1-Expectativas del pueblo.
El escritor alemán Heinrich Böll, premio Nobel 1972, escribió una novela que se llama Los Silencios Coleccionados del Dr. Murke, que describe a un personaje que trabaja en la radio y se dedica a juntar silencios: en las grabaciones que se hacían con una grabadora de carretes, recortaba las partes de cinta que venían en silencio y las guardaba, considerándolas un tesoro en medio de todas las cosas que tenía que transmitir la radio. Me acordé hoy de ese libro, reflexionando en que por fin se va a terminar la campaña, tendremos elecciones, tendremos ganador y tendremos el silencio de los spots políticos –todos basura, como ya lo escribí- con que nos han fastidiado el humor nuestros partidos. Porque no hay mal que dure cien años ni enfermo que los aguante, y hasta las campañas políticas se terminan.
Ya que el resultado no está definido, me parece útil una reflexión que nos diga las expectativas que podemos tener de los candidatos, como ingrediente para decidir nuestro voto. Ninguno va a obtener crecimientos espectaculares de la economía (en una época que hasta China está bajando sus expectativas), no va a desaparecer la violencia el próximo 1 de diciembre ni va a llover más o menos por el color del ganador. En esto se parece todos, veamos las diferencias.
EPN llegaría a la presidencia junto con un equipo que tiene las uñas bien afiladas y que durante sus años de ausencia en Los Pinos han seguido practicando sus habilidades en diversas gubernaturas, como esas que son el orgullo del priísmo y de la violencia: Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz y Edomex. Aunque de ninguna manera se eliminaron los funcionarios que roban en 12 años de presidencias panistas, los que se habían forjado en aquellos años del PRI los superan con mucho, y parte de los resultados de esa mala administración fueron las incontables calamidades financieras que padecimos entre 1976 y 1998. La forma en que han gobernado Coahuila y Edomex, endeudándolos, no puede decir otra cosa sino que el PRI va a querer servirse con la cuchara grande del presupuesto, repitiendo las hazañas de aquellos presidentes, y si es necesario, devaluarán el peso y endeudarán al país. No existe en el PRI voluntad de combatir la corrupción, el enemigo público número uno en este momento; si la hubiera, ya hubieran llamado al banquillo de los acusados a Moreira y a Fidel Herrera y al Gober Precioso.
AMLO sería el presidente de los plebiscitos: querría resolver los grandes problemas del país convocando a todos los mexicanos a dar su opinión y a que entre todos decidamos lo que hay que hacer, por ejemplo sobre retirar o no al ejército de las calles. Mi opinión es que si vamos a organizar plebiscitos para todo, mejor nos ahorramos el puesto de presidente, que sería superfluo. Por otro lado, AMLO ha mostrado desde hace 6 años intolerancia contra opiniones o resultados adversos: en 2006 organizó su plantón en Reforma, y ahora descalifica las encuestas que no le favorecen. AMLO no tiene gran capacidad de diálogo, y basa su carisma en esa figura paternal y bonachona que a mucha gente convence; sin embargo, llegado a mandar, el Presidente es ante todo un conciliador de opiniones, y para eso se necesita capacidad de diálogo. El mejor punto a favor de AMLO es el gabinete que ya anunció, con gentes capaces en sus diferentes áreas, que posiblemente harían un contrapeso a su estilo bonachón pero muy autoritario. Es el único que le ha puesto números a la Ciencia, diciendo que dedicará 1% del PIB a esta área, muy descuidada desde siempre, quizá porque los presidentes, al no entender qué es una derivada y una integral, piensan que no sirven para nada. Para sus promesas de crecimiento del 6%, ya se le terminó el tiempo de explicar cómo le va a hacer. Yo reflexiono que aún planeando las cosas a nivel de una empresa se tienen dificultades para llegar a los objetivos, y por lo tanto, mucho más difícil aún sería a nivel de todo un país; entonces un país sin planeación, el desastre es seguro. Si AMLO no dice cómo, es que no tiene planeación.
