La primavera árabe de 2011 pudo ser porque se creó un estallido de comunicaciones en las redes sociales que cristalizó en protestas en todo Egipto que culminaron con el derrumbamiento del régimen del presidente Hosni Mubarak, su arresto y condena a prisión perpetua por asesinatos. En otros países del mundo árabe se llegó a resultados semejantes, el de Egipto fue el más conocido. Es imposible decir si las redes sociales crearon, organizaron, ayudaron o simplemente permitieron los levantamientos en esos países, pero es innegable su participación en ellos y este hecho ha mostrado al mundo el potencial que tienen esas redes para influir en un cambio social profundo como el que ocurrió en Túnez, Egipto y otros países del mundo árabe.

Esta forma moderna de comunicación es a la vez la réplica y la antítesis del samizdat (autoedición) soviético: se trataba de ediciones pirata, manuscritas o hechas a máquina, que circulaban en la clandestinidad difundiendo escritos prohibidos para el régimen; el samizdat ayudó a preservar la obra de poetas y escritores rusos que se atrevían a pensar y a criticar a Stalin, y que en esa manera lenta pero extensiva ayudó al pueblo soviético a soportar los duros años de carestías y persecuciones y a tener una esperanza de que algún día las cosas cambiarían. La diferencia entre ambos fenómenos es obvia: el samizdat se hacía difundiendo lentamente por todo el territorio ruso manuscritos que los valientes se atrevían a copiar y a pasar para adelante, la primavera árabe fue una explosión de mensajes en unas pocas semanas; la semejanza también es obvia: ambos fenómenos ayudaron al pueblo a creer que podría realizarse un cambio, a tener la esperanza de que tendría que suceder, y en algunos casos a intervenir directamente para que sucediera.

Las redes sociales son una alternativa al pensamiento libre y a la disidencia, para aquellos que no tienen participación activa en los medios establecidos; cualquiera lee el periódico o ve la televisión, pero no cualquiera escribe en el periódico o conduce un noticiero; sin embargo, cualquiera crea su página en Facebook y publica lo que quiere ahí. Estas redes están por un lado muy desacreditadas precisamente porque se publica ahí un montón de cosas de poca calidad, escritas con mal lenguaje, con groserías y con insultos. Ciro Gómez Leyva escribió un artículo en Milenio llamado Seis tips para acabar con los matones de twitter (http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9182174) en donde da reglas claras y sencillas que todos los que publicamos algo en internet deberíamos de cuidar: empieza por “las críticas son siempre bienvenidas; los insultos no” y termina con “el lenguaje soez, el insulto o la agresividad no construyen una sociedad más sincera, sino una peor sociedad”. Las redes sociales son como cualquier herramienta: su creador las diseñó con algo en mente pero los usuarios son quienes descubren o pervierten su verdadera utilidad.

Comparto un gran descubrimiento hice hoy con respecto a las redes sociales: un amigo me pasó la referencia de la página en Facebook https://www.facebook.com/elcandigatomorris en donde el candidato para alcalde de Xalapa es un gato que se llama Morris. Le leyenda dice

 El candigato Morris se postula para que votes por él este 7 de Julio. Ante la cantidad de ratas que acechan esos puestos solo un gato podrá poner orden. El candigato no promete nada más que los demás candidatos: descansar y retozar.

Al estilo de las noticias de la preparatoria como “Pedro y Elizabeth ya se hicieron novios”, la noticia del gatomorris se ha difundido con rapidez y profundad en el ambiente político de México, principalmente en los jalapeños: hay calcomanías, banners, sombreros, los coches circulan con posters en las ventanillas apoyando al gatomorris y los candidatos humanos, preocupados porque un gato les pueda ganar, ya están haciendo las declaraciones de rigor, algunos concediendo que es un fenómeno que hay que tomar en cuenta, otros desacreditando al gatomorris porque la sacrosanta Ley no permite a los gatos ser candidatos. Es algo así como “vota por Cantinflas” que se utilizaba hace muchos años, pero multiplicado por la enorme difusión que tienen las redes sociales.

Sin embargo no fue en Xalapa donde descubrieron este hilo negro. Resulta que en un pueblito de Alaska llamado Talkeetna tienen un alcalde que se llama Stubbs, que es un gato. Desde 1997 ostenta el título de honorary mayor (alcalde honorario), Stubbs es una atracción para el público, tiene su página en Facebook y la leyenda urbana dice que los habitantes del pueblo se fastidiaron de la baja calidad de los candidatos humanos a la alcaldía y terminaron por elegir un gato. Posiblemente no es mala la idea, veremos qué sucede en Xalapa.

El gran problema social que yo veo en México es nuestra falta de fe en las instituciones y en el futuro de México; somos tan fatalistas como los árabes y creemos que la misma porquería que ahora inunda las altas oficinas de gobierno (vea la noticia de hoy en Reforma: el costo para ser proveedor del Instituto de Vivienda del DF es de $10 millones, más el 10% de los contratos asignados; jefe del Instituto, Raymundo Collins Flores) y la misma pobreza (espiritual, intelectual y moral) en los candidatos que nos obsequian esos representantes del pueblo (sic) que son los partidos políticos habrán de durar para siempre. Quiero recordarte que esto es así por dos razones:

  1. Los políticos deshonestos actúan al amparo de secreto.
  2. Esos políticos confían que el pueblo seguirá dejando las cosas como están.

Gracias en buena medida a las redes sociales actualmente ya está cambiando este entorno vicioso, al menos la primera condición; que la segunda siga viva depende de todos nosotros.

Mientras vemos lo que sucede, visita la página del gatomorris y entérate del susto que le está poniendo a los candidatos bendecidos por los partidos políticos.