На берегу пустынных волн Стоял Он, дум великих полн, И вдаль глядел. Пред ним широко Река неслася; бедный чёлн По ней стремился одиноко. По мшистым, топким берегам Чернели избы здесь и там, Приют убогого чухонца; И лес, неведомый лучам В тумане спрятанного солнца, Кругом шумел. |
En orilla de olas desoladas Se irguió Él, lleno de grandes pensamientos, Y miró a la distancia. Ante sí el amplio Río se apresuraba; una pobre barca Sobre él languidecía solitaria. En las mohosas y pantanosas orillas Ennegrecidas isbas aquí y allá, Refugio de fineses miserables; Y el bosque, desconocido por los rayos Del sol, ocultos por la niebla, Crujía alrededor. |
Así empieza el más importante poema de la lengua rusa, El Jinete de Bronce (Медный Всадник, medniy vsadnik), compuesto por Aleksandr S. Pushkin en torno a la escultura de Pedro el Grande que realizó un artista francés, Étienne Maurice Falconet; la obra es enorme, adecuada a los vastos espacios rusos: la figura del caballo y el jinete mide seis metros, está montada sobre una piedra gigantesca de granito que pesa más de mil toneladas, acarreada por fuerza humana desde unos seis kilómetros tierra adentro hasta el mar, y finalmente llevada por mar a San Petersburgo, donde se encuentra actualmente la obra completa, uno de los muchos símbolos de la ciudad.
Ambas, la historia de San Petersburgo y la creación de la estatua, son emblemáticas de Rusia; el drama más breve es el último. Habían encontrado no muy lejos de la ciudad un inmenso bloque de granito, que se decidió por la emperatriz Catalina II sería el adecuado para colocar encima de él la estatua; ya tenía al maestro escultor, Falconet, recomendado por alguno de los amigos franceses de la emperatriz, quien se carteaba con Voltaire y varios enciclopedistas, ahora había necesidad de traer la piedra a la capital. Sin otra ayuda que la fuerza imperial, reclutaron trabajadores que a sus fuerzas remolcaron la piedra sobre el suelo congelado hasta la orilla del mar, luego la montaron encima de una inmensa barca, que la llevó a su destino; los trabajos eran forzados, quedaron muchos hombres en el camino, pero ya había antecedentes que justificaran el acto y el olvido de los que quedaron, como donadores anónimos de la piedra más grande jamás transportada. Catalina era alemana; se había casado con el zar Pedro III, que era ruso con tendencias germanófilas y fue asesinado en un complot probablemente armado por su esposa Catalina, quien siendo alemana se convirtió en la emperatriz más rusa de todas. La estatua que comisionó fue un intento de legitimar su derecho al trono y manifestar su respeto por Pedro el Grande, quien era abuelo materno de su difunto esposo Pedro III; como una ironía más en esta historia, el padre de Pedro III era sobrino de Carlos XII de Suecia, quien fue derrotado por Pedro el Grande en la batalla de Poltava. La estatua se realizó, no sabemos la recompensa del maestro encargado de mover la piedra, sí sabemos que Falconet, quien había tenido una diferencia con la emperatriz, tuvo que salir de Rusia antes de que el trabajo quedara totalmente terminado, sin la gloria y el dinero esperados.
San Petersburgo no existía en 1700, el lugar estaba ocupado por la desembocadura del río Neva, extendido en varios kilómetros de su delta, que llegaba al Mar Báltico y rodeaba con agua salobre varias islas en la Bahía del Neva, un brazo que extiende al oriente del Golfo de Finlandia y separa por mar a dos países. En esa época Europa estaba llena de guerras, la versión nórdica era la que existía entre Suecia y Rusia, quienes sucesivamente se apoderaban y perdían a Finlandia como territorio propio. Pedro el Grande reinaba desde 1682 y necesitaba una salida firme al mar, no nada más una costa donde habitaran los pescadores: una ciudad en toda forma, con fortaleza y astilleros para dar poder y representación marítima a Rusia. La leyenda cuenta que hacia 1700 Pedro fue de excursión con sus más cercanos, llegó a la costa y vio un paraje desolado: el mar, que apenas se curvaba en el horizonte, prolongaba la tierra plana; el río desembocaba en varios brazos, formaba islas en la bahía cubiertas de bosques, con orillas pantanosas y llenas de musgo; se veía la naturaleza en acción lenta, y la mano del hombre aparecía en unas pocas barcas de pescadores. En ese paraje desolado, tal como lo narra Pushkin, decidió Pedro que construiría su ciudad.