JVM hizo las propuestas más moderadas, ya que no nos prometió gran cosa. En materia pública yo pienso que es preferible una propuesta moderada, porque los grandes cambios no se dan desde la cúpula del poder, a menos que tengamos a alguien que concentre el poder en sus manos como el Zar Alejandro II cuando decidió emancipar a los siervos en Rusia en 1861; en México y ahora, cualquier gran medida importante tiene que pasar por las Cámaras, lo cual casi garantiza que es una promesa de campaña que no se cumplirá, pues a las cámaras (y a los políticos en general) no les conviene que les quiten el fuero, y ellos son los que al final decidirán. De Josefina me parecen bien dos cosas: 1) que continuaría con un tercer sexenio de estabilidad macroeconómica (por favor, no minimice usted la ausencia de devaluación o inflación arriba del 100%, como las que teníamos en los últimos sexenios priístas) y 2) que trae pleito con Elba Ester. Si Josefina o cualquiera de los candidatos me garantizara que va a poner un alto a ese monstruo de 32 cabezas que es el SNTE, yo votaría por ese candidato. De los tres viables, la única que va en ruta de colisión con Elba Ester es Josefina, lucha que usualmente ganan los presidentes. Se esperaría de Josefina un sexenio de manejo sensato en la macroeconomía, mejoras sensibles en educación, pero el resto es incógnita. Su oferta de eliminar el fuero es magnífica, pero tendrá que pasar por las cámaras. El gran problema de Josefina es que pertenece al partido en el poder, al que inevitablemente se sataniza por todos los males que hay. Por ejemplo, le cargan en su cuenta los malos resultados de la guerra contra el narco, aunque no la haya iniciado ella. El otro gran problema es que no se le ve el equipo, al contrario de Peña Nieto (que trae la aplanadora del PRI detrás) y de López Obrador (quien ya presentó su gabinete).
2-Expectativas del ganador.
También los candidatos cuentan, y valdría la pena ponerse en los zapatos del ganador. La buena noticia es que va a llegar sin un poder aplastante y que tendrán mucha oposición, cualquiera que gane; significa que no habrá un nuevo presidente omnipotente como en el viejo PRI. La mala notica es igual a la buena: el nuevo presidente va a llegar sin un poder aplastante y que tendrá mucha oposición; este ángulo es negativo porque los mexicanos, que igual que AMLO somos malos perdedores y peores negociadores, vamos a estar obstaculizando al presidente con todo lo que haga y lo que deje de hacer.
ENP llegaría al poder como el presidente más odiado, y tendrá que mostrar habilidad negociadora (o autoritarismo) para remontar este problema. Se ha ganado a pulso la enemistad de amplios sectores de la población: 1) todos los que cuestionan las malas mañas del PRI, 2) los jóvenes del #YoSoy132 que cuestionan el papel de la tv, hoy en día ya convertida en monopolio aliado del PRI gracias a la amable gestión de la Comisión Federal de Competencia (a quienes yo desterraría las Islas Marías condenándolos a ver tv-novelas y reality shows las 24 horas del día), y 3) los intelectuales que saben lo que significa escribir un libro con sus propias manos. Cuenta con su base amplia de soporte, los militantes y simpatizantes del PRI, que son muy numerosos, y se puede decir que el PRI lo apoya con unanimidad. Si cuenta con mayoría en el Congreso, la vida será fácil para él, con el riesgo de que vayamos a tener otro Echeverría o López Portillo; por la salud de México, espero que el Congreso esté repartido. Los gobernadores priístas, que son mayoría, ahora sí se alinearían con el Presidente en vez de torpedear sus iniciativas, como ha sucedido con Felipe Calderón.
AMLO llegaría al poder como el presidente más querido por un amplio sector de la población, y el que más desconfianza inspira en otro sector también amplio, por sus promesas disparatadas y su hablar desordenado. En este caso probablemente se formaría un bloque PRI-PAN en el Congreso que ataría de manos al presidente en muchas de sus iniciativas. Ante las reiteradas ofertas de AMLO de resolver las grandes cuestiones del país con plebiscitos, habría que ver cómo enfrenta el primero que decida realizar, si observamos que el único plebiscito que se realiza actualmente, las elecciones, nos ha costado sangre, sudor y lágrimas, y aún así no deja a todo el mundo contento. La base popular de AMLO es muy amplia, como lo demostró la votación interna del PRD para decidir a su candidato. Si cumple la oferta de nombrar para el Gabinete a los que tiene ofrecidos y toma en cuenta sus opiniones, su gobierno sería el primero en un siglo que estuviera formado por personas con saber y experiencia amplios en administración pública, ciencia y academia, y nos estaría probando que hay otros méritos (como el Premio Nacional de Periodismo a René Drucker) que también cuentan para ser Secretario. Por otro lado, está la amenaza de que Ricardo Monreal o Fernández Noroña, verdaderos chivos en cristalería, lleguen a formar parte del Gabinete.
