Hay una tendencia generalizada, que posiblemente está basada en sinrazones ideológicas o emotivas, para juzgar el devenir de la historia en términos exclusivamente humanos. Siguiendo esa lógica, daría lo mismo que a los norteamericanos les hubiera tocado el Sahara, los mexicanos viviéramos en el terreno de Argentina, los japoneses en Chihuahua y los rusos en la Antártica; he cuidado al menos las apariencias de semejanza entre las correspondientes superficies. El absurdo de imaginar samuráis en la Barranca del Cobre e iglesias ortodoxas en medio del hielo polar quizá pueda centrar nuestra atención en el hecho primordial de que la geografía, más que cualquier otro factor, determina el trazo histórico de un pueblo, facilita lo que puede lograr y pone obstáculos insalvables a determinados aspectos en la vida de los pueblos, como la imposibilidad de que los tarahumaras lleguen a ser algún día un pueblo de navegantes. No hay manera de entender la Historia y el desarrollo de las civilizaciones sin ponerlas en su contexto geográfico, porque éste, que impulsó a los romanos a explorar el Mediterráneo y a los primeros norteamericanos a lanzarse a la conquista del Oeste, es un elemento mudo, no humano, pero activo en el desarrollo de la historia.
Cuando empecé a escribir esta serie me propuse llegar a la China moderna entendiendo el por qué de sus grandes números; no tiene caso decir nada más que China tiene la mayor población, es el dueño de la mayoría de los dólares del mercado y le anda pisando los talones en niveles económicos a Estados Unidos, son datos disponibles en cualquier lugar. El objetivo propuesto fue entender cómo llegó a donde está ahora, qué es lo que ha permitido y facilitado este desarrollo, juzgar la magnitud de sus avances, entender los problemas de China el día de hoy y tratar de imaginar cómo estará China en diez o veinte años más. Para poder lograrlo hay que conocer a los principales personajes, las etapas más importantes, las capacidades teóricas de un país (que están dadas principalmente por el número de sus habitantes y por el terreno del que disponen) y los peligros que enfrenta.
Después de nueve artículos de historia tradicional, el décimo se centra en el lado positivo del potencial chino: los recursos dados a China por la naturaleza a través de su geografía, y el pueblo. El siguiente (y último de la serie) será sobre los problemas que acechan al país y una proyección plausible del su futuro inmediato.
1-El terreno
Si hay algo que determine el futuro de un país, es su geografía, principalmente la extensión; la tierra ha sido desde el principio de los tiempos una delas razones principales de fricciones entre los pueblos, y mientras el mundo no había sido explorado totalmente, las naciones que podían y querían hacerlo se lanzaban a la búsqueda de nuevas tierras para apropiarse de ellas, como los europeos que exploraron y conquistaron América, los rusos que exploraron Siberia, los árabes de los primeros tiempos que destruyeron al imperio persa, los sajones y los vikingos que exploraron y se adueñaron de Inglaterra; o los norteamericanos que se adueñaron de Texas, cada ejemplo es una repetición a lo largo de la Historia del mismo hecho. La tierra es la segunda riqueza de una nación en orden de importancia, la primera es su pueblo.
China fue bendecida con una tierra inmensa: son 9.5 millones de km2, más o menos la superficie de Estados Unidos, solamente son superados por Rusia y Canadá. El caso insólito de China es que ha conservado esa misma extensión desde hace al menos mil años, cuando todos los demás países han crecido, disminuido y en ocasiones aparecido o desaparecido durante los últimos 500 años; esta estabilidad nos habla de un aislamiento de China con respecto al mundo. En los primeros artículos de esta serie mencioné que China había sido un Imperio cerrado al resto del mundo durante muchos siglos hasta que los europeos llegaron a perturbar la paz, a principios del S. XIX, ahora intentaré una explicación de por qué China pudo permanecer aislada, digamos desde el año 1000 hasta 1800. La razón es su geografía. Aunque la superficie es muy grande, este terreno está aislado en forma natural de sus vecinos por la geografía: al sureste y al oriente está el Océano Pacífico, al norte están los desiertos de Mongolia, al Poniente están montañas y desiertos, al suroeste el Himalaya, al sur las selvas que separan a China de Vietnam. Todas esas son fronteras naturales que aíslan al país y que lo protegen de posibles ataques (invadir China a través del Himalaya no lo lograría ni siquiera Aníbal), convirtiendo a China en una especie de isla dentro del continente asiático.