El trabajo de construir la ciudad fue cargado a campesinos reclutados a la fuerza y prisioneros de guerra, que tuvieron que trabajar en las peores condiciones: con frío casi permanente, trabajando sobre terreno fangoso y húmedo, hacinados para su descanso nocturno y con pobre alimentación; la ciudad fue construida sobre el fango y sobre los cuerpos de quienes la levantaron, como los prisioneros de guerra después de la batalla de Poltava (1708), cuando los rusos destruyeron a las fuerzas suecas. Pedro impuso su voluntad sobre Rusia: ordenó reclutar los trabajadores necesarios, prohibió la construcción con piedra en el resto del país para concentrar a todos los artesanos en la nueva ciudad, y obligó a los nobles más importantes a mudarse a esa ciudad y a construir sus palacios ahí. El objetivo militar y estratégico que tenía la ciudad fue rebasado por el arte y el orgullo, Pedro quería tener la ciudad más hermosa para mostrar ante los europeos la nueva cara de Rusia y probar que era un país tan fuerte y tan civilizado como Francia, Italia, los Países Bajos o Inglaterra. Contrató arquitectos y diseñadores para crear un plan de la ciudad y sacar el mayor provecho posible de las condiciones que la naturaleza les ofrecía, construyendo barreras de piedra en la orilla del río y sus brazos, haciendo canales y preparando el lugar para el puerto y los astilleros.
И думал он: Отсель грозить мы будем шведу, Здесь будет город заложён На зло надменному соседу. Природой здесь нам суждено В Европу прорубить окно, Ногою твёрдой стать при море. Сюда по новым им волнам Все флаги в гости будут к нам, И запируем на просторе. |
Y pensó él: Desde aquí amenazaremos al sueco, Aquí será fundada una ciudad Para mal del vecino arrogante. La naturaleza nos ha destinado aquí Para abrir una ventana a Europa, Poner pie sólido frente al mar. Hacia aquí, sobre olas nuevas para ellas Todas las banderas nos visitarán Y festejaremos en grande. |
Pushkin coloca en la mente de Pedro las ideas que tuvo como estadista: había un asunto pendiente con Suecia (la decisiva Batalla de Poltava se libró varios años después), reclama el derecho ruso a establecerse en ese lugar, y declara su intención de occidentalizar a Rusia. El primer punto es la versión en poesía (yo no la llamaría “poética”) de maltratar al vecino con quien estaba en guerra; el segundo es la versión rusa del Destino Manifiesto de los norteamericanos, en donde alguien se considera iluminado y habla en nombre de Dios o del Destino, representando a su pueblo, y reclama en su nombre un territorio; hay una justificación implícita al referirse a los habitantes de la región en forma despectiva: “ennegrecidas isbas aquí y allá / refugio de fineses miserables”. Los rusos volvieron a expresar en esos términos sus ansias de conquista: a mediados del siglo XIX hablaban de Siberia y varios países asiáticos en términos muy parecidos a los de John L. O’Sullivan cuando escribió su panfleto sobre el Destino Manifiesto. El tercer punto, la referencia a Europa, es m. Pedro había conocido desde joven varios países de Europa, en particular los Países Bajos, donde vivió varios años aprendiendo oficios, en particular la carpintería y la construcción de buques; en esas andanzas conoció lo que eran las ciudades y la cultura europeas y tuvo oportunidad de compararlas con su propia tierra, un país enorme poblado escasamente con gentes medio asiáticas, medio europeas, con costumbres muy “primitivas” comparadas con las de Europa, y definitivamente mucho más retrasados científica y tecnológicamente que los europeos. Pedro era un hombre genio y de voluntad, e identificó flaquezas y desventajas en su país, se le despertó el apetito de líder al imaginar lo que se podría hacer con Rusia si aprendiera los conocimientos europeos y adaptara algunas de sus costumbres, y se decidió a cambiar a Rusia. Estaba en el lugar adecuado, zar de todas las Rusias, expresión que reconoce la imposibilidad de llamar por un solo nombre a tan grande país: como zar, era autócrata, su palabra y su voluntad eran ley y no necesitaba darle cuentas a nadie; los boyardos –la clase noble en Rusia- eran el único grupo con poder, pero la nobleza dependía del zar, él podía darla y quitarla, podía estimularlos con privilegios y castigarlos con la muerte o quitándoles sus bienes. Pedro quiso europeizar a Rusia, pero no su trono: él seguiría siendo autócrata y no adoptaría una especie de Constitución Tudor, como los ingleses. Después de él, todos los zares fueron autócratas; el último, Nicolás II, llevó al país a la guerra contra Alemania y a la revolución en un intento por mantener la autocracia y la ortodoxia que le quedó grande; después de él, los dirigentes comunistas fueron autócratas ateos que imponían su voluntad en nombre del proletariado. Rusia no ha manifestado una verdadera vocación democrática.
