1-Antecedente: la compra de Florida
Casi dos siglos después de que fuera promulgada en 1823, en todo el mundo (incluida Norteamérica) se reconoce que la manera correcta de expresar esa doctrina es América para los Norteamericanos, y que todo fraseo diferente es un eufemismo. Unos pocos años antes, en 1817, el episodio de Florida demostró que la voluntad de EEUU era apropiarse de todas las partes de América que pudiera. Con los años fueron aprendiendo de los nuevos eventos y de las realidades del continente, adaptando esta política de apropiación a formas más disimuladas, pero en el fondo, esa fue la Doctrina Monroe desde un principio: declarar que se reservaban el continente para su propio beneficio.
Cuando Inglaterra aceptó la independencia de las 13 Colonias en 1783 nació un país que incluía toda la costa Este de su actual territorio, excepto Maine al norte y Florida en el sur, que estaba en manos de los españoles, pero con un dominio muy débil, en sólo 3 ciudades. Esa zona estaba también habitada por indígenas seminolas, que vivían de la pesca y la caza. Había un par de aventureros escoceses que comerciaban con ellos, Arbuthnot y Ambrister, que incitaron a los seminolas a atacar a los colonos de EEUU por algún conflicto de tierras; los indígenas mataron y les quitaron el cuero cabelludo a algunos colonos. El gobierno en Washington se alarmó y ordenó al general Andrew Jackson reclutar fuerzas entre la milicia del estado de Tenessee para castigar a los culpables; el presidente Monroe dio órdenes ambiguas (acabar con el problema) a un general que era muy agresivo, y pasó lo esperado: Jackson realizó tan bien su encargo que acabó con los indios, ahorcó a los aventureros escoceses incitadores, llegó hasta los fuertes españoles, los tomó y los destruyó, corrió a los militares españoles y acabó con la presencia armada de España en Florida. Esto sucedió en 1817-18, y cuando Jackson regresó a Tenessee lo aclamaron como héroe, pero en Washington tenían que pasar por el ritual del desgarramiento de vestiduras antes de legitimar lo que había hecho Jackson: se pronunciaron discursos en pro y en contra, y ganaron los que tenían que ganar, los que aceptaron con resignación que Florida debía ser parte de los EEUU. La imagen de Monroe quedó salvada, puesto que él había dicho que acabaran con el problema, no que corrieran a los españoles.
Faltaba arreglar el asunto con España, que era el dueño oficial. Para este país, una posesión allá en las Américas que no podría defender era una situación bastante incómoda, así que en 1819 aceptaron US$5 millones por el territorio de Florida y firmaron el Tratado de Adams-Onís, que cedía Florida a EEUU y fijaba los límites entre EEUU y la Nueva España, trazando una línea al norte de Texas, Nuevo México, Arizona y California. Unos pocos años después, cuando México alegaba que esos territorios eran suyos gracias a este Tratado, los norteamericanos alegaron que como había sido firmado con España y no con México, entonces había que empezar desde cero y definir nuevamente la frontera entre EEUU y México.
2-El contexto de la Doctrina Monroe.
Cuando EEUU compró Florida en 1819, había dos países independientes en América: EEUU y Haití, pero en el curso de cuatro años se habían declarado independientes casi todas las antiguas posesiones españolas y portuguesas, que buscaron desde un principio el reconocimiento de EEUU como una especie de hermano americano ejemplar, el primero que había obtenido la independencia. EEUU analizó que le convenía más tener de vecinas a nuevas repúblicas que no estarían ligadas a las potencias europeas, y dio el reconocimiento. Europa vivía los años de la Restauración, luego que el Congreso de Viena había logrado un acuerdo entre las monarquías europeas para ayudarse entre ellas contra cualquier intento republicano, escarmentadas por la experiencia de la Revolución Francesa. En 1823 Francia invade a España para liberar al rey Fernando VII de una constitución republicana, y a los norteamericanos les empieza a entrar la paranoia de que Francia y España van a invadir las antiguas colonias españolas, y con los 4 millones de km2 que ya poseían (ya eran el segundo país del mundo en extensión), se sienten amenazados de ser rodeados. Para confirmar sus sospechas, Rusia extiende los límites de Alaska, que en ese momento era rusa, hasta bastante más al sur, cerca de donde hoy está Vancouver.
Así que por un lado EEUU empieza a sentir claustrofobia y por otro lado Inglaterra se alarma porque Francia y España puedan recuperar poder en América Latina, en donde tenía ya puestos sus ojos como un territorio con enorme oportunidad de negocios; Inglaterra se había adelantado a los tiempos y se dio cuenta que en el futuro, junto con las conquistas territoriales, los negocios serían la mayor fuente de riqueza para las naciones. El Primer Ministro Canning propone al gobierno de EUU emitir una declaración conjunta en donde digan que se oponen a cualquier intervención armada de Francia y de España en Latinoamérica, pensando en que en Washington verían con buenos ojos contar con el apoyo de su flota para evitar la amenaza de reconquista española.
Canning tenía razón, pero nada más planteó la mitad de la verdad: la otra mitad la analizó y la vio con claridad el Secretario de Estado John Quincy Adams, uno de los más inteligentes que han tenido en EEUU. Se dio cuenta de que en Latinoamérica había dos problemas potenciales: 1) que fueran recuperados por España, 2) que Inglaterra les ganara el lugar comercialmente hablando. Es decir, les convenía aceptar la propuesta de Inglaterra, pero no para lo que Inglaterra quería (hacer negocios con Latinoamérica) sin nada más para lo que Inglaterra declaraba (no permitir a Francia y España intervenir militarmente), y lo que finalmente propuso Adamas fue emitir una declaración unilateral.
