James Monroe

Séptimo Discurso ante la Nación, Washington, DC, 2.12.1823

Compañeros ciudadanos del Senado y de la Casa de Representantes:

Una fuerte esperanza ha estado a la expectativa, basada en la heroica lucha de los griegos, de que ellos deberían triunfar en su empeño y reasumir su condición de nación entre las naciones de la tierra. Se cree que el mundo civilizado entero tomará un profundo interés en su bienestar. Aunque ninguna potencia se ha declarado en su favor, ninguna se ha opuesto a ello, de acuerdo a nuestra información. Su causa y su nombre los han protegido de problemas que podrían haber abrumado a cualquier otro pueblo. Los cálculos normales de interés y de adquisición en vistas a engrandecimiento, que se mezclan tanto en las transacciones de las naciones, parecen no haber tenido efecto en ellos. A partir de los hechos que llegan a nuestro conocimiento existe buena razón para creer que su enemigo ha perdido para siempre su domino sobre ellos; que Grecia volverá a ser una nación independiente. Que ella pueda obtener este rango es el objeto de nuestros más ardientes deseos.

Se ha establecido al inicio de la sesión anterior de que un gran esfuerzo era entonces hecho en España y Portugal para mejorar la condición de la gente de esos países, y que parecía ser que se habían conducido con extraordinaria moderación. Apenas  se necesita insistir que el resultado ha sido hasta ahora muy diferente de lo que se había anticipado. Sobre eventos en esa parte del globo, con los cuales tenemos muchas relaciones y de donde derivamos nuestro origen, hemos sido siempre espectadores ansiosos e interesados.

Los ciudadanos de EEUU atesoran los más amigables sentimientos a favor de la libertad y felicidad de sus colegas humanos en aquel lado del Atlántico. En las guerras de los poderes europeos relacionadas con asuntos de ellos mismos nunca hemos tomado parte alguna, ni es nuestra conducta ni nuestra política hacerlo así.

Es únicamente cuando nuestros derechos son invadidos o seriamente amenazados que nosotros resentimos ofensas o hacemos preparación para nuestra defensa. Con los movimientos en este hemisferio nosotros estamos necesariamente conectados en forma más inmediata, y por causas que deben ser obvias a todos los observadores ilustrados e imparciales.

El sistema político de los poderes aliados es esencialmente diferente en este respecto que el de América. Esta diferencia procede de lo que existe en sus respectivos gobiernos; y para la defensa del nuestro, que ha sido establecido con la pérdida de tanta sangre y riqueza, y madurado por la sabiduría de sus ciudadanos más ilustrados, y bajo el cual hemos disfrutado felicidad no igualada, esta nación está comprometida.

Debemos, por tanto, a la sinceridad y a las relaciones amigables existentes entre EEUU y aquellas potencias declarar que consideraremos cualquier intento de su parte de extender su sistema a cualquier porción de este hemisferio como peligrosa para nuestra paz y seguridad. Con las colonias existentes o las dependencias de cualquier potencia europea no hemos interferido y no interferiremos, pero con los Gobiernos que han declarado su independencia y la han mantenido, y cuya independencia nosotros tenemos en gran consideración y basada en principios justos, reconocida, no podríamos ver cualquier intromisión con el propósito de oprimirlos, o de controlar de cualquier manera su destino por cualquier poder europeo, bajo ninguna otra luz que como la manifestación de una disposición no amigable hacia EEUU.

En la guerra entre estos Gobiernos nuevos y España hemos declarado nuestra neutralidad al momento de su reconocimiento, y a esto nos hemos adherido, y continuaremos haciéndolo, mientras no ocurran cambios que, a juicio de las autoridades de este Gobierno, puedan hacer un cambio correspondiente de parte de EEUU indispensable para su seguridad.

Los últimos eventos en España y Portugal muestran que Europa está aún intranquila. De este hecho importante no podemos aducir mejor prueba que la de que los poderes aliados han considerado adecuado, por todos los principios satisfactorios a ellos, haber intervenido por la fuerza en los asuntos internos de España. Hasta qué grado esta interferencia puede ser ejecutada, en el mismo principio, es una cuestión en la cual todas las potencias independientes cuyos gobiernos difieren de los de ellos están interesadas, inclusive las más remotas, y seguramente ninguna más que EEUU.

Nuestra política con respecto a Europa, que fue adoptada en una etapa temprana de las guerras que han agitado tanto aquella parte del globo, permanece sin embargo la misma, que es, no interferir en los asuntos internos de ninguna de esas potencias; considerar el gobierno de facto como el gobierno legítimo para nosotros; cultivar relaciones amigables con él, y preservar esas relaciones por medio de una franca, firma y fuerte política, satisfaciendo en todas instancias los reclamos justos de cualquier potencia, y someterse a agravios de ninguna.

Pero con respecto a esos continentes las circunstancias son eminente- y conspicuamente diferentes. Es imposible que los poderes aliados extiendan su sistema político a cualquier porción de cualquier continente sin dañar nuestra paz y felicidad; ni puede nadie creer que nuestros hermanos del sur, si son dejados a su suerte, adoptarían su sistema por propio acuerdo. Es igualmente imposible, por lo tanto, que nosotros consideraríamos tal interferencia en cualquier forma excepto con indiferencia. Si miramos a las fuerzas y recursos comparados entre España y esos Gobiernos nuevos, y la distancia de uno a otro, debe ser obvio que ella nunca podrá dominarlos. Todavía es la verdadera política de EUU dejar a las partes a sus propias fuerzas, en la esperanza de que otras potencias seguirán el mismo curso.

Comentario:

Traduje los párrafos relevantes a la Doctrina Monroe. Las tres partes en negrita son la esencia del mensaje: los europeos no deben intervenir en América, EEUU no intervendrá en América, las naciones de América nunca adoptarán sistemas monárquicos de gobierno.

El contexto histórico de este mensaje está explicado en mi artículo. Hice una traducción literal, siguiendo el estilo un tanto ampuloso de la época, con muchas cláusulas subordinadas; la intención es mostrar tanto lo que Monroe dijo como la forma en que lo hizo.

El texto original puede consultarse en

http://www.let.rug.nl/usa/P/jm5/speeches/jmoson7.htm

JLGS