Fundar una ciudad-astillero-fortaleza ya hubiera sido un gran paso adelante para Rusia, pero Pedro era más ambicioso, y además de una ciudad fuerte, quería una ciudad hermosa; quería la más hermosa de todas. Aprovechó la oportunidad invitando a arquitectos y artistas de Europa y ofreciéndoles buenos contratos para diseñar la ciudad, el trazado de los canales y de las calles, para construir plazas y palacios. A los nobles los obligó a mudarse a StPb (la abreviatura usual de San Petersburgo) y los puso a competir para construir los mejores palacios; no es mucha sorpresa que algún rey se construya un gran palacio, pero en Rusia las cosas se hacen a lo grande: Pedro ordenó la construcción de varios palacios, y algunos de sus nobles, como Aleksandr D. Menshikov, son emblemáticos de Rusia y de la forma en que Pedro elegía a sus allegados. La historia es que Menshikov era hijo de un hombre del pueblo y vendía pan en la calle[1]; Pedro se fijó en él por su prestancia y su inteligencia, y lo trajo a su corte donde se ganó la confianza del zar y sirvió muchos años. Fue gobernador de Polonia, en ese momento una provincia rusa, pesaron sobre él acusaciones de corrupción pero lo salvó la amistad con Pedro. A la muerte del zar se alió con Catalina, su viuda, para que ella subiera al trono; después del éxito, la zarina dejó el gobierno en manos de Menshikov, quien se llenó las manos de dinero y pudo construir el Palacio Menshikov, un grupo de edificios enormes a la orilla del Neva (más de 300 metros de largo), que hoy es parte del Hermitage.
Menshikov murió en la desgracia. Su protectora Catalina falleció, y él trató de maniobrar para imponer una segunda zarina y para casar a su hijo con algún descendiente de Pedro, pero otras familias nobles se aliaron contra él, lo derrotaron y le arrebataron todos sus privilegios y su riqueza; murió pobre y desterrado en Siberia.
Si uno de sus nobles podía construir un palacio, Pedro tenía que hacer algo más grande, y decidió crear Peterhof un poco al oeste de StPb, en el lado sur de la Bahía, siguiendo el modelo de Versalles: castillos, jardines, fuentes. Ahí está un palacio discreto, apenas treinta habitaciones, el Gran Palacio. Tiene enormes jardines, más de 1 km2, con fuentes ornamentales y algunas que juegan bromas a los visitantes, como empezar a surtir agua y bañar al que se encuentre junto a ella. En la ciudad está el enorme Palacio de Invierno, una construcción con 1500 habitaciones, cientos de ventanas y escaleras, salas donde se guardan pinturas, frente a la plaza principal de StPb, donde está la estatua referida en el poema. Fue la sede del gobierno ruso hasta 1917 y actualmente es parte del Hermitage, el museo más famoso del mundo, junto con el Louvre. La Plaza del Palacio, en uno de cuyos lados está este palacio, es famosa en la historia por el Domingo Sangriento, una manifestación pacífica que terminó en masacre, y por la Revolución de 1917, que juntó a miles de rusos frente a él, para exigir cuentas al zar. Y ahora… es famosa porque ahí dan conciertos los artistas más populares del mundo.
Y naturalmente, está el Hermitage, que cuenta con millones de obras artísticas para deleite de conocedores y legos, de rusos y de extranjeros. La sede original fue construida en tiempos de Catalina la Grande en 1764, también en la rivera del Neva; actualmente es un complejo de edificios junto al río, uno de los cuales es el que ordenó Catalina (en la foto).