China tiene 18,000 km de litoral, que deberían haberla convertido en una potencia marítima y es una de las paradojas de la historia, explicada por la maldición que pesa sobre pueblos e individuos cuando no tienen competencia a la vista: no se esfuerzan más de la cuenta; la explicación se completa porque los chinos desarrollaron un complejo de superioridad, algo parecido a los europeos que promovieron durante mucho tiempo la superioridad de la raza blanca. Eran otros tiempos, y los chinos no tenían empacho en declarar que cualquier visitante en China estaba ahí para atestiguar y venerar la majestad del emperador. Cuando tuvieron la oportunidad de hacerse a la mar y llegar a América antes que los europeos, se cerraron a la navegación por decreto del emperador y dejaron que los españoles llegaran primero.
La superficie del país puede dividirse de forma muy natural en Oriente y Occidente: la parte oriental es relativamente baja, plana y con muchos ríos; el Occidente puede ser montañoso, desértico, escabroso, pedregoso, de estepa, básicamente una colección de descripciones englobadas en una sola: territorio difícil que no facilita los asentamientos humanos. La parte buena de China se asemeja a la franja de EEUU entre el Mississippi y el Atlántico: bastante plana y con enorme dotación de agua; se encuentra a una latitud semejante, entre el Trópico de Cáncer y el paralelo 45, lo que ya da un apunte sobre el clima. Esta parte la forman básicamente llanuras, al norte en Manchuria y al centro alrededor de Pekín; la parte del sur son colinas, valles y llanuras; todo esto está irrigado por muchos ríos. El Occidente se divide naturalmente (desde el punto de vista de la geografía) en las llanuras, mesetas, desiertos y estepas de Mongolia al norte, y las montañas muy altas del Sur, que incluyen una porción del Himalaya. Con un cálculo aproximado, el Oriente es el 30% del terreno, donde están los ríos y donde se facilita la vida, y es ahí donde surgió el Imperio y donde vive la mayoría de los chinos hasta el día de hoy.
Decía arriba que después de la gente, la primera riqueza de una nación es el terreno; posiblemente hay que matizar esta afirmación: depende del terreno, y en este sentido China se sacó la lotería con la parte oriental, porque hay miles de ríos que corren por ahí. El todo el país hay cerca de 50,000 ríos, y de ellos 1,500 tienen una cuenca superior a 1000 km2, el Río Amarillo tiene 5,464 km, de largo y una cuenca de 750,000 km2, el Yang Tse tiene 6,300 km de largo y su cuenca mide 1.8 millones de km2. Para dimensionar la magnitud de este río, imagine usted que todo México, cuya superficie es un poco mayor que la cuenca del río, tiene agua de lluvia o de deshielo en abundancia y sirve para verter su agua en un solo río; esas son las dimensiones del Yang Tse. Como resultados, la parte buena es que los chinos le sacaron provecho a tanta agua, la parte mala es que hay inundaciones. A lo largo de los siglos, las inundaciones que asolaban al país eran interpretadas como señales de lo alto acerca de que el emperador en turno había perdido el Mandato del Cielo, y construyeron obras para domesticar a los ríos, impedir su desbordamiento, y construir canales. El Gran Canal, que une Pekín con Hangzhou, es el río artificial más grande del mundo (1,400 km) y hace perder la esperanza en forma definitiva a Monterrey de establecer un récord con su Canal de Santa Lucía. Los chinos siguieron la tendencia de la mayoría de las civilizaciones de establecer sus ciudades cerca del mar o de los ríos, y la mayoría de la población china (más del 90%) ha vivido y vive en la parte oriental del país.
