1-The Hour.

Los ingleses saben hacer buenas series de TV: con un presupuesto considerablemente menor y con pocos efectos visuales y trucos auditivos, crean historias convincentes, con personajes bien diseñados y soberbiamente actuados; recientemente vi una de ellas: The Hour, que es la historia de un noticiero en la BBC de Londres durante el año 1956; tiene como telón de fondo la crisis del Canal de Suez, cuando Nasser nacionalizó el canal para Egipto y los británicos, franceses e israelíes organizaron una guerra inoportuna que los Estados Unidos, mediante presiones, dio por terminada. En la BBC se da la batalla por dar a conocer al público lo que sucede en Egipto, las presiones del gobierno para limitar los alcances de las noticias, y naturalmente el conflicto y la lucha de personalidades y nulidades que se mezclan en el mundo de las noticias.

La serie empieza con el problema permanente de todo canal de televisión: capturar audiencia, crearse un público fiel al programa, combinando horario, personajes y contenido. En este caso es un programa de noticias, y la responsabilidad de producirlo cae en Bel Rowley, una mujer en sus treintas, con inteligencia, talento organizativo y fuerza para tomar las decisiones que convengan al show. Alrededor de ella se reúnen dos personalidades contrastantes: el boyante yerno-de-poderoso Hector Madden, que será la cara del programa, y el inquisitivo, inquieto, frágil Freddie Lyon, nada más con su talento y sin suegro ni padre que lo incrusten en el lugar apetecido. Bel sucumbe a los encantos masculinos de Hector, y también sucumbe al talento de Freddie, formando un triángulo imperfecto y como todos los triángulos, conflictivo.

Dos asesinatos relacionados con personajes de la trama mueven a Freddie a seguirles la pista, que apunta a conexiones con el gobierno en una época de sospechosismo, puesto que la Guerra Fría estaba en su apogeo; se trata de un profesor universitario, hallado muerto en la calle, y una amiga de Freddie, quien aparece muerta en su hotel; el suicidio es aparente, pero para Freddie, que la conocía, también es inconvincente. Persigue la pista en sus ratos libros y en horas de trabajo, mientras estalla la crisis de Suez el 26 de Julio porque Nasser ha nacionalizado el Canal de Suez, que estaba en manos británicas desde hacía casi un siglo.

Un personaje que representa al gobierno frente a la BBC, MacCain, se vuelve huésped frecuente de los episodios. Representa los mejores intereses del gobierno, es decir, moderar la voz de los comentaristas y editores para que las noticias no causen agitación en la población y si se puede, para endulzar las acciones que ha emprendido el gobierno del Primer Ministro Anthony Eden. La primera encomienda se centra en satanizar a Nasser porque ha roto un convenio, porque ha atacado instalaciones británicas, porque es una amenaza para la paz mundial; cualquier versión excepto el análisis de los hechos y sus antecedentes, el punto de vista de los participantes en la Crisis, el formar una opinión objetiva.

La situación se complica cuando Israel ataca a Egipto en octubre, y poco después se juntan en la guerra Francia e Inglaterra para recuperar el Canal; el complot entre franceses, ingleses y judíos es demasiado burdo y obvio como para poderlo endulzar frente a la opinión pública disfrazado de defensa de soberanía y la productora Bel tiene que soportar las insistencias y amenazas veladas de MacCain para  publicar solamente aquello que autorice el gobierno, y en la forma que sea mejor a sus intereses. Parece que en esos años todavía era posible encontrar noticieros importantes, en ciudades importantes, que hacían de su trabajo una misión y no nada más un oficio. Lord Elms, el padre de la joven suicidada, acepta declarar frente a las cámaras su opinión informada de las maquinaciones adentro del gobierno en contra de Nasser y para preparar el terreno para la guerra que está sucediendo. El programa es cortado bruscamente por el director, Bel es despedida del trabajo y Freddie cree que tiene una historia para escribir.

Como obra cinematográfica, es altamente recomendable. Los personajes son creíbles todos, con sus cualidades y sus defectos, su figura impecable o lastimosa, su posición a favor de la difusión de la noticia o su encubrimiento. Es irritante que en prácticamente todas las escenas aparece alguien bebiendo y fumando, pero seguramente es parte de interés por dar una adecuada ambientación a la serie. Cuando se acercaba el final de la serie, crecía en mi el gusano de la curiosidad, ese bicho que a veces prende en el pecho y se vuelve opresivo, sin forma de mitigar ni olvidar; sentía un deseo de conocer más en detalle los hechos que en la pantalla se narraban nada más como telón de fondo: la nacionalización del canal, el supuesto complot inglés para asesinar a Nasser, la euforia del equipo en The Hour porque tienen una noticia mundial de primer nivel que comentar, los intentos del gobierno por dar una versión endulzada. Como ha sucedido en otras ocasiones, como creo que le pasa a cualquiera que quiere saber más, aproveché la ocasión y estudié el asunto. Intenté nutrirme de ambos lados: la versión de Kissinger y la de Eugene Rogan. Lo que sigue es lo que descubrí, bastante cercano a lo que narró la serie.

2-El Cercano Oriente en 1956.

El hecho de mayor importancia que había sucedido en esa región durante el siglo XX fue la creación del Estado de Israel. Desde hacía un siglo, muchos judíos habían emigrado a Palestina para establecerse ahí, y al final de la Segunda Guerra Mundial el número había crecido lo suficiente como para pensar que podían crear ahí su propio país; lo consiguieron con la ayuda militar y política de Inglaterra y con el apoyo financiero de judíos en todo el mundo. El problema es que Palestina no había sido territorio judío desde el año 70, cuando el emperador romano Tito los expulsó de ahí y se inició la Diáspora; los pueblos árabes que ahí vivían consideraban (y todavía consideran) a la antigua Palestina como su propia tierra y a los judíos, invasores y usurpadores. Con la ayuda de las potencias occidentales, el apoyo financiero de los judíos en todo el mundo y el empuje de los judíos asentados ahí, Israel se convirtió en un país fuerte, superior económica y militarmente a cualquiera de sus vecinos, y el conflicto entre árabes y judíos no tiene trazas de solución en los próximos cien años; ambas partes alegan derechos milenarios sobre la misma tierra, y la coexistencia en términos de igual a igual es improbable, puesto que implicaría una de dos: o bien Israel renuncia a su poder militar, o que los árabes elevan su poder militar a los niveles israelíes. La situación de base en 1956 era en este sentido semejante a la actual.

