En la China imperial vivía un artesano famoso por la calidad de sus armas, las mejores del país entero. Conocía lo que valía su trabajo, y aceptando que su destino era producir unas pocas piezas buscó la manera de exaltar su arte. Contrató a un calígrafo para crear un lienzo que proclamaría al umbral del negocio: “aquí se hacen las mejores lanzas y los mejores escudos de China”.

Fue un noble a ordenarle la mejor lanza y el mejor escudo que pudiera construir. Terminado el trabajo, el noble preguntó: “¿Cómo puedo saber que efectivamente son los mejores instrumentos?”

“Mi lanza penetrará cualquier escudo que se oponga; la escudo te defenderá de cualquier lanza.”

Probaron la lanza y el escudo con otros instrumentos que traían en el séquito, y efectivamente fue como prometía el armero. Pero el noble cuestionó:

“¿Y si pruebo tu lanza contra la escudo que me fabricaste? ¿La lanza romperá la escudo, o la escudo resistirá a la lanza?”

Cuentan que cuando se supo esta historia en la capital, los eruditos inventaron la palabra “contradicción”, que se escribe

矛盾

a partir de “lanza”, que se escribe como

y de “escudo”, escrita

.

Fuente: 101 cuentos clásicos chinos, recopilación de Chang Shiru y Ramiro Calle.


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