El presidente Monroe estaba en un aprieto ya que había opiniones contra la de Adams, y buscó consejo en Jefferson, quien le contestó en una carta famosa donde le dice con toda claridad que los europeos no deben meterse con los asuntos de América y que EEUU podría apropiarse de otros territorios, por ejemplo Cuba (la carta se encuentra traducida en este sitio). Al final ganaron la partida Adams y Jefferson, y el 2 de diciembre de 1823 Monroe pronunció su famoso discurso en donde establece su doctrina. Los puntos relevantes son los siguientes:
1) Los sistemas de gobierno de Europa (monárquicos) y de América (republicanos) son fundamentalmente diferentes.
2) Las potencias europeas no deben intervenir militarmente en América.
3) EEUU considerará como un acto de agresión cualquier intervención militar europea en América.
4) EEUU no se meterá en los asuntos europeos.
5) Los países latinoamericanos van a seguir el modelo de gobierno norteamericano.
En 2011 oímos hablar del poder militar norteamericano y nos imaginamos bombas nucleares y portaaviones, pero en 1823, desde el punto de vista militar la amenaza de EEUU era una bravata, puesto que no tenían una buena armada, y no podrían hacer nada en la práctica si los ingleses invadieran por ejemplo Argentina. Pero Adams aceptó correr el riesgo y ganó. Su gran acierto fue hallar la manera de convertir un problema en oportunidad: él sabía que la posibilidad de una intervención armada europea en América era muy pequeña, entre otras cosas porque estaban ocupados con sus propias enemistades, y por lo tanto que la paranoia norteamericana de claustrofobia era exageración, pero capitalizó ese sentimiento y lo aprovechó en ventaja de EEUU, diciendo básicamente “Europa, fuera de América”, para quitarse de encima, de una vez por todas, a los únicos países que en ese momento podrían hacerle sombra a la política futura de EEUU, cualquiera que fuese ésta.
3-La evolución de la Doctrina
Las palabras de Monroe se convirtieron en un comodín que las autoridades norteamericanas han utilizado en dos siglos cuando lo han creído conveniente para responder con una base ideológica a los intentos o posibles amenazas de presencia europea en América. El capital político se la doctrina se colmó a medida que EEUU fue adquiriendo (por el medio que fuera) el resto de su actual territorio. El primer caso fue Texas, en donde colonos norteamericanos se habían asentado en un territorio descuidado por la Nueva España y por México, y donde finalmente, apoyados con gente y armas por el gobierno de EEUU, conquistaron su independencia de México. Inglaterra quiso aliarse con la República de Texas, y ahí les cayó como anillo al dedo la Doctrina Monroe para espantar a los ingleses. Sin esta doctrina de por medio, conquistaron California, Nuevo México y Arizona. Quedaba el Territorio de Oregón, con débiles reclamos de pertenencia por parte de Inglaterra y de Rusia; no hubo necesidad de armas, la doctrina y algunos dólares resolvieron el problema. Finalmente, compraron Alaska a Rusia en 1867. La doctrina también les vino a la mano cuando la guerra con España para liberar a Cuba, y les vino también a la mano en la crisis de los misiles de 1962, pero no pudieron liberar a Cuba del dominio soviético.
A medida que fueron agrandando su territorio durante el S. XIX, la doctrina perdió peso como comodín para reclamos territoriales, y entonces los dirigentes norteamericanos le hicieron cirugía plástica para convertirla en algo más general. Hacia 1900 el presidente Roosevelt invocó la doctrina para decir que EEUU podía intervenir en Latinoamérica cuando hubiera “flagrantes y crónicas malas acciones en un país latinoamericano”, lo que en términos prácticos es cualquier cosa que le parezca mal a EEUU.
Y finalmente se quitaron la máscara en 1928, cuando el subsecretario de Estado J. Reuben Clark dijo que EEUU podía intervenir militarmente en cualquier país de Latinoamérica sin necesidad de ninguna doctrina, simplemente por su derecho a resguardarse. No únicamente eso, sino que EEUU podía hacerlo en nombre de los países latinoamericanos.
4-La Doctrina Monroe, hoy
Actualmente ya es muy raro que sea invocada, por dos razones principales: 1) los países más poderosos han encontrado que el dominio económico de un país les proporciona enormes ventajas, sin la necesidad de incorporarlo a su propio territorio, 2) en este momento nadie se le puede poner al tú por tú a los Estados Unidos. La doctrina se convirtió con los años en “una raya más al tigre”, hablando de las acciones tendientes al crecimiento y a la hegemonía que EEUU empezó a realizar a partir de la compra de Luisiana en 1803.
En mi opinión, más que una doctrina es una declaración unilateral de intenciones de hegemonía, es algo totalmente pragmático que lo han utilizando cuando han querido y como han querido. Si buscamos una ideología en el sentido de convicción del pueblo, algo que forme el carácter de los norteamericanos, algo en lo que EEUU crea, esto se encuentra mucho mejor representado en la teoría del Destino Manifiesto, que intenta definir al pueblo norteamericano, sus orígenes, su misión, embarrando de paso a Dios, puesto que dicen que fue precisamente Él quien les dio ese destino. Es un tema profundo, mucho más interesante que la pragmática Doctrina Monroe, y que será objeto de otro artículo.