Introducción.

Con este artículo inicio una serie sobre Rusia y su cultura, hablando sobre la personalidad más influyente en la historia de ese país: Pedro el Grande, zar desde 1695 hasta su muerte en 1725. Las cosas por las que se le recuerda más son la fundación de San Petersburgo, la victoria contra los suecos, su intento por occidentalizar al país, y las reformas al gobierno. Su vida y acciones son demasiado amplias como para abarcarlas en un artículo; este primero tratará sobre los aspectos más visibles de su vida, que fueron las guerras que libró y los avances que consiguió con ellas. Más adelante tocaré la fundación de San Petersburgo y las reformas que elaboró.

1-Infancia 

Pedro subió al poder en las circunstancias azarosas que eran normales en aquella época y en aquel país. Su padre era el zar Alexis, que murió en 1676 y dejó todas las puertas abiertas a la lucha por la sucesión: se había casado dos veces, del primer matrimonio le quedaron dos hijos (Fiodor e Iván),  y del segundo había nacido Pedro, en 1672; los varones eran los candidatos al trono, pero también tenía hijas, especialmente Sofía. Al morir Alexis subió al trono su hijo mayor Fiodor, con buenas cualidades intelectuales pero enfermo y que murió sin herederos en 1682; la disputa quedó entonces entre Iván (enfermo y retardado) y Pedro, más las ambiciones que las hermanas pudieran tener. El difunto Alexis estuvo casado con dos mujeres de familias poderosas: la primera fue María Miloslavska, madre de Fiodor, Iván y Sofía, la segunda fue Natalia Naryshkina, madre de Pedro; la lucha por el poder fue ante todo una prueba para ver cuál de las dos familias prevalecía.

Pedro contaba a su favor el género, ya que las mujeres tenían en Rusia un papel subordinado a los hombres; alrededor suyo, apoyando a la familia Naryshkin, se reunieron el Patriarca, la mayoría de los boyardos (nobles de más categoría), y el resto de la nobleza. Determinaron que Pedro 1º sería el Zar en abril de 1682, y ya que contaba apenas 10 años de edad, su madre Natalia gobernaría como regente; en esa especie de democracia restringida a las personalidades del país se acostumbraba designar al siguiente zar, un proceso que en el fondo es muy semejante al de estas llamadas democracias modernas: después de que las gentes importantes habían designado al nuevo zar, se acostumbraba presentarlo al pueblo para que lo aclamara, y estos dos pasos corresponden a los eventos modernos de designación del candidato del partido que va a ganar, más la aclamación popular en la votación, manipulada de dos maneras: una oferta pobre de candidatos más un derroche publicitario en favor del candidato bendecido.

Pero Sofía y sus familiares Miloslavskis no estaban de acuerdo, y en mayo de 1682 organizaron una rebelión de la guardia de élite, los llamados Streltsy, mataron a varios miembros de la familia Naryshkin, a Pedro le perdonaron la vida pero fue testigo de algunos de esos asesinatos, y de esta forma los Miloslavskys se hacen del poder. Viendo lo que alcanzaban a ver, designaron zar a Iván, hermano de Sofía, junto con Pedro, como zar menor; las taras de Iván y la poca edad de Pedro forzaban la presencia de un regente, que sería Sofía.

