Los graduados de nuestras escuelas especiales no encuentran empleo
u ocupan cargos que nada tienen que ver con sus especialidades.
Quiere decir que la enseñanza técnica superior en nuestro país es,
de momento, improductiva.

De un artículo periodístico ruso, hacia 1900.

El ayuda de cámara Iván anuncia a su señor, el general Burkin, que en la antesala lo espera un hombre que desea ver a Su Excelencia; está interesado en el puesto de administrador de la propiedad que el general tiene en la provincia de Oriol, e insiste en que es un hombre educado y responsable. El general accede a recibirlo puesto que acaba de despedir a su anterior administrador, y le explica al postulante que el sueldo será de mil rublos al año, que tendrá incluida casa y sustento, y que podrá robarse a lo sumo otros mil rublos, no más. Maslov, el hombre instruido que quiere ser administrador, se ofende y dice que él no pretende hacer tal cosa, que sabe cómo tratar a los campesinos (con mano dura) y también conoce cómo administrar una finca rural (aunque no tiene experiencia). El general insiste en su historia, que el anterior se había robado cinco mil rublos nada más en la lana, sin tomar en cuenta la madera,  que eso ya le pareció excesivo y por lo tanto lo corrió. “De modo que recuerde esto: puede robarse hasta mil rublos… o incluso dos mil, pero nada más” termina exponiendo sus condiciones el señor. “Usted cree estar hablando con un granuja” se levanta Maslov, ofendido, “estas conversaciones no son para mí”. El aspirante se va, y la historia que nos narra Chejov termina en una reflexión filosófica del general Burkin con  su hija, confesándole que Maslov era honrado en demasía y diciendo “¡Dios nos libre de los hombres honrados! Con tanta honradez, o no conoce su oficio o es un aventurero, un cabeza hueca o un idiota… estos hombres no roban todos los días, pero cuando meten la mano lo dejan a uno con la boca abierta… no, hija, no: ¡Dios nos libre de los hombres honrados!”

Burkin medita un momento y termina diciéndose “Han venido cinco: dos ladrones descarados y tres como éste. ¡Qué suerte la mía! Tendré que buscar al administrador anterior…”

Este pequeño retrato de la sociedad rusa que elaboró Chejov[i] a fines del siglo XIX puede servir, con cambios pequeños en los personajes, en nuestro México del siglo XXI. Los integrantes del pueblo nos vemos retratados, irónicamente, en el gran señor que quiere contratar un nuevo representante suyo, sus ojos y sus oídos en las tierras situadas en cierta provincia lejana que probablemente nunca conocerá; el nuevo representante son los auto-nombrados representantes populares, clase social nueva a la que se le han juntado varios que se escaparon de alguna alcantarilla para ir a causar destrozos en las Cámaras al amparo de sus pomposos títulos de diputado y senador, que aprovechan el puesto para descansar (faltando a las reuniones) y para invertir en amigos que podrán capitalizar una vez que se deje el puesto y cesen los impedimentos legales para hacer negocios con las cámaras.

Cada tres y seis años, nuevos Maslovs vienen y hacen antesala ante nosotros (por única vez, sin que siente precedente ni implique subordinación ante el pueblo) y gritan desaforadamente durante las campañas que ellos son honestos, que estudiaron, que tienen instrucción, que saben cómo resolver los problemas y que no van a robar. El pueblo de México, cansado de los anteriores administradores que habían llegado desde el PAN atacando con todo la corrupción y la impunidad de 70 años de PRI-ato, este pueblo ahora está más que fastidiado de los nuevos panistas que resultaron peor que los viejos priístas, y fastidiado como el general Burkin, dijo que mejor regresaran los del PRI, aunque se hubieran robado “nada más” cinco mil rublos.

Pero resulta que los nuevos representantes son iguales que los anteriores, y convirtiendo al mundo en una nueva global ideological village, ya no importa partido ni doctrina social, todos son lo mismo. Para muestra podemos tomar el gasto concienzudo que planea hacer la H. Cámara de Diputados en algo que queda a medio camino entre una aplicación de software y un servicio informativo, donde el presupuesto es de $115 millones (divididos en cómodos pagos de $3.6 millones mensuales), y que servirá para que nuestros diputados puedan consultar en sus smartphones y en sus tabletas información que les proporcionará la empresa Pulso Legislativo, que ya tenían disponibles en los periódicos y que la misma Cámara se los hacía llegar.

Pero hay algo nuevo en esta nueva camada de legisladores, que prueba de forma contundente que existe algo que los hermana a todos y los solidariza en torno a un objetivo: el dinero. El dinero de ellos, por supuesto. Sucede que en la compra de este producto aparecen los legisladores siguientes: Humberto Aguilar (PAN) y Jesús Aboytes (PRD) firmaron por la cámara, y los priístas Luis A. Godina y Sebastián Lerdo de Tejada son accionistas de la afortunada empresa Pulso Legislativo. Nos damos cuenta que unidos por la mayor fuerza aglutinante de la historia, el dinero, este grupo de cuatro representantes ha podido pasar por alto sus diferencias ideológicas, que algunos le van a las Chivas y otros al Monterrey, y cuanto obstáculo se les pudo poner enfrente para conseguir crear ese contratito por $115 millones.

