Hace unos años leí un domingo en las caricaturas que Pomponio sufría el regaño de su esposa Monona porque él no quería ayudar a la hija con sus tareas de la escuela; se defendió como pudo, pero terminó por ceder. Va con la niña (que conserva desde mi infancia la hermosa edad de 11 años), le pregunta por la tarea y ofrece su todopoderosa ayuda de padre. La hija le contesta “Sí puedes ayudarme, papá. ¿Sabes cuáles fueron las causas económicas de la Guerra de las Dos Rosas?” El siguiente cuadro de la tira cómica muestra a Pomponio explicando a Monona que llega una edad en que no es posible ayudar a los hijos.
Cuando yo estudié primaria y secundaria casi nunca nos dejaban trabajos para investigar; la enseñanza consistía en escuchar la voz de la sabiduría a través de los maestros y memorizar lo que decían. En las pocas ocasiones que había que investigar algo, nuestras opciones eran básicamente tres:
1. Consultar en el libro de texto
2. Consultar en la biblioteca de la escuela
3. Inventar
Con la generación de mis hijos ya fue diferente, y me di cuenta que con frecuencia tenían trabajos para investigar. Las opciones de ellos eran las mismas que para mí, más la siguiente:
4. Buscar en el internet, y hacer cut-and-paste, es decir, copiar-y-pegar
Mis hijos se oponían a inventar y a copiar-y-pegar, alegándome que eso nada más servía para cumplir con la tarea, pero sin aprender; al final estuvimos de acuerdo que ese método no produce mucho conocimiento, pero que es difícil hacer otra cosa cuando no se sabe buscar y el alumno se indigesta con tanta información en el internet.
El día de hoy, contestar el examen para Pomponio es relativamente fácil, sabiendo buscar. Encontramos una descripción bastante amplia de ese evento en la página
http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_las_Dos_Rosas
y ahí leemos que sucedió en Inglaterra hacia 1450, y que enfrentaba a dos casas con pretensiones al trono: Lancaster y York; también aprendemos que el origen del nombre de esa guerra está en los emblemas de esas casas, sendas rosas, una de color rojo y otro blanco. Inclusive, vemos citado a Shakespeare y sus palabras terribles sobre esos tiempos aciagos que vivió Inglaterra:
Y aquí profetizo: que esta querella de hoy,
que ha acrecido esta facción hasta el jardín del Temple
enviará, tanto de la Rosa Roja como de la Rosa Blanca,
millares de almas a la muerte y a la noche eterna.
(William Shakespeare, Enrique VI).
Las causas económicas, las podemos resumir en las de la mayoría de las guerras: la ambición por el poder político y el poder económico que estarían incluidos en el hecho tener como rey a un miembro de la propia casa.
¿Cuántos padres en estos tiempos podrían ayudar a sus hijos con una tarea semejante? Más importante, ¿cuántos niños en la actualidad podrían responder a la pregunta de aquella caricatura? Este es un problema que trata con educación (referida a cultura general), con tecnología (computadoras e internet) y con manejar la información de internet; la pregunta sobre la Guerra de las Dos Rosas fue accidental. Puede ser la migración del campo a la ciudad, la conversión de nuestra sociedad de campesina a industrial, y luego de industrial a servicios, también puede ser investigar si el hielo que pierden los polos se compensa por el que ganan por la condensación de aire húmedo en la superficie. ¿Nuestros estudiantes de primaria y de secundaria pueden contestar estas preguntas?
Entre los muchos problemas que enfrenta la educación en México, sobresale el manejo de la información; esto significa enseñar y orientar a los alumnos sobre la manera de obtener y asimilar información desde internet. Menciono explícitamente internet, porque es lo de actualidad y seguirá siendo lo de actualidad en todo el futuro previsible. La época de los libros ya quedó atrás; las bibliotecas públicas y privadas siguen siendo importantes, pero cada día que pasa van cediendo un poco de su importancia a favor de esa Biblioteca de Babel que es el internet.
¿Y por qué es un problema? ¿Por qué es tan importante? Por dos razones muy simples: el crecimiento del internet y el crecimiento de la población escolar. Empecemos con el internet. Nombre usted un tema cualquiera, escríbalo en Google o en Yahoo, y obtendrá al instante información sobre él, que puede estar en muchos idiomas, elaborada en cualquier país, de todos los niveles, desde comentarios burdos hasta artículos de investigación. Mencione usted a un personaje público, digamos el ex – presidente de British Petroleum, Tony Hayward: en Yahoo obtuve 21 millones de respuestas. Me podría pasar la vida investigando qué es cada una de ellas. Con otro tema, aunque no sea noticia de último minuto, como cáncer de próstata, obtuve 1’340,000 referencias. Si lo escribo en inglés, prostatic cancer, obtengo 5’380,000 referencias. Pregunto, ¿qué va a hacer un niño cuando ponga en cualquier buscador de internet el tema que le interese y obtenga miles o millones de referencias?