Su regencia fue razonablemente buena, puesto que puso en el poder al favorito, príncipe Basil Golitsyn, un hombre ilustrado que conocía varios idiomas, estaba enterado de las costumbres de occidente, y trató de mantener lo más tranquilo posible al país, iniciando algunas acciones de buena intención pero subordinadas a Sofía, quien por su parte ejercía una posición irregular que se debilitaba conforme Pedro crecía. Golitsyn liberalizó un poco el código penal, intentó abolir la servidumbre (un eufemismo ruso para referirse a los campesinos, en la práctica esclavizados por sus amos), quiso promover la educación a gran escala y firmó en 1686 una paz ventajosa con Polonia, de largo alcance para Rusia, puesto que obtuvo el reconocimiento polaco de Kiev como parte de Rusia. Este acto era importante tanto por la ganancia territorial como por ser un símbolo para el país, puesto que Kiev fue el primer principado ruso, de donde creció el pueblo eslavo para adueñarse de más territorios, donde se inició la conversión al cristianismo, hacia 950. Pero Golitsyn se embarcó en una guerra al sur (1687 y 1689) contra los tártaros que dominaban las costas del Mar Negro, formando el Khanato de Crimea, uno de los residuos que quedaron de la dominación mongola; los tártaros eran abiertamente anti rusos, en especial porque eran mahometanos. A Golitsyn le va mal en la guerra, su estrella declina y Sofía siente que su posición se tambalea; a grandes males grandes remedios, y la regente decide apoderarse del trono, matar a los posibles pretendientes y ser coronada como zarina. Un grupo de Streltskys está con ella, pero alguien avisa a Pedro y escapa, escondiéndose en el Monasterio de San Sergio. La suerte se decidió en favor de Pedro porque se reunieron en torno suyo el Patriarca, muchos boyardos y nobles menores, y los militares guiados por el General Patrick Gordon, un escocés que había llegado a Rusia y que ganó puestos militares bajo el zar Alexis, y con este acto, la confianza permanente de Pedro. Sofía prefirió capitular que encabezar una revuelta, y se vio forzada a internarse en un convento, renunciando a su nombre y a sus ambiciones, para pasar ahí los últimos años de su vida.

Pedro era todavía joven (17 años) y no estaba interesado en las cuestiones del gobierno; las cuestiones de ejercer el poder pasaron a las manos de su madre Natalia, que actuó como regente. Ella era una mujer religiosa y conservadora, que dejó los asuntos de gobierno en su hermano Lev y en el Patriarca. Durante los años de su regencia, 1682-1694, hubo un aumento de la religiosidad y del ritualismo, características que todavía el día de hoy conserva la Iglesia Ortodoxa. Natalia murió en 1694, y Pedro finalmente queda como zar efectivo, a los veintidós años.

2- El hombre.

Pedro reunió las características mejores para ser un gobernante distinguido: inteligente, enérgico, don de mando, dispuesto a aprender; lo que más frecuentemente se menciona es su estatura (más de 2 metros) pero eso es irrelevante al momento de mandar: cuenta la voluntad de poder, la voluntad de ejercer el poder, y la de superar las dificultades que se presentan en el camino. Todo eso lo tuvo Pedro, y en grado superlativo. El ejemplo más importante en mi opinión es la actitud que asumió después de que los suecos lo derrotaron en la Batalla de Narva (agosto de 1700): se dio cuenta que el ejército sueco era muy superior al ruso, y aprovechó los años de respiro que le dio Suecia mientras peleaba contra Polonia para crear un ejército moderno, entrenado, bien armado, que pudiera hacer frente al mejor de la época, precisamente el de Suecia. Gracias a ese examen de conciencia y a la voluntad de superar las dificultades, fue que consiguió finalmente aniquilar a las fuerzas suecas en Poltava, 1709. Esta voluntad indomable para enfrentar los obstáculos, asumir las pérdidas, buscar otra manera de resolver el problema, y seguir adelante con la siguiente dificultad es lo que distingue a los gobernantes que han dejado mayor huella.

Pedro fue un genio práctico, con gran curiosidad y enorme capacidad de aprender. Era muy hábil con las manos, le gustaba meterse a los talleres de los artesanos para aprender el oficio y luego él mismo construir sus herramientas o sus artefactos. El ejemplo sobresaliente es la navegación: Pedro se sintió atraído por la construcción de barcas y barcos, aprendió el oficio con los artesanos locales, y construyó para sí mismo un pequeño barco. No se sentía atraído por los estudios filosóficos ni por la teoría: lo que buscaba eran conocimientos que pudiera aplicar en el aquí y el ahora.

