La educación en México sigue siendo, antes y después de que Justo Sierra fundara la UNAM en 1910, uno de los grandes problemas del país. Nuestra máxima casa de estudios sigue siendo la UNAM, con autonomía y patrimonio propio, tan autónoma como se lo permite el presupuesto que tiene que negociar cada año, y el Estado ha cargado con el honor y la responsabilidad de sostener a las universidades públicas del país; hay que decir también en honor a la verdad, que ha hecho un esfuerzo muy grande para sostener a las universidades que se tenían hace unos 40 años, y crear muchas más.
Tomando como ejemplo Aguascalientes, los estudiantes que terminaban la preparatoria a principios de los setentas tenían dos opciones: buscar en otra ciudad alguna universidad, o quedarse sin carrera. En esa época la máxima casa de estudios era el IACT, la actual prepa de Petróleos, que había ido creciendo en alumnos e instalaciones, hasta que hacia 1972, Humberto Martínez de León tuvo el tino, la visión y el empuje para obtener del presidente Echeverría la ayuda económica necesaria para convertir el IACT en UAA, la primera universidad en este estado. Ahora hay muchas otras universidades, que atienden a alumnos de varias carreras, de diferente solvencia económica y de diferente vocación por el estudio. Gracias a ese cambio, Aguascalientes dejó de ser exportador de estudiantes y ahora está al nivel de las ciudades medias del país, con una mezcla equilibrada de estudiantes locales y foráneos.

Actualmente, a pesar de tener ya N universidades (UAA, ITESM, UB, UVM, UC, UT, UPA, UConcordia), no hay manera de aceptar a todos sus aspirantes, y esta situación es catalizador para ampliar las universidades que ya existen, o para crear otras nuevas. El año pasado, con la presuntamente temible epidemia de influenza, surgieron varios negocios, como el gel antibacteriano y los tapabocas. Este año, los últimos 20 y seguramente los siguientes 50, estará presente otra oportunidad de negocio: crear una universidad, porque la demanda de estudios universitarios seguirá creciendo y las universidades que tenemos ahora, igual que lo hacen ahora, seguirán rechazando estudiantes por razones de cupo. ¿Qué clase de universidades se crearán o llegarán a Aguascalientes? No lo puedo asegurar, pero sí creo que habrá muchas nuevas universidades patito, que simplemente siguen las leyes del libre mercado y aprovechan una demanda de estudios superiores que no pueden satisfacer las universidades que ya existen.
Por otro lado, la obtención de un título universitario afirma una cosa importante y espera algo todavía más importante. Lo que afirma es que el recién egresado cuenta efectivamente con la preparación adecuada; lo que se espera es que consiga trabajo acorde a su profesión. En mi opinión, tanto la afirmación como la esperanza son cuestionables. Se hizo recientemente un estudio del manejo del lenguaje español a los estudiantes de los últimos años de cierta universidad local, y los resultados fueron realmente desastrosos, porque indicaban deficiencias básicas en el manejo del lenguaje. Las partes elementales, como ortografía y redacción, eran francamente deplorables. Las habilidades para expresar ideas propias o para transmitir adecuadamente ideas tomadas de otros lados, como un libro, un artículo o una película, también resultaron terribles. Espero que el lector esté de acuerdo que la capacidad para transmitir adecuadamente las ideas es un asunto que está en la base de cualquier actividad profesional. Mi empresa se dedica al desarrollo de software; después de algunos años de recibir a egresados de diferentes universidades para trabajar con nosotros, terminé por perder la esperanza y decidí contratar a estudiantes, basándome en un razonamiento simple: de todas formas les teníamos que enseñar, y nos salían más baratos. Los problemas de desocupación actuales, ampliamente conocidos, son uno más de los argumentos que cuestionan la viabilidad de conseguir trabajo, una vez terminada la universidad.
En resumen, la enseñanza universitaria en esta ciudad enfrenta un doble problema: 1) los graduados salen medianamente preparados. 2) los graduados tienen muchas dificultades para conseguir trabajo. Es decir, por un lado se hace un gran esfuerzo social por dotar de universidad a una cantidad grande de jóvenes, pero para prepararlos mal y para que no consigan trabajo. Sustituya usted Aguascalientes por Morelia, Chihuahua, Mérida, Culiacán, Hermosillo, Villahermosa, etc., y le aseguro que obtendrá resultados similares. Y aclaro: que ninguna ciudad se sienta discriminada de esta lista.
Con el respeto que merecen, las certificaciones que se han puesto de moda no dicen gran cosa. Lo que habla de una universidad son sus egresados, bien o mal preparados, exitosos o no en su carrera profesional. Actualmente, ninguna universidad puede alegar una exitosa colocación de sus estudiantes en el mercado de trabajo. Hace unos pocos años, antes de esta crisis, un amigo mío de Monterrey publicó un anuncio en el periódico para contratar agentes de ventas; yo vi los curricula, donde aplicaban para el puesto administradores, abogados, ingenieros, químicos, etc., de todas las universidades locales. Creo que todos hemos sido servidos por algún taxista que “cuando tenía trabajo” era ingeniero, o licenciado, o contador. En mi opinión, las certificaciones son adecuadas para lo que le servían los doctorados honoris causa que le otorgaban a Einstein: para decorar las paredes. El énfasis de cualquier universidad que se respete debe estar en los tres fines de esas instituciones: enseñanza, investigación, difusión de la cultura.
Se ha hecho un deporte nacional el culpar al Estado de todos los males de nuestro país. Yo difiero de esta opinión: pienso que el Estado no es el culpable de todos nuestros males, puesto que nosotros mismos como ciudadanos compartimos esa responsabilidad. Por ejemplo, analicemos el problema de la gran demanda de estudios universitarios, y la incapacidad de las universidades actuales para satisfacer esa demanda. Quiere decir, poniéndolo en números, que este año hay digamos 5000 jóvenes que quieren ingresar a las universidades locales, y nada más existen 4000 lugares disponibles (estoy suponiendo que los 5000 jóvenes aprueban el examen de admisión, otra suposición aventurada). En otras palabras, nuestra sociedad está creando una población que no es capaz de atender como es debido.
Se alaba el desarrollo armónico de Aguascalientes en muchas partes, y creo que hay razones a favor. Por ejemplo, los camellones que se han sembrado de árboles adecuados a nuestro hábitat (salvo algunas palmeras desentonadas), en donde han tenido la inteligencia de poner en el camellón una mezcla agradable de pasto y grava, donde debajo de las áreas verdes hay una capa de plástico que conserva el agua en la superficie. También se alaba la limpieza de nuestra ciudad. En ambos puntos, el mérito es del gobierno, en mi opinión, no de los ciudadanos. Hace unas semanas, al día siguiente después de un evento popular que hubo en la Isla San Marcos, pasé caminando por ahí. Me encontré un tiradero de papeles, colillas de cigarros, botes de cerveza, caguamas, pedazos de vidrio, tortas, botellas de vino, pañales, etc. En otras palabras, el área estaba convertida en un muladar, y yo cuestiono si no era responsabilidad de los que asistieron al evento el poner la basura en su lugar. Sí, la limpieza de nuestra ciudad es más mérito de las autoridades que de los ciudadanos.
Pero el mérito de poner jóvenes en la cola para que ingresen a la universidad no es del gobierno, es de todos nosotros, los que hemos tenido hijos. No podemos esperar simplemente que Dios proveerá y que si tenemos cinco hijos o más, El se encargará de que tengan estudios universitarios y después trabajo. El slogan insistido hace muchos años y ahora olvidado, paternidad responsable, tiene todavía vigencia.

jlgs/19.7.2010

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