La Bahía del Neva está protegida en su entrada por la Isla de Kotlin, donde Pedro ordenó construir la fortaleza de Kronstadt; la intención fue asegurar una posición estratégica para defender la ciudad de un ataque marítimo. Aunque oficialmente es una fortaleza, también tiene sus monumentos: un canal, la catedral naval, y existía la Catedral de San Andrés, que fue destruida por los soviéticos. Kronstadt es un lugar importante en la historia militar rusa. En 1921 la fortaleza se rebeló contra el poder soviético, y fue aniquilada; en la Segunda Guerra Mundial sirvió efectivamente de baluarte para impedir que los alemanes se acercaran y conquistaran Leningrad, el nombre de la ciudad en esos años, que era el centro industrial más importante en el país. Actualmente es una base de la flota rusa, pero el aspecto militar ha perdido importancia, ante los nuevos tipos de guerra que libran hoy en día.
En época de Pedro, poseer una buena flota era esencial para cualquier país con aspiraciones; lo habían probado los españoles y los portugueses, y lo estaban probando también los ingleses. Todos los barcos eran de madera, por lo que el trabajo y la maestría de los carpinteros eran codiciados dondequiera que hubiera astilleros. En un país donde no únicamente se fabricaban con madera mesas y sillas y cabañas, sino iglesias completas como la del Recinto Kishi en la fotografía, Pedro era carpintero entre carpinteros. El arte de construir barcos que aprendió en Holanda lo aplicó en su tierra, para construir barcos militares y mercantes; él, con sus propias manos, construyó varias embarcaciones. Este aspecto sorprendente en un monarca era una de las maneras en que descargaba su energía creativa.
Haciendo un análisis geopolítico de la situación en 1700, Pedro tenía razón al querer poner un pie fuerte frente al mar (Ногою твёрдой стать при море, nogoiu tviordoiy stat pri more), pero puso también un pie fuerte en el mar. Aplicó los conocimientos navieros de los maestros holandeses y decidió construir un astillero para crear un flota militar y mercante. La frase de Pushkin “todas las banderas nos visitarán” no es nada más un recurso retórico, era una realidad en la mente de Pedro y la llevó a cabo. Los medios fueron los de un estadista autócrata, es decir, no se fijó en los medios.
Прошло сто лет, и юный град, Полнощных стран краса и диво, Из тьмы лесов, из топи блат Вознёсся пышно, горделиво; Где прежде финский рыболов, Печальный пасынок природы, Один у низких берегов Бросал в неведомые воды Свой ветхой невод, ныне там По оживлённым берегам Громады стройные теснятся Дворцов и башен; корабли Толпой со всех концов земли К богатым пристаням стремятся; В гранит оделася Нева; Мосты повисли над водами; Тёмно-зелёными садами Её покрылись острова, И перед младшею столицей Померкла старая Москва, Как перед новою царицей Порфироносная вдова. |
Pasaron cien años, y la joven ciudad, Belleza y la maravilla del país del norte, Desde el bosque obscuro, desde el abrigo del pantano surgió arrogante, orgullosa; Donde antes el pescador finés, Triste hijastro de la naturaleza, Solitario en la orilla baja Lanzaba en aguas desconocidas Su red maltrecha, hoy en día En la animada orilla Masivas construcciones se apretujan Palacios y torres; naves En masa de todo rincón de la tierra Con riquezas a los muelles se acercan; Se vistió con granito el Neva; Puentes colgando sobre las aguas; Jardines verde oscuro Han cubierto sus islas, Y ante la joven capital Palidece el viejo Moscú, Como ante la nueva zarina La viuda vestida en púrpura. |
Pedro se llevó la capital a San Petersburgo, y la construyó deliberadamente diferente que Moscú: aquella era completamente rusa, sus construcciones eran en su mayoría de madera, su vida social estaba envuelta en ritos ancestrales, y la Iglesia Ortodoxa ejercía una influencia decisiva. El zar rompió con esas tradiciones, empezando por la forma en que construyó la nueva ciudad: de piedra, sus avenidas, canales y edificios diseñados por arquitectos europeos. Los últimos renglones mencionados hacen claro este cambio y el papel subordinado que ahora jugaría Moscú. Pero al final hay una referencia oblicua a la familia del zar Nicolás I, quien gobernaba en tiempos de Pushkin. Él había llegado al poder en forma inesperada: su hermano Alejandro I había muerto repentinamente, y el siguiente en la lista, su hermano Constantino rehusó la corona; en la incertidumbre que se vivió en esos días en la capital, se alzó en armas un grupo de militares (Los Decembristas[2]) que apoyaban a Constantino y pedían una constitución; la revuelta fue aplastada y los que participaron en ella fueron fusilados o enviados a Siberia. Heredó el trono un hermano de Alejandro I porque no tuvo hijos, y en estas circunstancias el papel de su viuda fue más bien triste. Había además la complicación adicional de que Pushkin hubiera querido participar en la revuelta, pero no pudo porque estaba fuera, era muy supersticioso y en el camino a la capital advirtió señales ominosas, y decidió regresar. En el poema se refiere a Moscú como “viuda vestida en púrpura”, utilizando la palabra rusa Порфироносная (porfironosnaia), que significa “púrpura”, muy semejante igual al griego πορφύρα (porfira), idioma de donde el ruso heredó el alfabeto y una parte de su gramática.
