocasión lo amerite y probar que el FBI hace lo que puede, aunque sea insuficiente, para prevenir más masacres.
Ubicar la 2ª Enmienda en 1791, año en que se promulgó. De acuerdo, había lobos, osos, coyotes y pumas en todo el territorio por conquistar, había indios al acecho de blancos y era necesario que la gente pudiera defenderse. The right of the People to bear arms shall not be infringed, dice el texto oficial. La pregunta
¿qué entendía el legislador por “arms”?
es legítima en este contexto, y requiere interpretación. En esa época, las armas eran pistolas de mecha, rifles de taco (se cargaban por el cañón, empujando con un taco la pólvora y luego la bala), cañones de bala sólida, cuchillos; los legisladores no podían pensar en otro tipo de armas, porque no existían. Los legisladores actuales podrían dar la siguiente interpretación:
Every American household shall be deemed worth of two pistols, two rifles,
one pound of gunpowder, one hundred bullets and one knife.
Y estas serían todas las armas que podrían tener los Americanos, armas iguales a las de 1791.
Ubicar la 2ª Enmienda en 2017. A pesar de la pregonada inviolabilidad de la 2ª Enmienda, la legislación moderna la ha interpretado y no permite la posesión privada de ciertas armas (tanques de guerra, F15, bombas atómicas, misiles), de tal forma de que ya no es posible interpretar literalmente, en el sentido de 2017, aquella ley: se establecieron límites, se legisló que algunas armas no pueden ser poseídas por particulares. Yo pregunto: ¿Por qué no mover el límite, y prohibir las ametralladoras, los rifles calibre .50, y las granadas de mano? ¿Por qué no limitar el número de armas propiedad de un individuo? Me contesto a mí mismo: porque la NRA tiene en el bolsillo a más de la mitad de los congresistas.
Canonizar a las víctimas del tiroteo en Las Vegas. El Senado romano tenía entre sus facultades declarar dioses a los césares recientemente fallecidos, si los consideraba dignos de tal honor; cabe observar que no cuestionamos la facultad del Senado –a fin de cuentas, una institución humana- para declarar que alguien es dios, es decir un ser superior a los humanos. Creo que ese honor le tocó a César Augusto, pero no le fue concedido a Nerón. El Congreso norteamericano podría inventar que la 2ª Enmienda venía al reverso de las Tablas de la Ley, o alguna otra historia adecuada para elevar dicha enmienda a un nivel suprahumano y religioso. Una vez hecho esto, las personas que hubieran dado su vida por defender la enmienda (prácticamente nadie) o por sufrir sus consecuencias (prácticamente todos los muertos por arma de fuego) podrían ser declarados mártires y santos en el panteón de la Iglesia Reformista de la 2ª Enmienda, y los republicanos y cualquier simpatizante de la NRA podría celebrar oficios cantando vida y milagros de esas personas. Esta acción generaría enorme controversia, lo cual es positivo, porque desviaría la atención acerca del control en la venta de armas, y la gente discutiría en vez de eso si los santos de Las Vegas son más o menos santos que los de Orlando.
Discutir públicamente. Este es otro recurso tan efectivo como nombrar una comisión, y tiene la enorme ventaja de que el público puede participar. Sugiero el recurso porque infaliblemente, fracasará, ya que los humanos nunca nos podremos entender entre nosotros; si no es posible ponerse de acuerdo con la esposa para comprar tamales rojos o verdes, ¿usted cree que los norteamericanos en pro y en contra del control de armas llegarán a un punto de acuerdo? Imposible, los republicanos pueden convocar a un plebiscito[2] con certeza de que los elevará ante la opinión pública sin enojar a sus patrones de la NRA.
P.D. Si alguien piensa que los muertos en el tiroteo de Las Vegas merecen más respeto, contestaré que tiene razón: esas víctimas merecen mucho más respeto, merecen que los cobardes y pusilánimes congresistas se sacudan el yugo de la NRA y pongan el bienestar de los norteamericanos que quedan vivos por encima de las donaciones que reciben para conservar su curul.
[1] https://en.wikipedia.org/wiki/Estimated_number_of_guns_per_capita_by_country
[2] Plebiscito. Dícese de aquel ejercicio público sobre preguntas amañadas y respuestas editadas, adecuado para justificar los fines de quien lo convoca. ©Manuel López Obrador, 2006.
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