Estados Unidos y México tienen presidentes muy semejantes en el estilo de atraer partidarios, de conservarlos, y de gobernar. Ambos siguen sin mostrar otra inteligencia que su capacidad para atraer y manipular a ciertos grupos sociales, que son diferentes aquí y allá: en México es la masa de pobres y desposeídos que se sienten legítimamente cansados de gobiernos corruptos y promesas incumplidas, en USA son los blue-collar workers, obreros y campesinos (mecanizados y con extensiones grandes para cultivar, no son ejidatarios con una yunta de bueyes como aquí). En ambos casos lanzaron proclamas incendiarias, atacaron al establishment, señalaron tantas fallas que se les acabaron los números para contarlas, y acuñaron dos lemas que pegaron profundamente en su mercado de votantes: make America great again, acabaré con la corrupción.

En ambos países hay razones fuertes para querer que los lemas se hagan realidad: los norteamericanos tienen nostalgia por los años 50’s, cuando USA decidía la suerte de todos los países fuera de la órbita soviética y el dólar era casi como oro; es nostalgia por lo que no regresará, pero igual todos quisiéramos ser jóvenes de nuevo. En México está más que justificado el desencanto de la población contra el gobierno y nuestro hartazgo ante la corrupción. Ambos líderes supieron elegir bien su mercado objetivo, vender razones de cambio y esconder las maneras de lograrlo; los dos manipularon a sus electores ofreciendo un cambio que no van a poder cumplir, por imposible.

También se parecen en ciertas condiciones que facilitaron su éxito: en mi opinión, principalmente la poca conciencia civil de los electores. En México no hay mucho que decir acerca del bajísimo nivel educativo de la población (que contribuye grandemente a su bajo nivel de ingresos); y en Estados Unidos la Industria del Entretenimiento se encarga de vaciar de ideas los cerebros de quienes están al pendiente de la última película, la última canción, la última moda, el último gadget; estas personas quieren pasar un buen rato, to have fun, no hay tiempo ni espacio ni capacidad para juzgar las propuestas de los políticos. Cierto que existen grandes sectores en USA que participan activamente en política, pero entre la Entertainment Industry y el sistema electoral que poseen, puede salir presidente quien no obtuvo los mayores votos. Esta industria alienta a “pasarla bien” en EEUU, y es un escape a las miserias de la vida para los más desposeídos en nuestro país.

Los norteamericanos heredaron de los peregrinos europeos una cultura de pertenencia a grupo y de solidaridad comunitaria, pero México es un país en donde cada quien ve para su santo, ni las colonias ni las manzanas de la ciudad están organizadas para actuar en casos de emergencia, todo se les deja a las autoridades “porque a mí no me toca, además los del gobierno para eso cobran”. Los protestantes y los cristianos ortodoxos se agrupan para hablar, enterarse de sus problemas y ayudarse, pero los católicos no tenemos esa estorbosa costumbre. A pesar de todo lo que dice el Evangelio, cada católico está solo frente a Dios, y por extensión, frente a las autoridades. Paradójicamente, los solidarios norteamericanos se aventuraron a colonizar el Oeste, y los individualistas mexicanos tenemos complejo de muégano y por eso nos aglomeramos en las grandes ciudades, en vez de buscar desarrollarnos en ciudades medianas y pequeñas, como hay en EEUU.

Ambos líderes no entienden nada fuera de su respectivo campo de astucia. Un caso patético es el calentamiento global, asunto gravísimo y torpedeado por los dos. Una anécdota viene al caso. Einstein visita México y le dice a López Obrador:

E = mc2

El presidente le responde: “perdóname Alberto, te lo digo con todo respeto, pero yo tengo otros números”. A pesar del deshielo evidente en el Polo Norte, cuya más terrible muestra es aquel video de un oso apenas capaz de arrastrarse buscando comida, que seguramente murió un rato después, los dos presidentes siguen negando con sus hechos el problema. Trump quedó en ridículo porque EEUU es el único país que está fuera de los Acuerdos de París, y nuestro gobernante sigue empeñado en la tarea de rescatar Pemex “a fuerza de billetazos”; acción estúpida e ignorante porque es extemporánea (no estamos en 1938) y porque Pemex es un barril sin fondo. A Trump los Estados de la Unión le dijeron que estaba loco y que ellos proseguirían con su agenda verde, cuidando el ambiente y con California poniendo el ejemplo. Aquí cancelan parques eólicos, meten dinero a un hoyo negro, le apuestan a las energías del pasado, y seguimos padeciendo diariamente el Sermón de la Mañana.

Por enésima vez presumo el logro de mi oficina: instalamos 50 m2 de páneles solares, y con ellos eliminamos la cuenta de luz. Es oficina con servidores 24×7, iluminación, computadoras, microondas, refrigerador y todo lo que se necesita en un lugar así, y bastan cincuenta metros cuadrados. Según el INEGI, el 40% del territorio es desértico o semidesértico, algo así como 800,000 km2, que son lugares ideales para instalar celdas solares. Hagamos una cuenta rápida del potencial generador de electricidad de la mitad de esta superficie, tomando como referencia mi oficina. Convirtiendo a metros, 400,000 km2 hay que multiplicar por 1’000,000 (los metros en 1 km2) que nos da 400,000,000,000 metros cuadrados. Divididos entre 50 obtenemos que se podría anular la cuenta de luz de 8,000’000,000 de oficinas, muchísimo más que todas las oficinas y que todas las casas-habitación de México. Hay que pagar el costo de la inversión, pero el mantenimiento es mínimo, hay 0 contaminación, no hay necesidad de meterle dinero a Pemex. Teniendo todas las casas de México con páneles, cada hogar podría utilizar un coche eléctrico y cargarlo con la corriente de su casa, cortesía del dios sol; beneficio adicional, no hay que pagar gasolina. Pero el presidente tiene otros números.

En resumen, nuestros respectivos líderes tienen en común estas características:

  • Gran liderazgo en su población-objetivo
  • Ambos podrían haber adoptado el slogan resentidos del país, uníos.
  • Tienen slogans grandiosos, atractivos en la superficie, irrealizables en el corto, mediano y largo plazo.
  • Convencidos de ser mesías nacionales.
  • Se rodean de sumisos.
  • Malos para la crítica, no responden a los cuestionamientos.
  • Les gusta lanzarse contra molinos de viento (Trump, contra el mundo; AL, contra los fifís)
  • Ignorancia enciclopédica fuera de su estrecho campo de expertise.
  • Malos para escuchar y aceptar consejos.
  • Responden preguntas sin responder, o insultando.
  • Faltos de respeto a los otros Poderes.

Naturalmente, los ejemplos mencionados son un caso excepcional y no la regla entre los líderes del mundo. En la actualidad están por ejemplo Xi Jinping de China y Vladimir Putin de Rusia, líderes carismáticos, inteligentes, con los pies en la tierra y con la mira puesta en el engrandecimiento de sus países, no en slogans para conseguir votantes. Los líderes polacos y húngaro son más bien líderes divisivos, Angela Merkel probablemente tendrá que retirarse. Abraham Lincoln es el mayor líder que tuvieron en EEUU, encargado de la dificilísima tarea de unir vencedor y vencido en una nación. Por extensión y por importancia será mejor tratar por separado este tema.

Lo que he dicho aquí sobre energía solar y eólica, me obliga a hacer confesión pública:

FE DE ERRATAS

Donde dije:
     En esta vida nada más son gratis el amor y las mentadas de madre.

Debí haber añadido:
     También son gratis el sol y el viento.


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Dos líderes que el mundo produce — No hay comentarios

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