Los países árabes, un denominativo algo impreciso que agrupa a las actuales naciones con herencia de la civilización árabe, que incluye lenguaje, cultura y religión, están localizados principalmente en el norte de África y en el sudoeste asiático, lo que se llama Cercano Oriente.

Desde la perspectiva narrada aquí, los que están en Asia (el Medio Oriente) se divide en dos: petroleros y no petroleros; los primeros han sentido la influencia de Occidente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (SGM) de una u otra manera. En casos benignos, como Arabia Saudita, se llega a un acuerdo saludable entre EEUU y la dinastía reinante, el país se convierte en productor no problemático de petróleo, y el dinero fluye. En otros casos, donde antiguos socios de algún presidente norteamericano terminan distanciados de Occidente, como Irak, el país es invadido para eliminar al infractor de la paz mundial e instalar un gobierno más cooperador. Los países no petroleros son dejados a la suerte del juego político entre los líderes mundiales, como Afganistán, Líbano y Siria, quienes han percibido el influjo extranjero en la forma de guerras civiles o intervenciones armadas.

La agrupación de los países africanos es: Egipto por un lado y el Magreb por el otro. Este último agrupa al actual territorio de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, que hacia 1950 habían quedado como colonias o protectorados de España, Francia e Italia, luchando por obtener su independencia; en los siglos de dominación árabe en España, los habitantes del Magreb eran los “moros”. Egipto contaba con un rey propio, impuesto por los ingleses junto con condiciones que volvían al país, en la práctica, en una especie de protectorado. Egipto tenía importancia estratégica por una condición geográfica, el Canal de Suez, y también porque en esos años emergió el líder árabe más importante que tuvo la región en todo el siglo XX, Gamal Abdel Nasser.

Israel se convirtió en punto y aparte dentro del mundo árabe, a partir de su creación en 1948.

En el resto del mundo, los jugadores más importantes eran Estados Unidos y sus aliados Inglaterra y Francia, versus el bloque comunista, la URSS y China. Ni uno ni otro eran bloques hegemónicos: China rivalizaba con la URSS en el campo socialista, y Francia e Inglaterra todavía soñaban que eran potencias mundiales y coloniales, y se atrevían a desafiar al líder; estos sueños terminaron precisamente con la Crisis de Suez. El bloque comunista y las potencias occidentales se encontraban en medio de la Guerra Fría, buscando influencia y aliados en el resto del mundo.

Pero las relaciones entre los países árabes es la parte más interesante de nuestra historia. Internamente a ese mundo, Egipto se convirtió en el único líder, gracias al carisma de Nasser; para el Magreb fue un ejemplo a seguir y un aliado en su lucha por la independencia, pero para los demás países árabes era una especie de hermano incómodo, porque impulsaba un nacionalismo que defendiera el territorio no nada más de la dominación política, sino económica; aquellos países árabes que ya habían llegado a un acuerdo conveniente con Occidente lo miraban como alguien que les quería perturbar ese equilibrio. Para los palestinos era una esperanza de recuperar Israel, pero Jordania, Siria, Irak e Irán tenían cada quien sus propios problemas y no necesitaban la complicación de un líder árabe demasiado combativo.

Francia buscaba la manera de controlar sus antiguos territorios, Túnez y Argel, e Inglaterra tenía fuertes intereses en el Canal de Suez, con presencia militar en las instalaciones y en algunos lugares del país. No era una ocupación en toda forma, pero suficiente para molestar a los egipcios y hacerlos sentir humillados. Ambas potencias enfrentaban la desmembración de sus antiguos imperios: Francia perdió Indochina en 1954, y la India consiguió su libertad en 1948; ambas, sin quererlo reconocer, a partir de la SGM jugaban el papel de potencias de segundo orden.

Los Estados Unidos estaban activos tratando de controlar a los países árabes para que no fueran a atacar a Israel, asentando su red de operaciones económicas con los productores de petróleo, y cuando eso no se podía, instalando gobiernos afines (como el Shah de Irán) o eventualmente con intervención directa.

En medio de la Guerra Fría, la URSS y EEUU buscaban la forma de avanzar en el mundo; este último tratando de impulsar la “democracia y la libertad” y la primera tratando instalar el “paraíso socialista” al país que se pudiera; la primera es una verdad a medias, la segunda es una declaración vacía de contenido.

Para Egipto, su enemigo declarado era Israel; EEUU, Inglaterra y Francia eran nada más hostiles. Los países árabes eran potenciales aliados, la URSS era una carta que podían jugar para conseguir dinero o armas.

3-Egipto y el Magreb.

En 1950 el mundo árabe estaba dividido y resentido contra los occidentales, principalmente contra Francia e Inglaterra, quienes habían ayudado a los judíos a establecerse en Israel, expulsando a los palestinos de lo que fue su tierra durante siglos. Parte del antiguo imperio inglés eran los modernos países de Egipto, Jordania e Irak; Francia conservaba a Argelia como parte de su territorio, y tenía influencia en Sira y Líbano. En un distante tercer lugar de influencia, estaban Italia con Libia y España con el Sahara Español.

Inglaterra había concedido la independencia a Egipto en 1932, sujeto a varias condiciones:

  1. El país sería gobernado por una monarquía, y no se cambiaría esta forma.
  2. El rey sería Faruq, y la casa reinante no podía ser sustituida.
  3. GB (Gran Bretaña = Inglaterra) mantendría instalaciones militares en Egipto.
  4. La operación del Canal de Suez se dejaría en manos inglesas.
  5. La Compañía del Canal de Suez cobraría el peaje y distribuiría el dinero; a Egipto le tocaría una porción mínima.
  6. Egipto puede tener su Parlamento, pero sus decisiones tendrán que ser aprobadas por los británicos estacionados en El Cairo.