JVM es la que tiene el menor número de partisanos, pero también quien concentraría el menor número de odios si llegara a presidenta. En este caso, tendrá que mostrar una habilidad negociadora extraordinaria para sacar adelante su proyecto, con un Congreso que actuaría como estos dos últimos sexenios, bloqueando las iniciativas del presidente. Se enfrentará al hecho de ser la primera mujer Presidenta en un país de muchos machos que no conceden capacidades iguales a hombres y mujeres. Ha hecho repetidos llamados a las mujeres para unirse a su causa, pero lo hizo de forma poco convincente y no le funcionó una estrategia que debería ser obvia para una candidata: convocar en torno a ella a las mujeres, con lo que ganarían automáticamente puesto que son más. Creo que el gran problema de Josefina es que no cuenta (como EPN y AMLO) con una base amplia de simpatizadores a su persona ni suficiente unidad en su propio partido, en donde un ex presidente (Manuel Espino Barrientos) se declaró a favor de EPN… y fue a dar a la cárcel por no pasar la prueba del alcoholímetro, mientras que el actual presidente (Gustavo Madero) tuvo el mal tino de sostener como candidato a diputado a Fernando Larrazábal, bajo sospecha de cobrar piso a los casinos de Monterrey junto con su hermano Jonás. Con esas ayudas en el PAN, probablemente a Josefina también le convendría buscar algún experto en la UNAM para integrar su gabinete.
3-Algoritmo para votar.
Si usted pertenece al voto duro de cualquier partido, esta sección no vale la pena. Pero si usted quiere razonar su voto, le sugiero lo siguiente:
  • Deseche todas las promesas disparatadas (bienestar económico, acabar con la corrupción…) de todos los candidatos, porque son irrealizables.
  • Examine la trayectoria de cada candidato: su propia honradez, los puestos en los que ha estado, qué tanto se ha enriquecido, si sus cuentas son claras, si a usted como persona le inspira confianza.
  • Examine el partido del candidato. Vea sus obras cuando ha estado en la presidencia o al menos en alguna entidad muy poblada como el DF; estas obras nos dicen cómo actuarían en la presidencia 2012-2018, y no los slogans de Nuevo PRI, de una candidata diferente ni de una república amorosa. Si yo fuera a tomar como referencia a mi Estado, votaría por el PRI: en los últimos 50 años los dos peores gobernadores que ha tenido mi entidad son los dos del PAN. Pero los buenos gobernadores priístas de Aguascalientes se compensan con Oscar Flores Tapia, Humberto Moreira, Yarrington, Ulises Ruiz y Rodrigo Medina, verdaderas lacras para sus estados; hay que analizar la historia de los partidos en varias gubernaturas, para tener una buena referencia de cómo es ese partido en el poder.
  • Gobernar es rodearse de gente capaz. Examine los que ya están anunciados que integrarán el gabinete, y si no se sabe, los que rodean al candidato, porque de ahí saldrán los Secretarios.
  • Gobernar es capacidad de diálogo y de negociación. Estamos eligiendo a un Presidente, no a un autócrata. El diálogo y la habilidad negociadora son una mezcla de habilidades intelectuales y emotivas, y lo aclaro con un ejemplo: el Presidente deberá manifestar capacidad de que entiende lo que le decimos, le pedimos o le preguntamos, y deberá mostrar disposición a tomarnos en cuenta. Cuando entrevistan a un candidato y se va por las ramas, demuestra que no entendió el asunto (o no lo quiere entender); si rutinariamente descalifica lo que se le dice cuando no es favorable, es que no tiene disposición a negociar. Tome usted en cuenta que el poder marea, y si alguien muestra poca capacidad de diálogo desde antes de ser presidente, imagínese usted lo que pasará si llega a presidente. En este sentido han mostrado mucha mayor capacidad de diálogo y humildad frente a las críticas EPN y JVM que López Obrador.
  • Si algún partido quiso comprar su voto, vote contra de ese partido. Como quiera que haya sido: despensas, dinero, acarreo a algún mitin, promesa, una triste camiseta o una miserable torta con su refresco. El voto debe ser libre y no coaccionado. Si un partido quiere comprar su voto, no merece su voto: acepte el regalo pero vote contra ese partido.
