El escritor norteamericano Henry James (1843-1916) fue un observador sutil, pero no despiadado de las relaciones humanas. Tiene varias novelas (Retrato de una dama, Las alas de la paloma, Otra vuelta de tuerca) pero también sus cuentos son una manera de acercarse al autor y a la vida que describe. Nació dentro de una familia rica por lado paterno y materno, en el estado de Nueva York, se fue a vivir a Inglaterra en 1869 y tuvo oportunidad durante toda su vida de tratar directamente a la “realeza” de ambos países, los adinerados neoyorkinos y los nobles británicos. Su Historia de una obra maestra es el relato de una pareja en Nueva York que se ha comprometido: él, viudo, rico y sin hijos, de treinta y cinco años; ella, muy hermosa y más joven, de familia que había perdido su fortuna pero conservaba conexiones con la gente acomodada. El padre de ella, un hombre que no tiene quehacer y transcurre sus días en espera de que su hija realice un buen matrimonio.

La pareja es ideal desde casi cualquier punto de vista: él no necesita más dinero y no se revelan otras ambiciones suyas que el vivir la vida comme il faut (como se debe, en francés; el cuento está lleno de galicismos) ni tampoco grandes pasiones, porque considera que a su edad han quedado detrás los años correctos para dejarse llevar por ellas; ella añade a la hermosura externa una evidente belleza de alma y de educación, sabe escuchar con aparente atención, se comporta debidamente en las reuniones, es alegre pero no estridente, es aguda sin ser pedante. Se conocen en Newport, un lugar de veraneo para los ricos entre ricos que está en el estado de Rhode Island, no muy lejos de Nueva York. Unas semanas después él se declara, ella acepta, ambos se comprometen públicamente y anuncian su boda para finales de octubre.

Henry James fue un hombre que asimiló y vivió los detalles del buen gusto pertenecientes a la alta sociedad; en un sentido, la historia completa es una reflexión sobre los cánones sociales a que se comprometen los miembros de ese grupo. John Lennox, el novio, no ofrece a su novia Mary Everett un presente costoso como símbolo del compromiso; ella conoce la manera de no lamentar esa ausencia; la sociedad juzga que el buen nombre de John hace superfluo el gesto y que Mary accederá en su momento a un nivel de vida superior; concluyen todos que cualquier asomo de opulencia o avaricia sería de mal gusto.

John conoce por casualidad a un artista que está pintando un cuadro de encargo: el retrato de una mujer joven y hermosa; el parecido con Mary es incuestionable, inevitable es la pregunta acerca de si se conocían. Stephen Baxter, el pintor, acepta ambas preguntas: ha pintado a la mujer (“semidesnuda… vestida con un lujoso atuendo medieval que parecía princesa del Renacimiento”) de memoria pero sí vio a Mary alguna vez en Newport. Su respuesta es vaga, la expresión del rostro en la dama retratada es incierta, y John acepta la explicación, ofreciendo comprar la obra ya comprometida; al conocer la negativa, propone a Baxter retratar a Mary, quiere hacerle un regalo especial y guardar su belleza en el lienzo para cuando los años pasen.

En realidad, Baxter y Mary se habían conocido en Europa: él se había cansado de esperar el florecimiento de su talento y fue allá a aprender lo necesario; ella viajaba con una amiga de su familia, rica y de cierta edad, que necesitaba compañía para pasar una temporada en el viejo mundo. Compartieron la desgracia de ser pobres y la vista maravillosa de los Alpes y varios lugares, gracias a la dama que acompañaba Mary, permisiva y sin las energías de la juventud; podían pasar casi todo el día solos, visitaban lugares y Stephen se declara como un artista: bajo una catarata y escribiendo dos palabras en su libreta. Mary arranca la hoja, lo hace con encanto y sonriendo, el gesto de su mano es gracioso al arrojarla al agua, Stephen no puede enojarse con ella. La mutua pobreza fuerza el acuerdo de esperar a que él cuadruplique sus ingresos; pero no es suficiente, porque meses después se encuentran en París y él anuncia que ha vendido tres cuadros, que el futuro es promisorio y no hay razón para postergar el compromiso; ella no acepta, arguye razones arbitrarias y genera una ruptura.

Esta historia nunca la conoce John Lennox, pero adivina el fondo detrás de todo, la verdadera personalidad de Mary, cuando contempla el cuadro que Baxter le pintó: una mujer espléndidamente bella, en una realización perfecta, una verdadera obra de arte; faltaban únicamente la viveza en la mirada y un asomo de alma: ambas estaban ausentes y hacen ver a Lennox, a través de un retrato, cómo es en realidad Mary. Se desengaña, su amor cesa; persisten los valores sociales y el compromiso, la boda no se suspende ni se aplaza.

Lo más sobresaliente del libro es lo que no se dice: no hay pasiones, mucho menos arrebatos, no hay pleitos de amor ni por causa de dinero. La vida de los personajes mencionados transcurre en una plácida ecualización de sus sentimientos, donde todos está limitados en rango, no hay manera de exaltarse ni de sufrir con lamentación. En algún lugar de la obra se menciona el año “65”, que fue el momento final de la terrible Guerra de Secesión que vivió el país; la tragedia histórica pasa sin ser mencionada y sólo sobrevive la cifra. Ni a John Lennox ni a Mary Everett se les conoce oficio ni beneficio: él es rico y su corazón ecualizado no necesita más dinero, ella es pobre pero bella y encantadora y tiene a la vista la solución del único problema de importancia en su vida. Es inevitable la reflexión sobre riqueza y ociosidad, y la pregunta de si estas personas viven en el mismo mundo que nosotros; es natural que quienes nacimos en diferentes circunstancias nos preguntemos, después de las exquisiteces de James, qué clase de gente nos está describiendo. Pero James, igual que Chejov, narró la vida que conoció, y en esta obra tampoco toma partido por nadie: no lamenta la pérdida de Baxter ni el desengaño de Lennox, no culpa a Mary de ser una belleza demasiado bien educada; con todos ellos, nada más los retrata.

El cuento es una obra maestra en miniatura, por esa perfecta descripción del ambiente adinerado en Nueva York en donde todo comportamiento está convenido de antemano, y cada quien, si es que pertenece a ese lugar, sabe cuál es la conducta adecuada en cualquier circunstancia. Todos ahí son damas y caballeros, todos viven de recursos no identificados y que es innecesario contar; a ninguno se le conoce un mundo interior rico –salvo al pintor Stephen Baxter, que no es miembro de la élite- ni tampoco pasión alguna, porque hasta esa parte de la vida ha de hacerse comme il faut.

Henry James
Historia de una obra maestra (contenida en el volumen Nueva York)
Sexto Piso, Madrid 2010.
691 páginas.
Traducción al español: Teresa Barba y Andrés Barba


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