La serie de tv Commander in Chief presenta a la primera presidenta de los EEUU, Mackenzie Allen, actuada por Geena Davis. Ella llega al poder por accidente, ya que es una política independiente (sic) y fue propuesta como compañera de campaña por el presidente Bridges, republicano, quien muere siendo presidente y hereda el puesto a Allen. Ella había sido representante por su estado (Connecticut) y era rectora de una universidad cuando le proponen regresar a la política. Después de ganar, la vicepresidenta pierde su valor para Bridges, puesto que nada más la quería para ganar votos, y empieza a pensar cómo deshacerse de ella, ayudada por el Speaker of the House, interpretado por Donald Sutherland, republicano. Pero la muerte sorprende a Bridges a mitad de su mandato, y solamente alcanza a pedirle a Mackenzie Allen que renuncie, para deje el lugar al siguiente en el turno, el Speaker.
Hay una escena muy interesante en donde Donald Sutherland le dice a la vicepresidenta que debe renunciar. Ella había preparado ya su discurso de renuncia, pero escucha al Speaker preguntarle que cuáles son sus razones para ser presidenta; ella contesta que “para hacer las cosas bien”, etcétera, el discurso consabido de cada político. El Speaker la interrumpe y le dice que si no quiere el poder y estar en el puesto más importante en el mundo entero; ella le contesta que no, y el Speaker le dice que ese es el problema, que la presidencia debe buscarse por el poder en sí, y continúa con su discurso en torno a lo gratificante que puede ser la presidencia. Continúa hablando exaltadamente y comete la enorme torpeza de hablar machistamente enfrente de una mujer que aprecia mucho su género, utilizando una expresión soez (“ella se abrió de piernas…”) para referirse a una mujer ausente. Ahí, precisamente con ese desprecio mostrado por el Speaker por las mujeres, pierde el Speaker la presidencia.
Allen toma el juramento y se convierte en Presidenta. A partir de ese momento la serie se convierte en una lucha maniquea entre los buenos, representados por Allen, contra los malos, lidereados por el Speaker. No podía ser de otra manera en una serie norteamericana hablando de su propio presidente: cuando toma posesión se reúne Allen con el gabinete heredado, muestra la renuncia de uno de ellos y pregunta educadamente a todos si quieren continuar: no quiere hacer cambios, les ofrece continuar. Poco a poco, a lo largo de los episodios, los caracteres desdibujados de algunos de ellos van enseñando el cobre o su incompatibilidad con la presidenta, y se van por su propio pie, o renunciados por la jefa.
La serie intenta mostrar el lado humano de la presidenta, en una forma que ni es realista ni la favorece. Por ejemplo, prácticamente en todos los episodios hay algún incidente con su familia: el esposo, el hijo mayor y las dos hijas. Al marido le inventa Allen un puesto en el gabinete (director de proyectos estratégicos), pero antes de que pueda mostrar el Primer Caballero qué entiende por proyectos estratégicos, alguien le pone una droga en la bebida que toma en la sede del Partido Demócrata, sale tambaleándose de la reunión, trastabillea y se sujeta, sin querer, del pecho de una joven demócrata que también salía del evento. Los fotógrafos, también sin querer, fotografían la mano del Primer Caballero donde no debía estar y al día siguiente es un escándalo nacional en la prensa. Allen se enoja con el marido, lo acusa de haber bebido de más, él se defiende, etc., y al final encuentran que efectivamente le habían adulterado la bebida, final feliz del episodio. Pero más adelante el Primer Caballero se da cuenta de que no puede ser justo, equitativo, honesto, realista, objetivo, colaborador (sigue un rosario de virtudes…) que la Presidenta esperaría de alguien en su puesto, y renuncia, conformándose con ser el Primer Caballero.