  • No sueñe. Entre los tres candidatos saldrá el siguiente presidente, no hay más. Elija uno de esos tres.
  • Hágase el propósito de participar. El gran fracaso de la democracia es que se concentra en un solo momento, al emitir el voto. Los ciudadanos votamos y nos olvidamos del asunto, excepto para quejarnos en nuestras conversaciones privadas, dejando el campo libre a los gobernantes para que hagan lo que quieran. Lea los periódicos, entérese de las noticias, fórmese una opinión y exprésela en público; si no hacemos esto, no tenemos derecho a quejarnos.
4-Educación.
Es conocido el dicho el pueblo tiene los gobiernos que se merece, y eso es cierto en gran medida. Le pongo un límite diciendo que ningún pueblo se merece a un tirano como Stalin, pero por el otro lado no le pido peras al olmo y observo que si la mayoría de nuestro pueblo lee menos de un libro al año, no tendría nada de raro que fuera presidente alguien sin gran cultura. A fin de cuentas, tan mexicano el Presidente como usted y yo, será un producto de este mismo país.
¿Por qué podríamos elegir un presidente que habiendo escrito un libro no supo mencionar otros tres libros? Porque los mexicanos no leemos, de otra forma sería vergüenza nacional. Pero nuestra escala de valores está tergiversada, la vergüenza está escondida en la página 3031 del Diccionario de María Moliner. Pena es robarse a una muchacha y a la semana regresar por la hermana, dice nuestra sabiduría. Pena es robar y que te agarren en la movida, también escuchamos, y nos reímos al escuchar el que no tranza, no avanza, como si desecháramos de inicio todo recurso honesto para comprar casa, para mejorar el trabajo, para resolver cualquier problema.
¿Por qué aceptamos sin protestar promesas descabelladas? ¿Por qué muchos mexicanos creen que llegado al poder su candidato, las cosas mejorarán automáticamente? Por nuestra pobre educación, que les hace creer en milagros.
La educación –más bien dicho la falta de educación- está detrás de todo esto. En materia de presidentes es totalmente cierto que consumimos lo que el país produce. ¿Queremos mejores presidentes? Hay que mejorar como pueblo, y para esto, la única solución a corto, mediano y largo plazo es educación. La educación, entendida como el aprendizaje de conocimientos útiles e inútiles (mi hermano Fernando me dice que soy un costal de datos que no sirven para nada), entendida como el desarrollo de un criterio sobre lo que es correcto, y entendida como un aprendizaje a relacionarse con nuestros semejantes, es lo único que puede sacar adelante a un país.
¿Qué hacer? Seguirnos educando, porque la educación nunca se acaba. Por ejemplo, hágase el propósito de leer un libro al mes, para subir el promedio nacional de un libro al año. Deje su opinión sobre este artículo. Escuche a Carmen Aristegui. Plante un árbol junto con su hijo. Busque a su diputado y pregúntele cuándo van a desaparecer los pluris. Estudie inglés. Razone su voto, y otórguelo a quien usted considera es el mejor para el país. No lo regale, otórguelo a quien en su opinión sea el mejor… o el menos peor.
5-Final.
El que salga, ese será el Presidente. Habrá que apoyarlo, porque es parte del compromiso de la Democracia, aceptar cuando se gana y cuando se pierde, y  esto vale para candidatos y para ciudadanos. Pero lo más importante: haga hoy una lista de las promesas de los candidatos, y cuando se sepa el ganador, exíjale el cumplimiento de todas y cada una de ellas.

 

Nota. El autor agradece a sus editores Rodrigo Gómez y Alejandro Franco, por las sugerencias y críticas al artículo.

Comentarios

Receta para votar — 2 comentarios

  1. Concuerdo completamente contigo mi estimado José Luis si queremos que nuestro pais cambie, nosotros somos los primeros que debemos cambiar, recordemos procesos iguales, resultados iguales. Nos falta seguimiento, compromiso y hacernos responsables de los efectos por las decisiones que tomamos.
    Salgamos a votar por el o la menos menos malo o mala, es lo menos que debemos hacer.

  2. Durante el fin de semana lo pensé, no quiero país de telenovela, no quiero nación amorosa, quiero estado cuchi-cuchi, votaré por la Vazquez Mota
    Saludos

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