Ya se ha explicado públicamente en diversos medios que una aplicación para difundir información (como notas periodísticas) en celulares y tabletas no cuesta mucho dinero; se ha mencionado la cantidad de $500,000 pesos, estoy de acuerdo con la estimación. Como mi área de trabajo es precisamente el software, puedo dar una opinión fundamentada. El factor principal para determinar el costo es la dificultad intrínseca que presenta un proyecto: aquí se trata de guardar notas periodísticas en una base de datos, indexarlas mediante etiquetas, títulos, nombres propios que aparezcan en los artículos, y hacerla disponible a través de smartphones. Nada de eso es difícil en 2013. Para explicarme mejor, un sistema de precios unitarios, como los que utilizan todos los días los ingenieros para calcular los costos de sus proyectos, tiene más ciencia que guardar la información periodística, indexarla y hacerla disponible a los H. Diputados. Sin embargo, en casos de solidaridad entre diputados el factor principal ya no es la complejidad del proyecto, sino que aplica el criterio emergente dependiendo del sapo, es la pedrada.

Por otro lado, ya entrevistaron al Sr. Oscar Mendoza, funcionario de Pulso Legislativo, quien aclaró que no le van a hacer una aplicación especial a los diputados, sino que utilizarán la misma plataforma que la empresa tiene disponible para la multitud de clientes que estuvieron dispuestos a pagarles más de $100 millones por este servicio. De aquí se concluye que lo que se ofrece a los diputados no es tanto una aplicación de software sino el servicio de información necesario para que los diputados puedan mantenerse al tanto de los asuntos relevantes a su cargo. Este tipo de servicio no es algo nuevo, actualmente lo ofrecen diversas empresas en todo el país para gobernadores, municipios, Secretarías de Estado, etc.: las compañías que lo realizan tienen un equipo de gente que resume día a día las noticias, pasa su resumen a un banco de datos y la empresa lo pone a disposición de sus clientes vía internet. Estos servicios se cobran básicamente por tiempo, usualmente a una tarifa mensual.

Tratando de averiguar si los $3.6 millones mensuales están justificados, hablé con Vicente Herrera Valderrama, Director de Actividad en Medios, S.A. de C.V [ii], una empresa de Guadalajara que ofrece este tipo de servicios. El Sr. Herrera me informa que los costos de proporcionar servicio de información a municipios como Tlajomulco, Zapopan o Guadalajara, está en el orden de $20,000 (veinte mil pesos) mensuales. Le pregunté explícitamente cuánto más incrementaría el presupuesto si se tratara de abarcar los asuntos de interés a la Cámara de Diputados, y la estimación quedó en el orden de $100,000 a $200,000 pesos mensuales; el presupuesto de Pulso Legislativo está inflado entre 18 y 36 veces, de acuerdo a esta estimación.

En otras palabras, ni por el valor de la aplicación que vayan a utilizar los diputados, ni por el valor del servicio que les puede ofrecer esa empresa está justificado un pago mensual de $3.6 millones. Por otro lado, si algo distingue a las H. Cámaras (en comparación con el resto del país) es que ahí no hay miserias, ya que en las H. Cámaras sí se pudo hacer realidad el sueño de López Portillo: vamos a administrar la abundancia. Además de los ingresos de cada legislador, cada uno de ellos tiene asistencia personal, ayuda para Smartphone, tabletas, coche, viáticos no reembolsables, etc., más lo que sea necesario gastar para acabarse el gigantesco presupuesto anual de $6,529,590,684 pesos [iii] (nada más para los diputados; los senadores se gastarán $3,756,977,222 pesos [iv]). En el caso que analizamos, el servicio que pretende ofrecer la empresa benefactora está duplicado y triplicado, ya que las cámaras tienen un ejército de empleados para manejar la información con software adecuado, y naturalmente los partidos políticos también cuentan con un gran aparato de análisis de información, cortesía del bolsillo de todos los mexicanos. Pero no hay que ser extremadamente severos con los diputados, ya que contamos con el antecedente de esa Pirámide de Keops que mandaron construir como sede los senadores, en la esquina más cara de todo México, Insurgentes y Reforma.

En resumen, el único asunto en que absolutamente todos los diputados y senadores han estado y estarán de acuerdo es el dinero: asignarse un presupuesto tan gigantesco como sea posible para las cámaras, acabarse hasta el último centavo, y si es necesario para lograr estos elevados fines, crear una que otra empresa ad-hoc y otorgarles contratos a modo. El dinero elimina diferencias de partido, ideológicas, religiosas y hasta futbolísticas, no hay espacio para preocuparse por la nacionalidad del nuevo Papa ni por la amenaza de sequía, de lo que se trata es de gastarse el presupuesto.

Por mi parte saco dos conclusiones. La primera es que los legisladores representan a sus propios intereses, no los del pueblo; son hermanos en la ignominia de acabarse el dinero del pueblo. La segunda es que la Ley de Adquisiciones es letra muerta cuando se trata de contratos grandes; probablemente se la apliquen a la pequeña empresa que tiene la ilusión de vender diez computadoras al Municipio, pero para efectos de grandes operaciones es tan obligatoria como un graffitti.

Vistas las anteriores circunstancias, propongo que se promulgue una nueva

LEY DE ADQUISICIONES Y OBRA PÚBLICA

que constará de un

ARTICULO ÚNICO. Para mis amigos los contratos, para mis enemigos las licitaciones públicas.


[i] Lo leí en español con título “Muralla infranqueable”, no sé el nombre original en ruso.
[ii] Su teléfono es 33 3640 3764
[iii] presupuestodiputados2013
[iv] presupuestofederacion2013, página 54.