Muchos de los ríos de China nacen en las montañas de Occidente con el deshielo de la primavera, y esta circunstancia convierte al país en el que tiene el mayor potencial hidrológico de todo el mundo, es decir facilidades naturales para construir presas y obtener de ellas electricidad, por ejemplo.
Además de la garantía de las aguas del deshielo, en la parte oriental de China tienen garantizada la lluvia; es como si la Naturaleza hubiera decidido darles un seguro hidrológico a los chinos, para que en el remoto caso de que no llegara el agua del deshielo en el Himalaya, pudieran recurrir a las lluvias. El origen de estas lluvias es muy interesante, y son las llamadas lluvias monzónicas. Este fenómeno se da cuando hay una gran superficie plana junto al mar, como el caso que estamos estudiando, o la costa Este de EEUU, y en menor medida, la costa del Golfo de México en nuestro país. La superficie de tierra se calienta más que el agua (por los rayos del sol en verano) y el calor se queda en la superficie, porque la tierra es mala conductora del calor; por el contrario en el mar los rayos de sol son absorbidos por el agua, que tiene mayor capacidad de almacenar calor y es mejor conductora del calor que la tierra, y como resultado el calor descargado en el océano por el sol se distribuye entre un gran volumen de agua, lo que da mayor estabilidad a la temperatura del océano en comparación con la de la tierra firme. Hasta este momento, la Física nos dice que tenemos dos superficies contiguas, tierra y agua, y que la tierra está a mayor temperatura que el agua. El resultado es que el aire que se encuentra sobre la tierra firme se calienta más que el que está sobre el océano, y esto produce dos cosas: el aire caliente (sobre la tierra) sube y además se expande, lo que produce una diferencia en la presión atmosférica entre el aire sobre la tierra y el aire sobre el océano, y empieza a soplar el aire del océano hacia el continente (esto es semejante a inflar los pulmones cuando está uno en el agua, así flota uno fácilmente; al soplar el aire los pulmones se comprimen, uno pesa lo mismo pero con un volumen menor, y se va para el fondo). El aire que viene desde el océano está cargado de humedad, es decir de nubes, y cuando llegan al continente se descargan en forma de lluvias. Esta explicación muy superficial es válida cuando se tiene una gran superficie costera plana, porque de otra manera, como sucede con el Altiplano en México, el agua se atora en la Sierra Madre Oriental; no se necesita magia para explicar por qué en Veracruz llueve mucho más que en Puebla.
Además de terreno y agua, China cuenta con enormes riquezas en metales (antimonio, tungsteno, aluminio, oro), más diamantes y petróleo.
Como resumen, China tiene enorme superficie (9.5 millones de km2), pero más del 90% de su población está concentrada en la parte oriental (algo así como el 30% del terreno), cuentan con mucha agua y la tierra cultivable es aproximadamente 1.4 millones de km2. China tiene una parte oriental potencialmente muy próspera, y una parte occidental muy problemática, juzgando exclusivamente por la naturaleza.
2-Factor humano.
Hay actualmente más de 1.3 miles de millones de chinos, la mayor población del mundo. El violinista en el tejado es una hermosa película que retrata la vida de los judíos en Rusia hacia 1880, donde llegaban visitas a casa de Tevye, el lechero del pueblo, personaje principal y padre de cuatro hijas. No era rico y le pedía a Dios aunque fuera un poco de riqueza, pero aceptaba con filosofía su destino y se apegaba a las tradiciones de su pueblo. Cuando regresaba a su casa y la esposa le informaba que tenían visita, hacía un gesto de desesperación y levantaba los brazos al cielo preguntando qué le iban a dar de comer al visitante, pero al final decía con resignación otra visita, una bendición más. Quizá los dirigentes chinos que quedaron al frente del país cuando Mao murió en 1976 pasaron directamente del materialismo histórico a considerar que tener tanto chino no significaba necesariamente un problema, sino una bendición por el potencial que tantos brazos y tantas cabezas representaban. En otras palabras, una enorme población puede verse como un gran problema: cómo alimentarlos, o como una gran oportunidad: mano de obra abundante.