En otras palabras, Egipto pasaba de ser colonia británica a ser un protectorado inglés. La condición no alcanzó a perjudicar al rey Faruq, quien se dio vida de rey, rodeado de un séquito de origen turco que lo cuidaba e irritaba a los egipcios.

Así como Faruq, los gobernantes árabes estaban desacreditados porque no se oponían suficientemente a los occidentales, lo que fue una fuerza para crear grupos de oposición radicales como los comunistas o los Hermanos Musulmanes en Egipto, grupo que fue creado por Hassan al-Banna, un maestro en El Cairo que tenía una sólida formación y devoción a los valores islámicos. Empezó a trabajar hacia 1925 con los jóvenes buscando la manera de rescatarlos para las creencias y tradiciones de su pueblo; era una reacción contra los signos evidentes de dominación inglesa y contra las malas condiciones en que vivían los egipcios.  El tratamiento era informal, no tenía aspiraciones políticas ni radicales; pero su grupo creció mucho, los egipcios mostraron respuesta a las enseñanzas de al-Banna y a las comparaciones que hacía entre la riqueza de los occidentales, el dinero que fluía a través del Canal de Suez, y las condiciones en que se encontraba el país. Los egipcios trataban de acomodarse a las circunstancias y de imitar las maneras occidentales, pero al-Banna supo apelar a su orgullo y convencerlos de que en sus propias creencias y tradiciones había valores que para ellos eran más dignos de seguir que la imitación de los occidentales. Se abrieron “sucursales” del club original en otras partes de la ciudad y del país, y al cabo de pocos años formaban un grupo grande que pretendía, entre otras cosas, recrear la Umma, aquella comunidad original de los pueblos árabes unidos principalmente mediante el Islam. Consideraban a las fronteras actuales entre los países árabes como invento de los occidentales para repartirse más cómodamente el pastel y las repudiaban. Desde su perspectiva de egipcios, declararon que la élite del país, occidentalizada y corrupta, era el enemigo número uno.

Hacia 1940, la mayor esperanza de Egipto era librarse del dominio británico; cuando lo hubieron conseguido, anhelaron otras cosas, y esto los separó de otros países en donde todavía tenían encima el yugo europeo. El sueño de resucitar la Umma que tenían los Hermanos Musulmanes, era el de regresar a aquella comunidad de fieles creyentes que rodeó a Mahoma, que vivía según sus enseñanzas y estuvieron dispuestos a dar la vida por lo que creían. Pero la Umma original evolucionó y más adelante, cuando las conquistas crecieron y el terreno dominado por los árabes fue mayor, entraron los poderes seculares y pusieron más atención en las cosas de esta vida que en el Paraíso de Mahoma; fue algo semejante a lo que pasó con la Iglesia, que fue una comunidad de fieles creyentes durante sus primeros 300 años, hasta que Constantino la convirtió en religión oficial del estado y a partir de ahí, la historia del cristianismo se parece mucho a las luchas por la supervivencia y el poder que enfrentaron otros estados. Parece que este ideal de fieles creyentes, lo mismo que la verdadera democracia, es posible solamente en pequeñas comunidades, porque a medida que crece el número de miembros aumenta también el número de opiniones e intereses divergentes y de posibilidades de conflicto, que terminan por desembocar en luchas internas. Así se dividió el Islam en varias ramas, como también el Cristianismo.

Pero es lícito aspirar a ideales muy lejanos, y los Hermanos Musulmanes querían una gran nación árabe, no esta división de países impuesta por los occidentales; algo semejante al sueño bolivariano de una América Latina unida y persiguiendo sus propios intereses; ni unos ni otro tuvieron éxito. En el caso árabe, tenían en su contra las diferentes condiciones en que estaban los países árabes, por ejemplo Egipto comparado con el Magreb. Egipto tenía la bendición del Nilo y la oportunidad del Canal de Suez, ventajas que no tenían equivalente en cuanto a potencial en Libia, Túnez, Argelia o Marruecos. Libia tiene petróleo, y quizá, en vista de los intereses petroleros mundiales que intentan apoderarse o controlar todos los yacimientos, es más una maldición que una bendición.

Egipto era también un país relativamente adelantado, al compararlo con sus vecinos. Las quejas se centraban en tres aspectos en 1950: corrupción del rey y su camarilla, presencia militar británica, y funcionarios del gobierno al servicio de Inglaterra. Había muchas protestas contra todo lo imaginable, en particular por la situación imperante en la zona que había hecho posible el desastre palestino (desde la óptica árabe), es decir, que hubieran perdido su tierra y en su lugar surgido Israel.

3-Cae la monarquía en Egipto.

En 1950 hubo elecciones para el parlamento que las ganó el partido Wafd; instalados en el poder, se propusieron como principal objetivo obtener una real independencia de Gran Bretaña, es decir sacar las tropas británicas del país. Entraron en negociaciones y después de 19 meses no habían logrado acuerdos; el Wafd decidió unilateralmente abolir el tratado Anglo-Egipcio de 1936, que había sido el acuerdo formal que legalizaba la ocupación británica, su influencia y la presencia de tropas en el Canal de Suez. Inmediatamente Inglaterra protestó, puesto que con este paso sus tropas en Suez se convertirían en ejército de ocupación y podrían ser desalojados por la fuerza.