Люблю тебя, Петра творенье, Люблю твой строгий, стройный вид, Невы державное теченье, Береговой её гранит, Твоих оград узор чугунный, Твоих задумчивых ночей Прозрачный сумрак, блеск безлунный, Когда я в комнате моей Пишу, читаю без лампады, И ясны спящие громады Пустынных улиц, и светла Адмиралтейская игла, И, не пуская тьму ночную На золотые небеса, Одна заря сменить другую Спешит, дав ночи полчаса. |
Te quiero, creación de Pedro, Amo tu austera y armoniosa vista, La corriente imperiosa del Neva, Sus orillas de granito, Tu armoniosa valla de hierro, Tus noches contemplativas Crepúsculo brillante, brillo sin luna, Cuando yo en mi habitación Escribo, leo sin lámpara, Y claras masas adormiladas De las calles desiertas, y brillante Aguja del Almirantazgo, Y, no dejando la oscuridad nocturna En el cielo de oro, Un amanecer sustituye al otro Con premura, dando a la noche media hora. |
Una buena parte de la belleza de cualquier buen poema se pierde en la traducción, el ritmo y el melos, el canto que hacen las palabras con sonidos semejantes o contrastantes, colocadas en lugares estratégicos, pero las metáforas pueden ser traducidas y admiradas. Pushkin se refiere en este pasaje, uno de los más hermosos del poema, a las famosas noches blancas de San Petersburgo durante el mes de junio, alrededor del solsticio de verano que trae días de veinte horas y noches muy cortas. El poeta se refiere a este fenómeno con una cadena de joyas: crepúsculo brillante, brillo sin luna / cuando yo en mi habitación / escribo, leo sin lámpara. La más hermosa de todas, en mi opinión, es la última cuarteta:
Y, no dejando la oscuridad nocturna
En el cielo de oro,
Un amanecer sustituye al otro
Con premura, dando a la noche media hora.
En español, con versos sin rima y sin métrica, aún así puede apreciarse la belleza de la idea de Pushkin; para quien no conoce el idioma original, solamente puedo mencionar que la cuarteta está rimada el primer con el tercer renglón, el segundo con el cuarto, y ofrecer una caricatura de cómo se escucharía en ruso:
I, ne puskaia tmú nochnúiu
Na zolotýe nebesá
Odná zariá smenit drugúiu
speshit, dav nochi polchasá.
Pushkin utiliza la Introducción del poema para dar el contexto de la historia que quiere narrar, que no es la de Pedro el Grande ni la creación de San Petersburgo; tampoco es la descripción de la ciudad per se, no actúa el poeta como guía turístico ni como promotor de su propia patria. Probablemente tenía en cuenta nada más al lector ruso, que necesariamente conocía los orígenes de la ciudad y estaba al tanto de los actos de Pedro; que Pushkin escribiera para la posteridad en todo el mundo, que lo tuviera presente en aquel momento, es una hipótesis indemostrable y poco creíble, puesto que los últimos años de su existencia vivió en una tensión constante, agobiado por la falta de dinero y por las deudas que contraía, obligado a sostener un ritmo de vida que no correspondía a sus medios, obligado a sostener a una esposa hermosa y frívola, atenazado por los celos y acosado por la crítica; su muerte en un duelo, por obra de uno de los pretendientes de Natalia Gonchárova, la esposa, es la culminación natural de las desgracias que mencioné, más el hecho de que fue el mismo Pushkin quien promovió el duelo. Tenía 37 años, dos más que la edad que alcanzó Mozart.
