La última película de Clint Eastwood es la biografía de un norteamericano que obtuvo su fama como soldado, convertido en héroe nacional y también en mártir, puesto que fue muerto por un amigo suyo en Texas, tiempo después de regresar de misiones en Irak.
La película es básicamente un retrato de Chris Kyle, un francotirador. Está narrada casi linealmente, con unas pocas reminiscencias de infancia y juventud en las primeros minutos, y se centra en la vida y pensamientos de Kyle; más bien dicho, en los pocos pensamientos que se le conocen, dos para ser precisos: hay que servir a la patria, hay que cuidar la familia. Con una fotografía elemental y una música que ni autor mereció, vemos a un joven fuerte y violento, pero que canaliza su violencia a mejores fines, como defender a su hermano y correr de la casa de la novia al Sancho, sin las represalias que se acostumbran en el caso. En una escena anodina, abundante en las películas norteamericanas, el héroe conoce a la heroína en un bar, la convence con su honestidad y empiezan una relación que durará la vida de él. Los acontecimientos del 11 de septiembre y los ataques a embajadas norteamericanas reafirman su convicción de que su país y él están siendo atacados y reafirman su deseo principal: to serve my country. Es enviado a Irak, donde participa en varias misiones como francotirador, anotándose varios cientos de enemigos muertos que lo convirtieron en el francotirador más mortífero de la historia. La película intenta crear algo de tensión mediante un duelo entre Kyle y un francotirador rival, junto con el objetivo de terminar con un jefe de al-Qaeda, pero la película no es una historia con un gran argumento, sino una serie de instantáneas de la vida de un soldado norteamericano en Irak.
La película ha resultado un éxito de taquilla, por la razón natural de que acierta en uno de los puntos sensibles de Estados Unidos: la vida de un héroe que mató a muchos enemigos sirviendo a su país. También está la veneración norteamericana por las armas, y estoy seguro que gracias a esa película las ventas de los rifles que utilizaba Kyle en sus misiones también gozan de un boom, como la película. La otra gran virtud de esta película es que se trata de pure entertainment: el objetivo es divertirse y ejercitar a conciencia el arte de no pensar, dejándose llevar por la hazañas del héroe y sufriendo cuando está en peligro.
Kyle es presentado como el hombre ideal para su gobierno. Ante todo es un patriota y está presto a entregar su vida al servicio de su país; odia a los enemigos de Norteamérica, y ante la imposibilidad de establecer por sus propios medios quién es amigo y quién enemigo, acepta lo que las autoridades le indican: al-Qaeda y sus aliados son enemigos, y cuando tiene que matar a un niño que se acerca con una granada, está cumpliendo su trabajo. Su visión del mundo es matar o morir, no cuestiona las órdenes de sus superiores ni el criterio de sus gobernantes. Se ha convertido en una máquina de matar que elimina cualquier otro pensamiento o sentimiento, inclusive las reiteradas quejas de su esposa, diciendo que ya ha servido bastante a su país. Kyle es el norteamericano ideal, desde el punto de vista del DOD (Departament of Defence).
Como corresponde a un francotirador, su personalidad es tranquila, no tiene exabruptos y el pulso no le tiembla. El actor que representa a Kyle (Bradley Cooper) tiene apariencia de bonachón, con una especie de sonrisa en su rostro que dura toda la película. Yo creo que parte de la serenidad que se le ve a Kyle radica en el hecho de que puso on hold su cerebro y todos sus sentimientos con respecto al enemigo, excepto la convicción de que son un peligro para EEUU, que lo quieren destruir y por lo tanto hay que matarlos. Estaba efectivamente comprometido con sus compañeros en guerra, y cuando regresó a su país ayudaba a otros ex combatientes menos equilibrados que él a superar el estrés postraumático; uno de ellos lo mató en una excursión, paradójicamente con una de las pistolas de Kyle; con otra pistola (también de Kyle) mató a otro amigo, y todavía los dos muertos portaban sus armas en el cinto; un final digno de la 2ª Enmienda.
La película es caldo de cultivo para la visión maniqueísta que promueven los Estados Unidos: el mundo está dividido en buenos y malos, con un enfoque militarista que obliga a un observar los sucesos internacionales en términos de peligros, acechanzas, luchas, triunfos y derrotas, donde no hay cooperación sino subordinación. Esta división en blanco y negro, casualmente, coincide con la visión antigua del catolicismo cuando dividía al mundo en fieles e infieles, y organizaba expediciones militares (como la conquista de América) para salvar el alma de los pobres indios, entre otros fines. También es semejante a la visión tradicional musulmana de dividir al mundo en dar al-Harb (reino de la guerra) y dar al-Islam (reino del Islam), que dependiendo de quién lo diga, es nada más hablar de musulmanes y no musulmanes, o bien, tomar literalmente el sentido de dar al-Harb: son las regiones fronterizas con dar al-Islam, donde sus líderes son advertidos, bajo amenaza de invasión, de convertirse al Islam[1]. Trabajosamente la humanidad ha ido aprendiendo a lo largo de los siglos que es preferible una coexistencia pacífica, pero no todos los líderes lo entienden así.
Clint Eastwood se fue por la vía fácil: narrar linealmente la vida de un héroe actual, describiendo algunas de sus aventuras, en vez de aprovechar la ocasión para el análisis, la crítica y la reflexión; en otras palabras, se decidió por el cine de masas en vez del cine de arte. La vida de un soldado de cualquier nacionalidad y de cualquier época, que ha matado y que ha visto a la muerte tomar a sus compañeros, puede ser motivo de una reflexión profunda sobre la vida, la sociedad, el deber, el compañerismo y la muerte; dos de las características que yo pondría para poder considerar profunda esa reflexión, son la de tomar en cuenta el punto de vista del enemigo, y observar de cerca a los soldados como personas, no nada más como máquinas de matar. Pero a un país que está tratando de conservar a toda costa su imagen mundial de paladín de la democracia, estas reflexiones podrían parecer inoportunas, y en todo caso, al pueblo pan y circo; esto es lo que nos ha dado Clint Eastwood (y ha ganado mucho dinero con la película).
[1] The Oxford Encyclopedia of the Modern Islam, Vol. I, pág. 337. Oxford University Press, Oxford and London 1995.
26.2.2015
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