Surgieron grupos armados egipcios (llamados fedayines) que atacaron las instalaciones inglesas, y como respuesta GB envió más tropas al Canal, quitaron a la policía egipcia de ahí porque sospechaban que ayudaba a los fedayines, y el viernes 25 de enero de 1952 los británicos asaltaron el cuartel general de Ismaila, un lugar en el lado Oeste del Canal. Al día siguiente hubo indignación y huelga general para protestar contra los ingleses, que mucha gente utilizó como pretexto para incendiar, robar y matar. Se le llama Sábado Sangriento a esta fecha, 26 de enero de 1952. Hubo una serie de acciones violentas contra todo aquello que pudiera representarse como enemigo a los ojos del populacho: quemaron negocios de los ricos, el club británico, un colegio judío, hoteles y bancos. La magnitud del desastre y su focalización hicieron pensar que no fue espontáneo, y al día siguiente el rey Faruq disolvió el parlamento, pero nombró en su lugar a personas que no pudieron controlar la situación; el rey estaba más acostumbrado a gozar del poder bajo la protección inglesa que a ejercerlo para controlar problemas sin ayuda de los británicos; la confianza en el rey y su gobierno terminaron por los suelos.

Como en toda época de agitación, eran muchos los que hablaban y pocos los que hacían algo. Los oficiales del ejército eran especialmente sensibles a los problemas nacionales, era un grupo que había tenido cierta formación y que les tocaba presenciar en primera fila los problemas que vivía el país. Entre ellos surgió Gamal Abdel Nasser (1918-1970), un líder carismático que representaba y estaba dispuesto a encabezar el resentimiento de los de su clase contra el gobierno monárquico impuesto por los ingleses, su pobre papel frente a la guerra en  Palestina, que los había dejado junto a un vecino agresivo y militarmente superior, Israel.

Nasser pudo atraer a varios personajes de renombre, organizando su grupo como células independientes para que pudieran sobrevivir como organización si alguien era descubierto. Antes del Sábado Trágico atacaban simplemente el imperialismo británico y el gobierno títere, pero a partir de entonces decidieron derrocar a Faruq, a quien se le habían juntado a las acusaciones ya viejas de malgastar el dinero del pueblo en mujeres y vino, el nuevo estigma de no saber cuidar a su pueblo.

En diciembre de 1951 hubo elecciones de una asociación privada: el Club de Oficiales Egipcios; Faruq le había puesto el ojo encima porque lo consideraba un barómetro de la lealtad del ejército a su gobierno, y le interesaba que saliera electo algún oficial favorable. Los Oficiales Libres convencieron a un oficial importante, el general Mohamed Nagib, de postularse contra el candidato del rey; Nagib ganó por amplio margen, el rey maniobró al principio tratando de voltear la elección, luego presionó al vencedor para que dimitiera y en julio de 1952 disolvió la junta directiva. Estas acciones pusieron a los Oficiales Libres en una disyuntiva: apresurar el golpe de estado que habían planeado para fin de año, o terminar encarcelados; acordaron que el 23 de julio actuarían.

A las 02:00 de la mañana del día acordado los golpistas tomaron el cuartel general, Anuar el-Sadat fue a la Radio Nacional y anunció que se había dado un golpe militar lidereado por Nagib para derrocar al rey Faruq. La gente reacción con gusto, el rey había llegado al límite de sus capacidades y cedió, abdicando en favor de su hijo de meses de edad. Su suerte no estaba decidida: si lo mataban podrían convertirlo en mártir, si lo juzgaban podrían empantanarse en un juicio largo, si el juicio era sumario podrían crear mala imagen y repercusiones internacionales; decidieron desterrarlo. Más allá de eso, los golpistas, y en general los egipcios, tenían poca experiencia en gobernarse a sí mismos –muchos siglos-, y libres del rey, no tenían idea de lo que había que hacer, qué tipo de reformas promover. Sin embargo, tenían una percepción muy clara de los enemigos y abolieron todos los títulos turcos que había otorgado el rey, miembro de una dinastía otomana; establecieron un límite de 800,000 m2 = 80 has que podían estar en manos de un individuo; confiscaron las propiedades del rey, expropiaron los latifundios de los muy ricos y les pagaron con bonos a 30 años. En total expropiaron unos 1,500 km2 que fueron repartidas en pequeños propietarios. Esta superficie no es muy extensa, pero hay que tomar en cuenta que en Egipto la tierra arable es muy poca, está limitada a unos kilómetros a ambos lados del Nilo, que lo recorre de Sur a Norte, el resto es desierto; por eso la medida fue significativa y además populista, para asegurarse el apoyo de la gente. Hubo 146,000 familias favorecidas, que pueden representar aproximadamente 750,000 personas en una población de 21.5 millones; en promedio era 1 hectárea por familia, realmente poco, pero redituable políticamente.

En septiembre de 1952 Nagib forma un gobierno con civiles, pero paralelamente Nasser creó un comité de militares para “supervisar la Revolución”, el Consejo del Comando Revolucionario (CCR). Al principio colaboraron con el gobierno pero poco a poco se fue creando una rivalidad entre Nagib y Nasser. Los militares abolieron en enero de 1953 todos los partidos y organizaciones políticas, como el Wafd y los Hermanos Musulmanes, creando un partido único patrocinado por el gobierno: la Unión Liberadora. En julio de 1953 declaran abolida la monarquía, proclaman la república y a Nagib como su primer presidente; el país era gobernado por su propia gente por primera vez en milenios.

4-Nasser.

Aunque el ambiente político mejoró y hubo una euforia inicial por los cambios, subsistía uno de los problemas de fondo en cualquier país: la economía; 35% del PIB en agricultura, 13% en industria y 52% en servicios. El país había dependido durante milenios de las inundaciones anuales del Nilo, que irrigaban su ribera y depositaban una capa de limo que las hacía fértiles durante unos meses; al final, como todos los ríos, el agua iba a dar al mar en grandes cantidades. Pensaron en la idea de controlar el río construyendo una gran presa lo más alejado posible del mar, puesto que el flujo se originaba muy al sur, en otro país; el lugar elegido fue un pueblo llamado Asuán, cerca de la frontera con Sudán. Se estimaron beneficios enormes con esta obra: electricidad para la industria y las casas, ampliación de la superficie cultivada en más del 50%, pasando de 24,000 km2 a 34,000 km2, con un flujo controlado y no sujeto a las milenarias inundaciones. En Egipto, un país de naturaleza desértico, una obra así es de enorme importancia.

