1-Enseñanzas
Las elecciones del 1º de Julio nos dejaron muchas enseñanzas y algunas confirmaciones de lo que ya sabíamos, como que López Obrador no aceptaría ningún resultado desfavorable; esto último ya ha sido muy comentado, me concentraré en lo que me parece importante, las enseñanzas que podemos obtener.
El primer dato que salta a la vista es que asistió a votar un número grande de ciudadanos, alrededor del 60% del padrón, lo que quiere decir que el abstencionismo va a la baja; junto con los que votaron, está la excelente organización del IFE para estos comicios y la participación de cerca de un millón de ciudadanos que dieron su tiempo para dar legitimidad al evento. En teoría esto es la democracia y no debería sorprendernos, pero en teoría también, México era demócrata en 1970 aún cuando la elección era meramente un trámite para legitimar al que sería el siguiente presidente; los tiempos han cambiado, y mucho, en estos 40 años.
El segundo dato en orden de importancia es quién ganó. En mi opinión está en segundo lugar porque antes del triunfo de Peña Nieto estuvo una elección hecha como se debe: casillas en todo el país, una institución encargada de las votaciones, representantes de los partidos en todas las casillas, conteo de boletas ante los ojos de los representantes, y acumulación de totales en el IFE en donde cualquier representante de cualquier casilla, si viera que el IFE tiene anotados números diferentes a los que él firmó, podría levantar la voz y decir que están haciendo trampa. Eso no sucede, y los resultados finales no son más que la suma de los resultados parciales obtenidos en cada casilla, y cualquiera que sepa aritmética –no necesita altas matemáticas ni algoritmos- podrá verificar si el IFE obtiene resultados del estilo 2+2 = 6.
Peña Nieto ganó siguiendo las reglas de procedimiento que marca nuestra legislación. No veo manera de argumentar y sostener que hubo trampa el domingo 1º de Julio en las casillas ni que el IFE haya implementado un algoritmo maravilloso que produce resultados extraños, ya que los resultados del IFE cualquiera que tenga paciencia los puede confirmar con una hoja de Excel. El PRI demostró que tiene poder de convocatoria y tiene poder para convencer (o presionar, o amedrentar, o cualquier verbo ofensivo que usted le pueda comprobar al PRI) y ganar una elección presidencial sin necesidad de los recursos que utilizó durante muchos años. El PRI, que dio una batalla fuerte en 2000 y estuvo en la lona en 2006, se reorganizó, se levantó y ganó. Entre otras muchas cosas que pueden decirse de ellos es que jamás se miró una fractura en sus filas, que desde un principio supieron hacer bien las cosas las gentes que apoyaban a Peña Nieto, y consiguieron un apoyo unánime y decidido de los priístas a su candidatura. El PRI demostró que no necesita la figura omnipotente del Presidente para imponer una decisión, demostró que es un equipo que sabe reconocer un liderazgo – en este caso, el del equipo de Peña Nieto-, aceptarlo y apoyarlo.
Los otros partidos no tuvieron eso: en el PAN hubo demasiados candidatos y se lanzó una campaña con un slogan terriblemente malo, Josefina diferente. El PRD siguió las reglas de la democracia y eligió al candidato más malo, López Obrador, cuando tenían a la mano a uno que en mi opinión hubiera convencido a mucha gente que desconfiaba de la actitud mesiánica e intransigente de AMLO y rechazaba totalmente, por imposibles, sus promesas de un paraíso aquí en la tierra. El PRD está ahora en el dilema de considerar a López Obrador todavía como un activo o ya como un pasivo del que hay que desembarazarse a la brevedad posible; mi opinión es que lo que le conviene al PRD, si quiere representar una opción seria de izquierda en México, es marcar su distancia de López Obrador.
La enseñanza más grande de esta elección es que la democracia moderna no tiene nada que ver con una elección razonada de los votantes para decidir quién es el que más le conviene. La democracia moderna ha sido convertida en un acto de mercadotecnia, en donde vemos, con mucho pesar de algunos, que las cualidades que en teoría debería tener un líder para ser presidente juegan un papel totalmente secundario en el resultado. Las acciones de campaña como mítines, spots, espectaculares, mantas, etc., no inducen un análisis de los candidatos para poder normar un criterio, todas ellas se manejan apelando al subconsciente y “empujando” al elector a votar por alguien. Los muchos millones gastados en la campaña se fueron al caño de la mercadotecnia, no se pararon en ninguna esquina para informar al electorado de opciones reales.
Y están además los actos no oficiales de campaña: presiones, despensas, dinero, tarjetas de donde sea, intimidación, promesas. Al que le cuelgan el milagro más grande es naturalmente al PRI, pero todos los partidos son la misma historia: que levante la mano y tire la primera piedra el partido que no haya recurrido a prácticas así para promover a sus candidatos. Lo mismo que acusan al PRI en el Norte del país, se acusa al PRD en el DF y al PAN en Jalisco. Y está también la muy obvia campaña anticipada de Peña Nieto en la televisión, empezada desde hace seis años, que lo fue posicionando de una manera legítima, “informando” de sus acciones de gobierno, en la mente de los electores. Insisto en que todos los partidos echaron mano de esas artimañas, pero los únicos que van a reclamar son los perdedores.