Las noticias chinas en 1980, cuando Den Xiaoping se hizo del poder, eran alarmantes: el país estaba sumido en el hoyo, la economía estancada, amenazas de hambruna, los inventos socialistas de Mao habían traído muerte y miseria, tenían a la vista una realidad que se oponía al Materialismo Histórico, y esta realidad consistía en que el hermano mayor socialista, la URSS, no había avanzado tanto como el peor de los capitalistas, EEUU. Podían darle cuerda al argumento marxista de que el Socialismo se construye en varias etapas y que al principio hay que hacer sacrificios, pero la realidad es que se necesita mucha fe para aguantar estos sacrificios a lo largo de generaciones, con la esperanza de que los tataranietos vayan a gozar de una vida mejor. La teoría marxista se veía bien en 1949 pero habían pasado treinta años y hasta el momento, con la colaboración de Mao, lo que se había conseguido era paz y orden en China, pero no prosperidad.
Fue por esa época que se publicó el artículo que de una vez por todas echaba por tierra los argumentos marxistas, al declarar la práctica es el único estándar para examinar la verdad. Habiendo aceptado esto, el siguiente paso era comparar los resultados del capitalismo vs. los del socialismo, evaluarlos y pensar que aunque el socialismo declara mayor preocupación por el pueblo, mientras que el capitalismo se preocupa por la riqueza y facilita el camino a los más aprovechados o afortunados, a pesar de eso, el capitalismo produce mayor bienestar que el socialismo. Es un razonamiento muy general y muy simplista, pero estaba al alcance de cualquier chino informado de lo que pasaba en el mundo, por ejemplo los jerarcas del Partido Comunista. Los que decidieron cuestionar la ortodoxia marxista e hicieron un razonamiento semejante a nuestro dicho primero comer que ser cristiano fueron los reformistas, quienes buscaron una salida no estándar a los problemas que China había experimentado durante sus años de socialismo, y para los que no se veía una solución dentro de la ortodoxia marxista.
Estos líderes hicieron cuentas y observaron que los 1,000 millones de chinos que querían comer eran el doble de brazos que estarían dispuestos a trabajar si se les ofreciera un trabajo, aunque no fuera muy bien pagado. Pensaron, en otras palabras, que lo que China podía ofrecer era mano de obra abundante y barata.
Aquí entra de lleno el capitalismo, porque salvo excepciones honrosas, el capital no tiene más patria que el dinero, y si a un empresario le resulta más rentable producir en China que en Chihuahua, se llevará sus maquiladoras a China. El gobierno chino aprovechó la necesidad del capital mundial de producir al menor costo posible, abaratando el costo de la mano de obra, y ofreció facilidades a los empresarios del mundo para instalarse en territorio chino. El resultado es que China se convirtió en uno de los países que más inversión extranjera han atraído, y en el primer exportador mundial (US$2,131,000,000,000 en 2011).
China organizó varias ciudades (Shangai, Tianjin, Guangzhou, Chongqing, etc.) cerca de la costa oriental para que los extranjeros pudieran establecer ahí sus fábricas, utilizaran la mano de obra abundante y barata local, y tuvieran cerca puertos para exportación. El atractivo para los inversionistas fueron las facilidades para instalarse, adquirir o rentar terreno, tratamiento favorable en impuestos (las facilidad habituales que los gobiernos ofrecen a los inversionistas) más el hecho único de contar con todos los chinos que quisieran para emplearlos en sus fábricas. China tenía superabundancia de mano de obra barata y decidió aprovecharla, ofreciendo de esa manera una salida a la necesidad de trabajo de su población y consiguiendo así una forma de obtener ingresos para el país.