Pero el problema era el dinero, centenares de millones de dólares que no tenía el país; esto llevó a la cruda realidad de prácticamente todas las grandes empresas, negociar un préstamo con los extranjeros, que significa forzosamente hacer concesiones. Los bancos occidentales están dispuestos a hacer negocios donde sea, pero no pueden hacerlo sin consultar sus gobiernos; Egipto quería liberar a su país de los ingleses y recuperar el Canal de Suez, lo que entraba en conflicto con el objetivo de conseguir dinero de Francia, Inglaterra o EEUU que eran aliados.

Estados Unidos dijo que aprobaba el proyecto de la presa Asuán, pero lo condicionó a firmar un pacto de ayuda regional contra la URSS; se trataba de una alianza formal con EEUU e Inglaterra. Nasser dijo que no porque temía más al enemigo cercano (Israel) que al que estaba a 8000 kilómetros de distancia, y además no quería dar pretextos para prolongar la ocupación británica o que eventualmente fuera sustituida por una ocupación norteamericana.

Inglaterra también estaba en conflicto con los tiempos: actuaba con pretensiones imperiales cuando su antigua colonia, los Estados Unidos, la había rebasado y las otras colonias eran perdidas una por una. India había logrado su independencia pero en el Medio y Cercano Oriente todavía tenía GB grandes intereses y participación política. Hubo una negociación y se acordó el 19 de octubre de 1954 que en dos años se irían los ingleses de Egipto, dejando una guarnición en el Canal de Suez.

Los problemas entre Nasser y Nagib seguían, y el presidente criticó el acuerdo con Inglaterra, gestionado por los militares. Nasser se volvía una figura cada vez más poderosa y también peligrosa para muchas personas, tanto fuera como dentro del país. Los Hermanos Musulmanes planearon un ataque, y enviaron a un asesino suicida a disparar mientras Nasser daba un discurso el 26 de octubre; por mala puntería o porque así estaba planeado, el atacante erró todos los tiros, Nasser conservó la figura durante los balazos y terminó diciendo que con gusto entregaría su vida por Egipto, porque sabía que “en cada uno de ustedes habría un nuevo Gamal Abdel Nasser”. La multitud se volvió frenética, la popularidad subió por los cielos y los militares aprovecharon la oportunidad para encarcelar a miles de Hermanos Musulmanes, ahorcar al atacante e implicar a Nagib en el complot, quien pasó los siguiente veinte años en arresto domiciliario.

A Nasser también le tocó su ración de ataques retóricos por parte de los israelíes. La frontera entre ambos países era difusa y frágil, y el primero ministro Ben Gurion sondeó a los militares egipcios porque encontraba algunos paralelos entre la situación actual y la que vivió Europa hacia 1870, comparando a Alemania con el mundo árabe, a Prusia con Egipto y a Bismarck con Nasser; en otras palabras, Nasser quería unificar al mundo árabe utilizando como base a Egipto, precisamente lo que hizo Bismarck con Alemania. Pero este paralelo solamente existía en la imaginación de Ben Gurion y probablemente en el deseo de Nasser, puesto que Egipto no tenía ninguna tradición militar ni líder militar durante los últimos mil años, al revés de Prusia, quien tenía el antecedente de Federico el Grande y de incontables guerras libradas en su territorio. Egipto no tenía armas para defenderse de Israel, mucho menos para atacarlo.

En julio de 1954 los servicios secretos israelíes colocaron bombas incendiaras en El Cairo y Alejandría en edificios de EEUU y GB, presumiblemente para deteriorar las relaciones de Egipto con los ingleses; pero agarraron a un espía con las manos en la masa, en el incidente llamado Caso Lavon por el ministro de defensa judío Pinchas Lavon. Dos de los implicados fueron ahorcados, uno se suicidó en prisión y otros fueron condenados a penas muy largas. Se hizo un escándalo internacional, renunció Ben Gurion y otro Primer Ministro tuvo que sacar las castañas del fuego. Pero en febrero de 1956 regresó otra vez Ben Gurion, quien observó que Gaza estaba en manos de Egipto y llena de refugiados palestinos, que a veces cruzaban la frontera y hacían terrorismo en Israel, o robaban, o simplemente iban a recuperar algo que habían dejado en sus viviendas; estos hechos fueron utilizados por Israel como casus belli, y con facilidad derrotó a los egipcios.

La situación de Egipto se deterioró, porque se vio inerme y sin amigos frente a un vecino poderoso; necesitaba armamento para poderse defender. EEUU lo podría ayudar, condicionado al ingreso al Pacto de Bagdad, para defenderse de la URSS. Nasser no consideraba posible una amenaza rusa, y por el contrario pensaba que ese pacto era una manera de perpetuar el colonialismo occidental en tierras árabes. Lo condenó públicamente, detuvo el ingreso de algunos estados árabes, y perdió el soporte norteamericano. También estaba Francia como posible proveedor de armas, pero Marruecos, Túnez y Argelia, donde Francia tenía grandes intereses, buscaban su independencia y Nasser simpatizaba con ellos; este camino también se encontró cerrado. Nasser simpatizaba con los nacionalistas árabes y les daba apoyo moral y eventual refugio en Egipto, no podía hacer mucho más; él representaban un ejemplo para esos pueblos, y puesto en el dilema de bloquearlos para acceder a las armas francesas, se decidió por la causa árabe.

Desde 1942 el colonialismo francés sufrió, porque Estados Unidos derrotó a los franceses de Vichy en Marruecos. Roosevelt declaró que el colonialismo “se ha quedado obsoleto y está condenado” y los marroquíes se entusiasmaron y le pidieron apoyo, pero los norteamericanos y británicos negociaron con la Francia Libre del general Charles de Gaulle y decidieron devolver el control de Marruecos a De Gaulle; en Marruecos tuvieron que hacerse independientes sin ayuda de EEUU en 1956.