La enorme y creciente cantidad de información que hay en el internet es principalmente un problema de elección. Tomemos por ejemplo al excelente escritor Juan Rulfo, para el que Yahoo nos proporciona 1’360,000 referencias, y un alumno de secundaria al que le han encargado hacer un trabajo sobre él, digamos que dé una descripción de los lugares de Jalisco y de Colima que son el escenario de las obras de Rulfo. ¿Cuáles de esas 1’360,000 referencias habrá de leer? Es imposible que lea todas, menos aún, que las asimile. ¿Se va a quedar con las 10 primeras? O variemos el tema, se le pide al alumno que responda a la pregunta “¿por qué considera usted importante a Juan Rulfo?” Si corre con suerte, llegará a la referencia de la Wikipedia que contiene el artículo sobre Juan Rulfo:
http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Rulfo
y mirará con alivio que está citada una encuesta de Editorial Alfaguara que coloca la popularidad de Rulfo igual a la de Jorge Luis Borges, y que al final dice también que Borges y Susan Sontag escribieron ambos que Pedro Páramo es una novela importante. Pero el maestro es insistente y machacón, y le preguntará ¿por qué dicen Alfaguara, Borges y Sontag que Rulfo es importante? El alumno investiga la vida de Rulfo, tal como se describe en ese artículo, y ve que no tuvo gran cosa de interesante: quedó huérfano chico, se fue a vivir a México, quiso estudiar varias cosas pero no terminó ninguna, le gustaba la fotografía, se ganó la vida como agente viajero vendiendo llantas, y al final trabajó en algunas dependencias oficiales que no tienen relación con la literatura. ¿Dónde está la importancia de Rulfo como escritor? Para colmo, escribió nada más dos libros, de menos de 150 páginas cada uno, ¿dónde está la importancia?
No toda la cultura se puede comprimir en estampitas como las que salían en el pan Bimbo. Los alumnos querrían lo más sencillo, es decir preguntas como “cuándo nació fulano”, porque esa respuesta es nada más un dato que se copia y se pega. En el caso de preguntas abiertas, como la del párrafo anterior, es difícil encontrar una respuesta directa en internet o en cualquier otro lado. Las circunstancias actuales fuerzan a un cambio de paradigma en la educación, en donde hay que entender en vez de copiar, hay que razonar en vez de memorizar, en una palabra, hay que aprender a investigar.
El Gobierno está haciendo un esfuerzo grande por dotar de computadoras e internet a todas las escuelas, y prácticamente todas las escuelas privadas tienen computadoras y acceso a la red; esto es un buen inicio. Pero ahora queda el uso que se tiene que hacer a esa herramienta, y aquí es fundamental el papel que desempeñan los maestros. ¿Cuántos maestros y de qué tipo necesitamos?
Desde 1990 hasta 2010, Ucrania bajó su población 13.46%; otros países de Europa también han disminuido su población. Por el contrario, México la subió un 12.82% en estos 20 años. A la fecha tenemos aproximadamente 110 millones, con una población mayoritariamente joven: de acuerdo al censo de 2005, el 30.09% estaba entre 5 y 20 años, es decir en edad escolar. Si manejamos la misma proporción para 2010, tenemos ahora aproximadamente 33 millones de jóvenes a los que hay que enseñar, sin tomar en cuenta a los mayores de 20 años. Pensando en grupos de 40 alumnos, necesitaríamos unos 825,000 maestros para atenderlos; si vemos que en secundaria y en preparatoria un mismo grupo tiene varios maestros, el número de profesores se eleva fácilmente a más de 1 millón. ¿De dónde va a sacar este país esa cantidad de maestros capaces?
Y yo pregunto: con el sindicato del magisterio que padecemos, con su líder, con un partido político que ha llegado a ser el fiel de la balanza en algunas elecciones estatales, ¿qué expectativas hay de que esos maestros enseñen a sus alumnos a elegir entre millones de referencias en el internet? ¿Qué esperanzas podemos tener de que enseñen a leer, a comprender y a elegir? ¿Cómo podemos esperar que el tesoro de información que tiene guardado el internet sea accesible y aprovechable a nuestros jóvenes? ¿Tenemos maestros capaces de sentarse junto a ellos y examinar las opciones que la red ofrece a cualquier tema, y orientar alumno por alumno, para que alumno por alumno aprendan a discernir? Ya era difícil con el SNTE, es más difícil ahora con 33 millones de jóvenes.
jlgs/27.7.2010