El pasado 26 de febrero se publicó una noticia en todos los diarios: los senadores decidieron solidarizarse con el país y renunciaron a una fracción de su dieta. El año pasado ganaban $117,600 como dieta mensual y este año ganarán $117,500; sumando estos ahorros en el curso de un año, aportando los $100 mensuales de cada uno de los 128 legisladores, reunirán la cantidad de $153,600 pesos.

Me conmovió hasta las lágrimas saber que los senadores hayan decidido apretarse el cinturón, no faltaba más puesto que el mismo Agustín Carstens nos ha dicho, con su inmensa humanidad, que la economía nacional tiene que apretarse el cinto. Debemos todos los mexicanos agradecer a nuestros próceres que sacrifiquen $100 al mes, es decir el 0.08% de su dieta en beneficio de la nación; cierto que es menos del 1% de lo que ganan, pero no hay que fijarnos en menudencias ni en gastos de representación, gastos para ayuda de cámara, ujier, lacayo con librea y secretaria, y si se puede alguna camioneta del año; tampoco hay que poner atención en lo que reciben en las 2,000 comisiones que han inventado, puesto todas y cada una de ellas fueron creadas teniendo exclusivamente en mente el bienestar de la nación.

Estos datos me recuerdan que todos los senadores, en particular los del PRI, han convencido al presidente de lo insensato que fue aquella idea de campaña de eliminar a los plurinominales; mi opinión es que la clase política le apostó a que el pueblo hiciera el siguiente razonamiento: “es cierto que los pluris no representan a nadie, pero tampoco los elegidos por votación directa, por lo tanto, no hay diferencia entre ellos, entonces sería injusto eliminar a unos sí y a otros no.” Una vez que se pensó así, cesa todo intento de recordarle al presidente que tiene que hacer negociaciones con los partidos y posiblemente, crear puestos para los pluris que se queden sin trabajo.

También hemos de agradecer a los senadores, esta vez junto con los diputados, que entre ambas cámaras, trabajando a todo vapor, se esfuerzan por dotar a este país de leyes que sí se cumplan, porque todas las anteriores, que ellos mismos hicieron, no sirven ni para reusarlas, ya que el Diario Oficial de la Federación se imprime por los dos lados. Entre las dos cámaras se necesita un presupuesto de $11,358 millones de pesos ($7,339 los diputados y $4,019 los senadores) que es seguramente uno de los gastos más justificados que puede hacer este país.

Debemos recordar también que ni diputados ni senadores llegan a la curul parándose a arengar al pueblo sobre una caja de madera en la plaza pública, como hacen algunos predicadores protestantes; no, para que Juan Cuerdas pueda ser senador se requiere un gran aparato social, ese avance gigantesco en la organización humana cuyos principios deberían ser colocados a la par de la Declaración de los Derechos Humanos que redactaron los revolucionarios franceses: me refiero a los partidos políticos, organismos de beneficio público y sin fines de lucro, si es que puede haber alguno en este valle de lágrimas. Nuestros partidos políticos, en su conjunto, reciben la insuficiente cantidad de $3,985 millones, con los que malamente pueden sacar adelante sus altos ideales. Esta cantidad la reciben directamente de la Federación, pero estudiando las leyes de ingresos de Aguascalientes y Chihuahua, veo que en ambos estados se les da también dinero: aquí en mi tierra es prácticamente una miseria, $55 millones, y pido perdón a nuestros combatientes políticos por el insulto a su bondad al otorgarles tan poco dinero. En Chihuahua es algo más ($124 millones), pero ese estado no puede sentirse orgulloso, dado que es el más grande de la república. Sin haberlo comprobado directamente, y temiendo que algún estado sea cicatero y se niegue a entregar lo que merecidamente necesitan los partidos, deseo que todos sigan el ejemplo de los dos que cité.

Las elecciones, piedra de toque de nuestro sistema político, brillante que ennoblece el collar de la democracia, tampoco se organizan en el aire: es necesario contar con el debido aparato, que nos haga olvidar las épocas en que las urnas se ordeñaban o se embarazaban y nos haga creer que nuestro voto sí cuenta aunque algunos malpensados digan que el resultado es el mismo. Para esto existe el IEE (o como se llame esta semana), al que haciendo un esfuerzo se le otorgarán $12,000 millones para gestión administrativa más $4,000 millones para organizar las elecciones de este año. Al IEE y a las mentes brillantes que lo crearon hay que agradecerles este recordatorio anual, de que no hay progreso en ningún lado, en particular en la democracia, sin su respectiva partida presupuestal.

Sabido es que hay proyectos buenos y proyectos excelentes; me refiero a cualquier discurso de cualquier candidato cuando pide el voto. Siendo así, es previsible que compitan por convencer al país de que su proyecto es el mejor de todos y por lo tanto, es imposible que el pueblo haya votado por el otro candidato; se requiere entonces un tribunal totalmente imparcial que dirima las ocasionales cuestiones que enturbian el ánimo de nuestros políticos y que esas autoridades den el gane a uno de ellos, cuando lo más sabio sería otorgarles el puesto a los dos, ya que, según Juan Pueblo, como ninguno de ellos hará nada y sabiendo que 0+0=0, no nos estorbará tener varios senadores o diputados por elección directa por cada distrito. Mientras se decide así, hay que dirimir disputas y para eso está el TRIFE, dotado con una cantidad más bien moderada, $3,062 millones de pesos. Me recuerdan mis asesores que el TRIFE solamente atiende problemas de elecciones federales, por lo tanto cada estado necesitará su propio tribunal, su TEE. En el caso de Aguascalientes su presupuesto para 2015 son $23.7 millones, hago votos porque los partidos locales tengan suficiente para pagar la nómina; en Chihuahua, son $221 millones. En los demás estados, no conozco el presupuesto, pero lo imagino proporcional al tamaño, es decir, prácticamente todos los estados invertirán (sí, es la palabra correcta) en este rubro más que Aguascalientes y harán, como el mío, el kow-tow para entregar un pequeño tributo a su tribunal.

Finalmente, ya todas estas sabias aunque insuficientes partidas presupuestales han sido aprobadas por nuestros legisladores, en nombre mío y de la Negra (mis compañeros de trabajo, por modestia, no quisieron firmar), les digo:

¡gracias, senadores, por permitirnos invertir estos $34,405 millones en nuestro beneficio!

6.3.2015


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