En 1952 también había agitación nacionalista en Túnez;  los franceses asesinaron al líder Farhat Hached y se organizaron protestas, que Francia las sofocó con brutalidad, soldados ametrallando transeúntes en la calle. Los nacionalistas se volvieron clandestinos e imperó el terror durante unos años, hasta que en 1956 también consiguieron su independencia.

Pero la joya de la corona africana para Francia era Argelia, que no era considerada una colonia sino parte integral del territorio francés: había diputados argelinos y estaba dividida en departamentos, lo mismo que Francia; vivía un millón de franceses en Argelia. El ejército francés rechazó a los nacionalistas, hubo matanzas por ambos lados y cuando las cosas se ponían feas para los argelinos, Nasser les daba refugio en Egipto. Francia condicionó la venta de armas a que cesara el apoyo a los independistas de Argelia, y la negociación se empantanó.

En esta situación entra en acción la URSS. Tercamente, Nasser no quería elegir entre el bando comunista o el capitalista, y buscó discretamente la ayuda de Zhou Enlai en China para que interviniera ante la URSS y le vendiera armas. La situación rusa no podía exigir “estás conmigo o estás contra mí” como lo hacían los norteamericanos, y en septiembre de 1955 accedieron a vender armas a Egipto a través de Checoslovaquia: 275 tanques T34, 200 aviones Mig, y además bombarderos Ilyshin-28. En mayo de 1956 Egipto y China establecieron relaciones diplomáticas. EEUU puso el grito en el cielo, porque pensaba que Nasser había jugado con ellos y con los soviéticos, para ver a cuál podía extraerle mejores concesiones, y porque veía que el bloque soviético estaba penetrando el Cercano Oriente y maniobrando para convertirse en una amenaza para su protegido Israel. GB, Francia e Israel se sintieron directamente amenazadas y sospecharon que la intención de Nasser era crear una Liga Árabe que él dirigiría para atacar a Israel, quien tenía un ejército mayor y mejor que cualquiera de los países árabes y podría derrotar a cualquiera de ellos individualmente, pero no podía correr el riesgo de desgastarse en muchos frentes simultáneamente. Las alternativas que se les presentaban eran matar a Nasser, derrocarlo o entrar en guerra declarada con Egipto. El hilo narrativo en la serie The Hour (lo que me sugirió investigar el asunto de Suez) donde los ingleses participan un complot contra Nasser está ubicado en este contexto histórico.

Los estados árabes asiáticos eran terreno de acción para la diplomacia norteamericana, que quería juntarlos a todos en el Pacto de Bagdad, pero también maniobraban los rusos y los agentes egipcios, quienes tenían lazos de raza, cultura y religión con esos países. El rating de Nasser había subido mucho, era considerado héroe por los pueblos árabes aunque varios de sus gobernantes lo miraban con recelo. En Jordania, finalmente el rey Hussein destituyó a su ministro inglés John Glubb Pacha, y se las arregló para zafarse de la presión norteamericana, declinando unirse al Pacto de Bagdad. La agitación que el presidente Eisenhower veía en el Cercano Oriente, que atribuía a Nasser y que dificultaba su política de contención contra la URSS terminó por inclinar la balanza, y anunció que no apoyaría el proyecto de la Presa de Asuán, el asunto más importante al interior de Egipto.

El cálculo de Eisenhower era que Nasser, viendo cerradas las puertas del financiamiento, terminaría por doblar las manos y someterse al Pacto de Bagdad. Pero no sucedió así.

5-Egipto se apodera del Canal de Suez

El 26 de julio de 1956, mientras Nasser daba un discurso, soldados egipcios instruidos por él tomaban las instalaciones del canal. La contraseña era “Fernando de Lesseps”, el ingeniero que había construido el canal hacía un siglo: cuando los soldados escucharon por la radio la señal pronunciada por Nasser, entraron a las instalaciones, se apoderaron de ellas sin resistencia, y unos minutos más tarde, dentro del mismo discurso, Nasser informó a sus conciudadanos que bajo sus órdenes, el ejército egipcio se había apoderado de las instalaciones y que el canal estaba en manos egipcias.

La maniobra tomó por sorpresa a todo el mundo. Los países árabes festejaron y la popularidad de Nasser subió a la estratósfera, pero en Occidente estaban muy enojados: Eisenhower había calculado que un poco más de presión haría que Egipto finalmente se sometiera, pero le salió el tiro por la culata; los franceses y los ingleses se sintieron robados y ultrajados, llenaron de epítetos a Nasser, comparando su acción con la de Hitler en 1938 (cuando anexó Austria) o la invasión nazi a Polonia el 1 de septiembre de 1939. Pero es un hábito de la prensa occidental que cuando algún gobernante tiene pretensiones de independencia y realiza una acción atrevida, lo comparan con Hitler; lo mismo sucedió en marzo de 2014, cuando Rusia se anexó Crimea, aunque hubiera plebiscito de por medio.

Los directamente afectados, Francia e Inglaterra, junto con Israel que temía por su seguridad ahora que los egipcios se habían apoderado del canal, empezaron a deliberar entre ellos cuáles medidas sería conveniente y posible tomar. La situación ameritaba una guerra, analizaron escenarios y la posibilidad de invitar a Estados Unidos, pero vieron que los asuntos militares en el Cercano Oriente los venían organizando ellos desde 1948 y no consideraron prudente llamar a EEUU hasta ahora que tenían un asunto candente. Durante ese tiempo Francia había estado suministrando aviones caza a Israel, el número oficial era limitado a 12, pero por debajo del agua le proporcionaron bastantes más. Más adelante se vio la verdad de este asunto, Eisenhower se enojó y les dijo que no quería problemas en esa parte del mundo. Naturalmente en la ONU se debatió el asunto y naturalmente también, hubo argumentos a favor y en contra, y naturalmente, no hubo acuerdo.