La parranda también le atraía, y fue cliente distinguido en más de una casa de mala muerte. No era necesario que el zar asistiera a esos lugares, pero Pedro se sentía más a gusto en la compañía de gente común y corriente que en el ambiente rígido, hipócrita e interesado de la corte; después de haber presenciado dos revueltas en su infancia y juventud aprendió a desconfiar de los nobles y a no dejarse llevar por sus títulos; a fin de cuentas, Rusia era su patrimonio y era él quien daba y quitaba los títulos.

Su posición ante el acto de gobernar fue enormemente adelantada para la época: pensaba en los intereses del estado más que en su propio beneficio. Inevitablemente tenía una corte de aduladores que quisieron otorgarle todos los títulos que finalmente adquirió Santa Anna, pero Pedro los rechazó, y aceptó algunos de ellos hasta que hubo logrado uno de sus grandes objetivos, acabar con el poderío militar sueco. La leyenda cuenta que cuando estaba redactando las reformas al ejército tachó la frase “los intereses de Su Majestad el Zar” y escribió en su lugar “los intereses del estado”. Esta actitud fue una de las muchas razones por las que nunca pudo entenderse con la nobleza, privilegiada y engreída, que invocando la sangre, el lugar de nacimiento, los títulos y Dios, confunden su persona con el mundo y declaran que una afrenta a ellos es lo mismo que un ataque al país.

Pedro el Grande

Tenía el temperamento violento que se acostumbraba en la época: grosero, cruel, excesivo en sus diversiones, vengativo con sus enemigos, a los que hacía sufrir enormes tormentos para arrancarles la confesión, y finalmente los mataba; se cuenta de él que no desdeñaba el lugar del verdugo. Tenía una gran confianza en sí mismo –o una fe ciega en lo que él creía que tenía que hacer- y esta confianza lo ayudó a librarse de la manía persecutoria que agobió a su antecesor, el zar Iván IV, el Terrible. En vez de conseguirse favoritos, colmarlos de honores al principio, luego perderles la confianza y finalmente matarlos, como hacía Iván, Pedro buscaba la forma de crear relaciones de muchos años, y fue así desde joven. Por ejemplo, sus compañeros de juegos militares de la infancia en el pueblo de Preobrazhenskoe se incorporaron después al ejército y formaron un cuerpo distinguido en sus guerras.

Pedro seleccionaba a sus ayudantes, tanto civiles como militares, por su talento. La tradición aceptada por los años de elegir a parientes, recomendados y nobles le parecía una tontería, partiendo de la base de que él servía a los intereses del estado. Conoció y encumbró a siervos, pastores de puercos, empleados de tiendas, marineros, vendedores de pasteles en las calles de Moscú: los identificó con personas valiosas para sus objetivos y los llevó a trabajar con su gobierno y su ejército. Si Rusia hubiera seguido teniendo gobernantes así, otra versión del país conoceríamos; el último zar, Nicolás II, tenía a todos sus parientes acomodados en puestos, con enormes títulos nobiliarios, dueños de propiedades extensísimas, perfectamente inútiles para servir al Estado; algunos de ellos peor que inútiles: nocivos para Rusia. Pero pocos gobernantes identifican, quieren y pueden librarse de los parásitos.

3-Primeros años de reinado.

El Mar Negro, donde desemboca uno de los ríos principales de Rusia, el Dniepr, había sido parte de la ruta comercial que los conquistadores escandinavos crearon entre Bizancio y el Norte, hacia el siglo X; alrededor de los asentamientos principales en esa ruta (Novgorod y Kiev) se crearon los primeros principados rusos, que a la larga dieron origen al país. Luego vinieron los mongoles, invadieron el país y se asentaron en las orillas del Mar Negro y para los rusos se creó una sensación de pérdida y de nostalgia por esas costas, y una negativa a aceptar la pérdida como definitiva. Ahora estaba ahí asentado el Khanato de Crimea, era necesario pelear contra ellos. Pedro organizó una primera expedición al sur en 1695 con la intención de tomar la plaza de Azov, en el Mar Negro, sitió la fortaleza por tierra pero les llegaron víveres y armas por mar, y a fin de cuentas tuvo que levantar el sitio. Habiendo aprendido la lección (un sitio incompleto no es ningún sitio) se retiró al norte a Voroniezh, ciudad a las orillas del río Don, y construyó allí una flota de barcos. Al año siguiente baja Pedro con sus barcos por el Don, desemboca en el Mar de Azov y así puede sitiar la plaza por mar y tierra, que finalmente cae en manos de los rusos, en julio de 1696.