2-Reflexión.
La pregunta fundamental es por qué es posible que se dé una elección en donde:
- Los actos de campaña son mercadotecnia pura
- No hay información adecuada de los partidos a sus electores para que éstos puedan normar su criterio, analizar y decidir lo que más les conviene
- Enorme gasto del dinero público oficial, dado a los partidos, para financiar sus campañas
- Enorme gasto no oficial, vox pópuli también del erario público, para financiar campañas
- Con años de anticipación se ha promovido la imagen de una persona, que a la postre es el ganador.
La democracia mexicana es democracia en el sentido de que los ciudadanos pueden votar y los votos se suman adecuadamente. Pero eso es un aspecto meramente formal de la democracia, respeta la ley pero no el espíritu de la democracia, que debería ser como un gran concurso en donde resulta elegido el mejor hombre (o la mejor mujer) para dirigir el país. Hace 40 años no teníamos ni siquiera el respeto del voto ciudadano, así que hemos ganado la mitad de la partida, pero todavía nos queda hacer las cosas de tal forma en que la elección sea efectivamente una contienda para que gane el mejor, no el que tenga el mejor mercadólogo, la mejor publicidad, el que reparta más despensas, etc., en una palabra, el que tenga mayor presupuesto para la campaña.
Hay muchos mexicanos que razonaron su voto después de analizar las opciones y votaron por el que consideraron mejor. Pero esto es un mínimo de ciudadanos, los que tienen mayor capacidad de análisis, característica que casi siempre va ligada a una mejor educación. Mucha gente del país, los que no leen ni un libro al año, difícilmente están en situación de comparar pros y contras de los candidatos. Consideremos el caso de Coahuila, un estado que fue endeudado para los 30 años siguientes por el PRI: a pesar de eso, votaron por Peña Nieto para presidente. Los coahuilenses expresaron esa voluntad, y de acuerdo a las reglas de la democracia, hay que respetarla aunque AMLO los quiera llamar masoquistas. Me explico el voto de Coahuila pensando en bajo nivel educativo y en acciones masivas del PRI para convencer, de un modo o de otro, de votar por Peña Nieto.
La revista Proceso publicó una portada atrevida, lamentablemente sustentada en hechos: la cinta presidencial sobre el logo de Televisa. Efectivamente, esta elección ha comprobado que puede posicionarse a un candidato en la mente de los electores sin necesidad de otras virtudes que una buena presencia y aparición constante en los medios. No es un invento de Televisa, lo utilizan todos los políticos que tienen los medios públicos a su alcance. Los medios masivos pueden crear imágenes impactantes, que no tienen nada que ver con la realidad o con la conveniencia del ciudadano, pero que inducen al ciudadano a hacer cosas: toda la mercadotecnia está basada en este hecho.
3-Sugerencia para el período 2012-2018.
En 40 años México avanzó porque ahora se respeta el voto. Por otro lado México no avanzó porque las campañas políticas son mercadotecnia pura, en vez de información dada al pueblo para que norme su criterio. Prefiero ver el vaso medio lleno, pensando que ganamos la mitad y ya nada más nos queda un trecho por recorrer. El antídoto para cualquier campaña basura, como la que acabamos de tener, es la educación. Esto lo saben en Televisa, y por eso Televisa no educa, nada más entretiene (salvo posiblemente algunos noticieros). También lo saben los partidos políticos, y se han metido en esa carrera armamentista en donde están pidiendo cada vez mayor presupuesto para bombardearnos con mercadotecnia. Ni los partidos ni Televisa quieren un pueblo educado, porque no es manipulable, y tanto los grandes medios como los partidos políticos son ante todo máquinas de manipulación de la opinión pública.
¿Qué podemos hacer? Educarnos y exigir. Dicen que en la cultura japonesa las huelgas de los obreros consisten en trabajar más, para avergonzar a sus patrones; en vez de pasar otros seis años desgarrando las vestiduras por todo lo malo que hubo en la elección, aceptemos que nuestra imperfecta democracia exige que apoyemos a Peña Nieto en las acciones que él emprenda en beneficio del país, porque él es el próximo presidente; yo no voté por Peña Nieto, pero trato de ser coherente y acepto el resultado. Demuestre su espíritu democrático aceptando que al ganador que el IFE señaló, en este país muy imperfecto; demuestre que usted es mejor que Peña Nieto, haciendo mejor su trabajo que él. Exija, no se quede callado; recuerde la canción de Atahualpa Yupanqui:
Le tengo rabia al silencio
por lo mucho que perdí.
Que no se quede callado
quien quiera vivir feliz.
Lea un libro al mes. Leer educa.
Nota. Puede usted ir a los siguientes artículos (de otros autores) sobre este mismo tema:
Enrique Krauze
Rogelio Gudea
Rodrigo Gómez
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