Las menciones al clima y a las estaciones del año son lugar común en la literatura rusa; los cambios tan drásticos que se observan en el ambiente son un recordatorio constante, que aparece aquí y allá en las páginas de Pushkin. Ya habló de la noches blancas y cortas; ahora habla del invierno, con el recurso poético de juntar en una frase dos expresiones opuestas: amor y crueldad; como buen ruso, estaba acostumbrado al frío, las heladas y los rigores del invierno: lo reconoce cruel y así lo ama.
Люблю зимы твоей жестокой Недвижный воздух и мороз, Бег санок вдоль Невы широкой, Девичьи лица ярче роз, И блеск, и шум, и говор балов, А в час пирушки холостой Шипенье пенистых бокалов И пунша пламень голубой. |
Amo tu invierno cruel El aire inmóvil y las heladas, La carrera del trineo a lo largo del ancho Neva Los rostros de muchachas rosados y brillantes Y el brillo, y ruido y hablar en los bailes, Y en la hora de las fiestas de soltero Silbante espuma de las copas Y la flama azul del ponche. |
El fragmento termina con una referencia a la vida que llevó Pushkin antes de casarse: fiestas, vino y baile; no hace referencia directa a las mujeres, pero lo acompañaron en sus fiestas tanto las de la nobleza como las prostitutas de los lugares innombrables que le gustaba frecuentar. Una vez casado, el baile como instrumento de conquista perdió significado para él, y paradójicamente, se convirtió en tormento, porque Natalia quería seguir bailando y asistiendo a las fiestas de la nobleza; no compartía las intenciones antiguas de su marido, la conquista total de la pareja, pero Natalia gustaba del halago y el asedio de los hombres, ejercía la coquetería con belleza y elegancia y a su manera, era feliz así.
Люблю воинственную живость Потешных Марсовых полей, Пехотных ратей и коней Однообразную красивость, В их стройно зыблемом строю Лоскутья сих знамён победных, Сиянье шапок этих медных, На сквозь простреленных в бою. Люблю, военная столица, Твоей твердыни дым и гром, Когда полнощная царица Дарует сына в царской дом, Или победу над врагом Россия снова торжествует, Или, взломав свой синий лёд, Нева к морям его несёт И, чуя вешни дни, ликует. |
Amo la animación militar Del espectáculo del Campo de Marte, Infantería de combate y caballos Monótona belleza, En sus bien formadas filas undulantes Sus desgarrados estandartes de victoria, El resplandor de estos cascos de cobre, Perforados por una bala en la batalla. Amo, capital guerrera, El humo y el trueno de tu fortaleza, Cuando la reina del norte Alumbra un hijo en la casa real, O por la victoria sobre el enemigo Rusia se regocija de nuevo, O, rompiendo su hielo azul, El Neva al mar lo lanza Y, sintiendo días de primavera, se alegra. |
La capital se volvió un escaparate militar también. El Campo de Marte, una gran plaza en la que se celebraban con regularidad espectáculos militares, era el lugar donde las fuerzas armadas se lucían en desfiles, y mostraban al zar y al público sus banderas desgarradas y los casos perforados, orgullo de las batallas que habían librado. Había fuegos artificiales en esas ocasiones, un recurso que Pedro había gustado mucho. Lamentablemente para Rusia, Pedro fue uno de los pocos zares de genio que tuvo el país, después de él, los Romanov gustaron de los espectáculos militares como los describe Pushkin, pero no tuvieron el talento militar ni estadista de Pedro, y las guerras que libró Rusia contra países fuertes (como Francia, Inglaterra, Turquía, Alemania) no terminaron bien, con excepción de las guerras contra Napoleón, en donde jugaron a favor de Rusia la crueldad de su invierno en 1812 (esta vez, sin poesía) y el hecho de que se aliaron las demás potencias europeas contra Francia. Pushkin alude en este fragmento a los disparos de cañón que se hacían en la Fortaleza de Pedro y Pablo, que anunciaban el nacimiento de un heredero y también, en ocasiones, alguna desgracia; por ejemplo, la amenaza de tormenta y de inundación.