No había manera de llegar a un acuerdo mientras los países involucrados invocaran argumentos de seguridad estratégica, que en el fondo es sencillamente aferrarse a una posesión. Los británicos y franceses alegaban un pacto antiguo con Egipto y pontificaban que los egipcios no podrían garantizar el flujo adecuado de barcos por el canal porque no tenían la suficiente capacidad. Equiparaban también la confiscación de esas instalaciones a un robo. Los israelíes sintieron pasos en la azotea por ver militarizado el canal por los egipcios. Pero Nasser alegaba la soberanía de su país sobre todo su territorio, incluyendo Suez, declarando a sus ingenieros competentes para controlar el tráfico de barcos y asegurando que pagarían a los accionistas de la Compañía del Canal adecuadamente.

A mediados de septiembre los controladores occidentales dejaron el puesto a los egipcios, y el tráfico de barcos fluyó normalmente, invalidando las acusaciones de incompetencia que les hicieron los ingleses. Pero el “ultraje”  estaba ahí y con más vehemencia necesitaban deshacerse de Nasser. Israel buscó por su lado un pretexto para la guerra, y resolvió darlo personalmente a Egipto, creando incidentes frecuentes en la frontera, lo mismo que hacían los palestinos refugiados en Gaza y que Israel había protestado. Ben Gurión había solicitado su opinión a Moshe Dayan, quien alentó la intervención y fijó como uno de los objetivos apoderarse de la franja de Gaza. El 10 de octubre Israel ataca a Jordania, quien reclama la ayuda a Inglaterra, pero no la recibe; el rey Hussein habla entonces con Nasser para pedirle que intervenga, probablemente la intención de los judíos: que Egipto iniciara una guerra contra Israel, calculando que Israel podría despachar fácilmente juntos a Egipto y Jordania. GB mandó de manita de gato a sacarlas castañas del fuego a Irak, para que apoyara a Jordania, pero Israel protesta amenazando con guerra abierta contra Jordania en ese caso, y las tropas que envía Irak son simbólicas.

Francia, que era más agresiva que GB, se sinceró e informa que en realidad había enviado a Israel 75 nuevos aviones Mystère, cuando oficialmente nada más eran 12. Esto los enfrentaba a un problema con Estados Unidos, porque en 1950 habían pactado que en el Cercano Oriente limitarían el envío de armas, en particular nada más 12 aviones Mystère  se enviarían a para Israel. A partir de ahí decidieron arreglarse nada más entre los tres: GB, Francia e Israel, dejando para un futuro las explicaciones a Eisenhower.

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Finalmente decidieron que Israel atacaría a Egipto, tomando la península del Sinaí y llegando hasta el canal de Suez. Cuando esto sucediera, GB y Francia reclamarían el estado de cosas (sin condenar a Israel) y conminarían a Israel y a Egipto a abandonar ambos el canal, retirándose a 16 km de la frontera. Naturalmente, Egipto no aceptaría el ultimátum, lo que obligaría a GB y Francia a intervenir militarmente, recuperando el Canal de Suez. Todos felices, porque Israel conseguiría algo más de territorio, los europeos recuperarían su canal y humillarían a Egipto. El plan, como todo plan, era perfecto con excepción de los inconvenientes e imponderables que pudieran suceder, en particular porque era una maniobra burda, cualquiera podría darse cuenta de que estaba tramado.

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Por esos días (mediados de octubre) Eisenhower se entera de los movimientos militares judíos y le informan del verdadero número de aviones Mystère; sospecha que Ben Gurion trama algo y que elige las semanas previas a las elecciones presidenciales en EEUU para amarrar de manos a Eisenhower, quien no podría actuar contra los intereses de Israel por temor al electorado judío norteamericano. Pero entonces emergió un problema mayor: el levantamiento en Hungría contra la dominación soviética, que fue brutalmente aplastada por los tanques rusos. Mientras los ojos del mundo se concentraban en Budapest, donde las cosas fueron mucho más sangrientas que en Suez, mientras la ONU debatía propuestas condenatorias a la URSS que la URSS vetaba, los complotados en Suez pudieron liberarse de la presión, los judíos avanzaron y el 29 de octubre empieza la Campaña del Sinaí: lanzaron paracaidistas a tomar posiciones estratégicas para liberar el paso hacia el Mar Rojo de los buques Israelíes; una ruta posible es saliendo de Tel Aviv en el Mediterráneo, tomar el Canal de Suez y entrar al Mar Rojo; la otra ruta es por la parte oriental de Israel, que toca el Golfo de Aqaba, que al sur se conecta al Mar Rojo. El lado Oeste de este golfo es la Península del Sinaí, de ahí el interés israelí por asegurarse la zona.

El primer día de guerra fue bien para Israel, porque muchos creían que atacaría a Jordania, y porque los egipcios habían adoptado una táctica errónea para su defensa: fortificaciones fijas, no móviles. Ya en 1940 había probado la Wehrmacht que las defensas fijas de la Línea Maginot no eran inexpugnables, lo que modificó el concepto de defensa militar exigiendo a las líneas de defensa que fueran tan móviles como las de ataque; paradójicamente, los judíos sí aprendieron esa lección mientras los egipcios todavía vivían en los tiempos de la Primera Guerra Mundial. Israel tenía miedo de los aviones Mig egipcios, pero confiaba en que, de acuerdo al plan, los británicos y franceses intervendrían a tiempo para destruir los aeródromos egipcios.

Eisenhower se indignó por los hechos y se ofendió por el secreto que guardaba Israel, su aliado. Calculó que GB y Francia presentarían un hecho consumado solicitando el apoyo norteamericano; consideró hacer honor al pacto de 1950 y entrar en defensa de Egipto, pero le hicieron ver que se echaría encima al electorado judío. No quería intervenir militarmente, y su convicción la defendía apasionadamente “cómo sólo pude hacerlo alguien que ha vivido una guerra”, según palabras de Kissinger. El 30 de octubre le informan que GB y Francia han hecho una solemne llamada a Israel y Egipto para que abandonen la zona del canal, retirándose los 16 km reglamentarios, poniendo un ultimátum en el sentido de que si no lo hacían, británicos y franceses intervendrían militarmente. Independientemente de lo que pudiera pensar Eisenhower, había un problema: en ese momento, 30 de octubre, los israelíes no estaban a menos de 16 km del canal, es decir, no se podía hablar de “retirarse” porque no habían traspasado esa línea. Fue evidente que el comunicado había sido redactado con anterioridad, que no era una respuesta a una realidad, sino un plan fraguado de antemano. Ahora sí, Eisenhower se enojó.