En mi opinión el milagro chino de sus grandes números en economía es fundamentalmente el aprovechamiento de sus grandes números en población. El siguiente cuadro, con estadísticas del Banco Mundial, nos dice de una manera indirecta por qué es tan atractivo invertir en China:
Ingreso diario percápita en 2008 |
||
Ingreso diario en dólares | % de la población | población |
< US$1.25 | 13.1 % | 172 millones |
< US$2 | 29.8% | 394 millones |
< US$2.5 | 39.9% | 528 millones |
< US$4 | 62% | 821 millones |
< US$5 | 71.6% | 948 millones |
Estos datos nos indican que la mano de obra en China es extraordinariamente barata, y con esto, se vuelve enormemente atractiva para el inversionista: en 2010, según CIA World Factbook, había $574,300,000,000 en inversión extranjera directa en China. No es ninguna sorpresa que con estos números, muchísimas fábricas en todo el mundo (como iPhone) hayan ido a establecerse en China. El potencial que representan los cientos de millones de chinos que aceptan con gusto un trabajo, aunque la paga los coloque en una estadística como ésta, produce más de dos millones de millones de dólares en exportaciones de China al mundo. China le está dando al Occidente capitalista una sopa de su propio chocolate, al hacer jugar a su favor a las reglas del capitalismo, en este caso la oferta para el inversionista de pagar el menor costo posible en mano de obra.
El pueblo chino llevaba acumulados, hacia 1980, unos 150 años de calamidades; al ofrecerles los gobernantes una salida, aunque fuese en la forma de trabajo en fábricas de extranjeros, tomaron esa alternativa y la aprovecharon para obtener un trabajo que de otra forma no hubieran tenido.
Internamente, los líderes dieron el primer paso de la serie de reformas económicas liberando a la agricultura del peso de las improductivas comunas que Mao había vuelto mandatorias para el campesino: los terrenos comunales se dividieron en lotes más pequeños, los productores tuvieron el estímulo de producir para vender y la libertad de elegir lo que querían sembrar. Una vez que se liberó al campo de la camisa de fuerza de la comuna y se dejó jugar al interés de los particulares, el campesino chino hizo producir la tierra y aprovechó las condiciones benéficas que la naturaleza le había otorgado. El país se ha convertido en el primer exportador de productos agrícolas. La agricultura en China también es de uso intensivo de mano de obra, y emplea a más de 300 millones de personas, aproximadamente la población total de EEUU.
El gobierno chino ha conservado el control de algunas áreas importantes: la banca, telecomunicaciones (no hay canales de tv privados), el petróleo, pero el país está abierto para que pueda producirse ahí prácticamente cualquier tipo de artículos que el mundo quiera comprar. Explícitamente digo aquí “que el mundo quiera comprar”, porque la mayoría de esos productos, dados los bajos ingresos del pueblo chino, no están a su alcance. Este es uno de los problemas que aquejan a China actualmente: es un país de gigantescos números macroeconómicos, pero internamente existe una gran pobreza. Por supuesto que hay avenidas y puentes y rascacielos en Shangai y muchas ciudades de la costa, pero la disparidad geográfica entre Oriente y Poniente está reflejada en el nivel de vida de sus respectivos pobladores, y esto origina muchos problemas, como una tendencia de la población a emigrar hacia las ciudades de la costa, donde hay mejores oportunidades para vivir. Actualmente está estimado que existen 250 millones de chinos emigrados hacia las ciudades, un fenómeno que causa una infinidad de problemas a las autoridades. Viendo los números macroeconómicos China es impactante, viendo su microeconomía es preocupante. Los retos que enfrenta China, junto con una perspectiva de lo que podrá suceder en el futuro próximo los trataré en el siguiente y último artículo de la serie.
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