Pushkin el poeta, por lo que siempre lo recordaremos, brilla de nuevo al final del fragmento con una metáfora que encadena la alegría de la ciudad por el nacimiento en la casa imperial con la alegría del Neva al “romper su hielo azul”. La metáfora ya sería hermosa, pero Pushkin crea nuevos niveles de belleza mediante dos recursos: hace “sentir” al río los días de primavera, y se guarda la alegría de la naturaleza hasta el final del fragmento. Aquí explota la enorme flexibilidad del ruso para el acomodo de las palabras, invirtiendo el orden normal de una oración, que en este caso sería: “el Neva se alegra sintiendo los días de primavera, rompiendo su hielo azul y lo lanza al mar”. Ya habría algo de poesía en esta frase enderezada, pero nunca es comparable al efecto que da al hablar de alegría en medio del fragmento y exactamente al final. Además, hay el uso de un recurso del idioma: la palabra “свой” (svoiy) es un artículo posesivo, pero tiene una connotación más fuerte, algo así como “su propio hielo” en vez de nada más “su hielo”; con este recurso Pushkin proporciona al hielo que cubre el río el atributo de una cadena que lo sujeta, la que el río, convertido en ser viviente por la mágica aparición, al final, del verbo “alegrarse”, la rompe.
Красуйся, град Петров, и стой Неколебимо как Россия, Да умирится же с тобой И побеждённая стихия; Вражду и плен старинный свой Пусть волны финские забудут И тщетной злобою не будут Тревожить вечный сон Петра! |
Muéstrate, ciudad de Pedro, y de pie Resueltamente como Rusia, Y tranquilícese contigo, El elemento victorioso; Enemistad y el viejo cautiverio Que las olas finesas olviden Y vana malicia no vaya A perturbar el sueño eterno de Pedro. |
Como toda gran obra, El Jinete de Bronce admite muchas lecturas; también admite contradicciones. Pushkin empieza a preparar el camino a la historia que quiere contar al final de la Introducción, advirtiendo contra “vana malicia” que terminaría el sueño eterno de Pedro. En español aparece simplemente la palabra “Pedro”, es decir, una referencia directa al zar; en ruso aparece «Петра» (Petrá) en vez de «Пётр» (Piotr), el nombre directo que es Пётр aparece en genitivo: Петра significa literalmente “de Pedro”. Este es uno de los muchos recursos que utiliza el poeta para referirse a Pedro, absolutamente todos ellos en forma indirecta, no existe una sola mención de su nombre original, Пётр. Al principio del poema lo menciona en mayúscula: Он (Él), y todas las ocasiones en que aparece, nunca pronuncia el nombre original. Pienso que es una manera de tomar distancia de Pedro, ya sea para mantenerse al margen de toda la historia o para identificarse con el personaje que es, junto con Pedro, la figura central del poema.
Была ужасная пора, Об ней свежовоспоминанье… Об ней, друзья мои, для вас Начну своё повествованье. Печален будет мой рассказ |
Fue entonces terrible, Acerca de ella frescos recuerdos … Acerca de ella, mis amigos, para ustedes Voy a empezar mi historia. Triste será mi relato. |
La primera mención del evento que inspiró este poema, la inundación de San Petersburgo el 7 de noviembre de 1824, también es indirecta, “fue entonces terrible”. Pushkin elige terminar la introducción hablando de Pedro en tono precautorio, para no perturbar su sueño. Todo “el humo y el trueno” de la fortaleza, los desfiles militares en el Campo Marte, el ponche y la espuma y la flama azul, han quedado en el recuerdo, cubierto por frescos y terribles recuerdos. Con esta simple mención a Pedro, seguida del anuncio de desgracias que contará, consigue Pushkin cambiar completamente el tono del poema; ha sido hasta ahora festivo, orgulloso, hasta xenófobo, y cuidando en la intención declarada a Pedro, el poeta revela su deseo verdadero, narrar una desgracia.