El asunto de los hijos está peor. El hijo es un joven guapo, tonto y noble, que apoya a su mamá en todo. La hija mayor es una joven guapa, inteligente y egoísta en su versión adolescente, que no acepta el trabajo de su madre porque tiene que estar en una “estúpida escuela” (una escuela del gobierno) y no puede salir a los antros como todos sus amigos. La hija mayor detecta que su diario se perdió cuando el Servicio Secreto los mudó a la Casa Blanca, y habla en términos obscuros acerca de intimidades que no quiere que nadie las lea; todo mundo se alarma –léase: emergencia nacional- y mandan a los agentes a buscar bien el diario, no lo hallan, empiezan a hacer un plan de defensa por si alguien lo saca en la prensa, cuando la hija pequeña pregunta “¿qué es virgen?”, porque leyó esas palabras en el diario de su hermana, ella lo tiene; la hermana mayor se sonroja y se enoja, pero todos respiran tranquilos. En otro episodio la pareja presidencial está a punto de recordar que son marido y mujer, cuando la hija menor llega a la habitación diciendo que no puede dormir. En otro episodio los hijos mayores aprovechan una gira de los padres para invitar a sus amigos a la Casa Blanca, y cuando se termina la fiesta descubren que falta una de las hojas del Discurso de Gettysburg, una famosísima pieza de oratoria que pronunció Abraham Lincoln al terminar la Guerra de Secesión. Otra emergencia nacional: hablan a todos los amigos y nadie la tiene, buscan debajo de las alfombras, en todos lados, temen lo peor. Al final, resulta que la hermanita menor la había tomado, la regresan a su lugar, deciden echarle tierra al asunto y cuando regresan los padres les informan que todo estuvo bien en su ausencia. Tres veces al hilo, la hija pequeña hace una broma inocente que está a punto de causar una catástrofe, así de imaginativos son los guionistas de la serie.
Tampoco por el lado político tiene interés la serie. La lucha de la Presidenta por hacer las cosas bien se limita en la rivalidad que existe entre ella y el Speaker, quien le pone en el camino todas las piedras habidas y por haber, pero que con la inteligencia de Allen, su buena voluntad y la intervención de la Divina Providencia se resuelven a favor de la causa noble, representada por la presidenta. Prácticamente todos los episodios son así: una lucha del bien contra el mal en donde al final triunfa el bien. Ya sea la nominación para vicepresidente a un militar honesto (que los republicanos quieren rechazar) como situaciones de emergencia en distintas partes del mundo, en donde ciudadanos americanos se ven amenazados por las fuerzas del mal, todas terminan con un resultado positivo.
Yo me pregunto qué presidencia y qué país están descritos en esa serie, donde los caracteres están tan pobremente dibujados (salvo Allen y el Speaker) y tan perfectamente alineados con el bien o con el mal. Por ejemplo, una ausencia notable en la serie es el poder de las grandes corporaciones, puesto que solamente en uno de los episodios aparece la asistente del Speaker que acaba de ser despedida pero ya se encontró un trabajo donde le pagan mejor, como miembro de un grupo de lobbying, quizá la fuente de empleo más importante en DC. Viene al caso la experiencia del actual presidente Barack Obama, que en época de elecciones habló en contra de los excesos de la banca, que originaron el crack 2008, y actualmente tiene en puestos financieros claves a las mismas personas que tuvieron un papel protagonista en el crack, ya sea aprovechando la falta de regulación (altos ejecutivos bancarios, como Robert Rubin) o permitiendo abusos bancarios (los que estaban en puestos claves financieros en la Administración Federal, como Larry Summers, Ben Bernanke y Timothy Geithner). Personalmente creo que Obama es un político bien intencionado –como nos tratan de presentar a Allen en la serie-, que cuando llega al puesto más importante en el mundo (según la serie), se encuentra con tantos compromisos y tantas ataduras (según la realidad) que se ve imposibilitado para resolver el que es probablemente el primer problema en el mundo actual, el ordenamiento financiero.
Pero los problemas más sencillos sí los puede resolver Allen, por ejemplo extrayendo sin novedad en el frente a la tripulación de un submarino que estaba haciendo actos de espionaje en aguas coreanas, y que encalló en el fondo del mar. Lamentablemente, la serie tampoco califica para serie de acción: todos los episodios en que podría haber alguna participación de Seals, comandos, etc., nada más platican sus hazañas, y nos quedamos al final sin la adrenalina y conducidos directamente al melodrama, contemplando la cara triste de la presidenta que hojea el curriculum de los soldados que perecieron en esa acción.
En resumen, la serie se queda corta por dondequiera que usted la vea. Si le interesa la glorificación de la presidencia de un país que no existe, ver hijitos malcriados corriendo en los pasillos de la Casa Blanca, o regocijarse porque el malo de la película, el Speaker, nunca consigue sus objetivos, vaya y réntela. De otra manera, mejor rente la versión original de Blanca Nieves.
Commander in Chief, serie de tv norteamericana. Actúan Geena Davis (Presidenta Mackenzie Allen), Donald Sutherland (Nathan Templeton, Speaker of the House) y otros que es preferible olvidar. Consta de 18 episodios y una única temporada, gracias a Dios.
 

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