La situación en el sur no era definitiva puesto que todavía existía el Khanato de Crimea que contaba con el apoyo los turcos, el enemigo grande detrás del pequeño. Pedro decidió probar su suerte y organizó una embajada a Europa en 1697 para buscar la manera de formalizar una alianza contra Turquía, que fue algo fuera de lo común, por dos razones: Pedro formó parte de ella, y llevó a muchos jóvenes rusos con la intención de que aprendieran las artes y oficios de los países visitados. Con sus más de dos metros de estatura, Pedro trató de pasar de incógnito, quizá más por diversión que por el secreto. Estuvieron en Holanda, donde Pedro trabajó junto a los maestros constructores de barcos como un simple carpintero, aprendiendo sus técnicas. La embajada fracasó porque no pudo concertar la alianza contra Turquía (los europeos estaban atorados en sus propios problemas) pero regresó con conocimientos y con un cargamento de expertos que invitó a trabajar en Rusia, para enseñar a los rusos el arte de construir barcos, fortificaciones, la manera de fabricar armas y el estilo europeo de las edificaciones que unos años más adelante emplearía en la nueva ciudad. Además, tuvo que regresar con prisa porque su media hermana Sofía organizó una revuelta más con los Streltsy para hacerse del poder. Una vez en Moscú, aplastó a los rebeldes, sometió a interrogatorio bajo tortura a los prisioneros, y finalmente los ejecutó. Sofía fue obligada a ingresar a un monasterio como monja, y ahí vivió hasta morir.

El arte ruso se ha nutrido de las numerosas y enormes atrocidades que ha habido en su historia. Uno de sus más famosos pintores fue Vasily Surikov (1848-1916), que realizó un magnífico cuadro llamado La mañana de la ejecución de los Streltsy: vemos a los condenados amarrados y esperando ser llevados a las horcas que se ven al fondo para encontrar su muerte, algunos con desesperación, otros con tristeza, otros ocultando la cara. Los demás personajes que aparecen, familiares de los prisioneros, guardas, oficiales, sacerdotes: cada uno tiene una expresión en el rostro que a su manera describe la sensación y la intensidad del día (Surikov fue tatarabuelo de los cineastas rusos Nikita Mikhalkov y Andrei Konchalovsky, hermanos a pesar de los apellidos). Este levantamiento colmó la medida de Pedro, puso el peor de los castigos (tormento y ejecución pública) a los principales, y el resto de los Stresltsy fue diseminado en otros destacamentos militares.