Nasser no accedió, y el 31 de octubre los británicos atacan los aeródromos egipcios e invaden el canal, inutilizando la aviación egipcia y recuperando sus instalaciones en el canal. Durante todo ese tiempo la URSS se abstuvo de participar, porque tenía encima el problema de Hungría, mucho más importante para ella que lo que pudiera suceder en Suez; naturalmente, queda la duda de qué hubiera pasado si los norteamericanos hubieran intervenido a favor de los ingleses, franceses e israelíes, pero Eisenhower sopesó la situación y decidió que más valía no buscar problemas de una escala mayor. Kissinger hace un análisis bastante alambicado de las gestiones que desarrolló el Secretario de Estado John Foster Dulles en estos hechos, refiriéndose a doctrinas políticas profesadas, al “excepcionalismo norteamericano”, etc., pero sin convencer de por qué no intervinieron directamente. Creo que es más aceptable pensar simplemente que Eisenhower no quería escalar el pleito ni dar a la URSS oportunidad de meter las narices en el Cercano Oriente.

Militarmente, Egipto estaba derrotado; si los hubieran dejado, los aliados en esta guerra hubieran avanzado por territorio egipcio, tomarían El Cairo e instalarían ahí un gobierno amigo, pero no sucedió así. En la ONU se opusieron al ataque, exigieron alto al fuego, que los judíos se retiraran a las fronteras de 1948 y que se reanudaran las operaciones de tránsito en Suez. Fue una propuesta de EEUU, apoyada por la URSS, quien en ese momento ya había controlado su problema en Hungría. El 4 de noviembre Israel ocupa la Península de Sinaí, GB y Francia siguen avanzando; en la ONU, Canadá propone una fuerza multinacional para controlar el problema. El 5 de noviembre los paracaidistas ingleses toman Port Said (la desembocadura del Canal en el Mediterráneo) y los franceses toman posiciones más al sur. La URSS declara que está dispuesta a intervenir aunque el problema se vuelva mundial; amenaza con bombardear a los países agresores, las bases de sus tropas, envía aviones volando sobre Turquía; todas estas acciones terminarían por obligar tarde o temprano a EEUU a entrar al conflicto. En aquellas épocas mandaba el combativo Khrusev, y probablemente hubiera hecho buena la amenaza de escalar el conflicto a nivel mundial. EEUU decidió solidarizarse con la URSS en el asunto del canal.

El resultado fue que apenas iniciada la fiesta, Inglaterra, Francia e Israel se encontraron sin el apoyo norteamericano, amenazados directamente por la URSS, y conminados por la ONU a dejar de guerrear. Doblaron las manos, y el 7 de noviembre de 1956 a las 02:00 horas cesó el fuego. Los europeos habían durado unas 24 horas en el Canal.

6-Consecuencias.

El resultado de estos eventos es una paradoja: perdieron los que ganaron la guerra. Más en detalle, sucedió lo siguiente:

  1. El Canal de Suez quedó bloqueado por barcos hundidos por órdenes de Nasser. No pudo fluir el petróleo del Cercano Oriente hacia Europa por ahí, y como era la ruta principal, hubo escasez de petróleo y gasolina y subieron los precios.
  2. Los fedayines destruyeron las instalaciones de bombeo del oleoducto Irak-Siria, y así Inglaterra vio cortado su oleoducto.
  3. Las economías inglesa y francesa sufrieron, y perdieron terreno frente a los trusts petroleros norteamericanos, que hicieron su agosto vendiendo petróleo a Europa.
  4. En la OTAN se formó una grieta: EEUU en lado, Inglaterra y Francia del otro.
  5. Hubo crisis política inglesa y el primer ministro Anthony Eden tuvo que renunciar.
  6. Nasser fue elevado a la categoría de héroe en todos los pueblos árabes.
  7. La URSS se convirtió en un amigo de los pueblos árabes, por el soporte que brindó a Egipto.
  8. El movimiento de liberación de Argelia, que Francia pensaba sofocar, se tornó más virulento.
  9. Francia y Gran Bretaña se dieron cuenta que no eran ningún imperio.
  10. Israel tuvo que desalojar la Península del Sinaí, bajo presión de Dulles, quien decía que había que pegarles donde más les dolía, el bolsillo, interrumpiendo la ayuda económica de EEUU o eventualmente haciendo boycott económico.
  11. El Canal de Suez quedó en manos egipcias.
  12. URSS aceptó financiar la presa de Asuán, recibiendo en pago algodón.

De esta forma, mediante una derrota militar, Nasser consiguió el objetivo que originó el conflicto, construir su presa, y además se quedó con el Canal de Suez.

Después de estos eventos, el general Anuar el-Sadat (quien sería presidente de Egipto años después) declaró que “actualmente existen únicamente dos grandes potencias, Estados Unidos y la URSS… el ultimátum puso a Gran Bretaña y Francia en su lugar correcto, como potencias que no eran grandes ni fuertes.”

El canciller alemán Konrad Adenauer declaró en París el 6 de Noviembre que “ni Francia, ni Inglaterra, ni Alemania serían poderes comparables a EEUU o la URSS; la única alternativa para jugar un papel importante en el mundo era la unión europea”.

En el Cercano y Medio Oriente, británicos y franceses terminaron por retirarse, y son ahora los norteamericanos los que intentan hacer valer su ley y sus influencias en esa área.

Bibligrafía.

Henry Kissinger: Diplomacy
Simon & Schuster, NY 1994

Eugene Rogan: Los árabes; del Imperio Otomano a la actualidad.
Crítica, Barcelona 2010

Tamim Ansary: Destiny Disrupted
Public Affairs, NY 2009

Christian Zentner: Las guerras de la posguerra
Círculo de lectores, Barcelona 1973


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