surikov-la manana de la ejecucion de los streltsy

Poco después se le presentó a Pedro una oportunidad que él consideró de oro. Suecia, el país más poderoso en el norte de Europa, tenía vecinos recelosos que se organizaron y propusieron a Rusia formar parte de una coalición contra Suecia (agosto de 1700); los demás miembros eran Dinamarca y Polonia-Sajonia (gobernadas por el mismo rey). El tiempo era propicio porque apenas acababa de subir al trono sueco un niño, Carlos XII, con 15 años en 1697. Los aliados brindaron por el éxito de la misión y decidieron dedicar un tiempo prudente a prepararse, pero Carlos XII era otro gobernante fuera de serie que los sorprendió: se dio cuenta que Suecia no podría hacer frente a los aliados cuando juntaran sus ejércitos, y decidió atacar al que tenía más a la mano antes que eso sucediera. En agosto de 1700 Carlos XII cruzó el estrecho que separa Suecia de Dinamarca, la invadió, llevó la guerra al terreno danés y la obligó a firmar la paz por separado de sus aliados. Inmediatamente después transportó sus tropas por el Mar Báltico hasta Narva, una fortaleza situada en el actual territorio de Estonia, que entonces era suelo ruso. El 30 de noviembre de 1700 los suecos atacaron a una fuerza rusa más numerosa, la derrotaron, capturaron o mataron a unos veinte mil rusos, y otros veinte o treinta mil rusos huyeron de la batalla, dejando sus implementos en el suelo. Menos de cuatro meses después de creada la coalición, dos de sus tres miembros estaban derrotados; uno de ellos, Dinamarca, estaba aniquilado militarmente; Rusia tenía detrás de Narva todavía un inmenso territorio y muchos hombres, pero por el momento su ejército había caído. Se debate mucho entre los historiadores las posibles consecuencias de la decisión de Carlos XII después de Narva, a saber: se lanzó para terminar a Polonia-Sajonia, en vez de seguir contra Rusia. Algunos opinan que Carlos debió continuar contra Rusia (porque no estaba todavía aniquilada), en vez de dejar un enemigo muy maltratado para que se recuperara. Yo pienso que ya en aquella época, la enormidad del suelo ruso le hubiera permitido a Pedro librar una guerra de desgaste, atrayendo al enemigo para que se internara en su territorio, utilizando la técnica de tierra quemada que les sirvió muchos años después, contra Napoleón y contra Hitler. Pero esas son conjeturas. Lo que sí pasó es que Carlos se lanzó con la esperanza de aniquilar al tercer enemigo rápidamente, y en lugar de eso se atascó en una guerra que duró seis años y que dio oportunidad a Pedro de reorganizarse.

4-La Gran Guerra del Norte.

Forzado por la amarga experiencia de Narva, Pedro emprendió una de gran trascendencia: organizar el ejército a la manera europea. Rusia tenía ejércitos grandes, pero la capacidad guerrera de los soldados era deficiente y estaban mal organizados; se creaban para la ocasión, es decir: si había una guerra se reclutaban soldados, al terminar se licenciaban. Como consecuencia eran soldados mal entrenados que entendían básicamente tres órdenes: atacar todos juntos, retirarse tan rápido como les permitían las piernas, y salvarse como pudieran; los movimientos organizados de avanzar, replegarse, dividirse, voltear a un flanco, cambiar de dirección, que los ejércitos de Suecia sabían hacer muy bien, eran desconocidos para los soldados rusos; si estas consideraciones teóricas no convencían a los generales rusos, ahí estaba la Batalla de Narva para que explicaran por qué perdieron. Las reformas de Pedro incluyeron la conscripción general y el servicio obligatorio para los nobles, que tendrían que permanecer dentro de sus regimientos por toda la vida. Todas las clases sociales, con excepción de los clérigos y los miembros de las asociaciones mercantiles, tendrían que proporcionar soldados; por ejemplo, entre los campesinos se estableció la norma de un soldado por cada 75 casas de siervos, donde el elegido debería servir al ejército de por vida. Teniendo los hombres de modo permanente, Pedro los organizó, diseñó manuales, les enseñó el uso de las diferentes armas, y promovió a los que se distinguían por sus servicios, no por la nobleza de su cuna. Dio un gran impulso a la artillería, y se hizo famosa la historia repetida de fundir campanas para producir cañones. Y uno de sus grandes objetivos, el de abrir un puerto en el norte y disponer de una flota, se fue cumpliendo a lo largo de su vida.

La reorganización de ejército no se planeó ni se ejecutó en un solo paso, sino que fue el resultado de los fracasos, los éxitos y el aprendizaje que los rusos experimentaron durante las guerras de Pedro, notablemente la Gran Guerra del Norte contra Suecia. En medio de estas preparaciones militares, Pedro dio un paso de enorme trascendencia en 1703, fundando la ciudad de San Petersburgo (St.Pb.) en el lugar donde desemboca el río Neva en la Bahía de Finlandia. Esta medida, tomada individualmente, fue la mayor en el reinado de Pedro, y merece ser tratada en un artículo por separado. Con respecto al impacto militar, la cuestión residía en que Rusia tenía nada más un puerto en Arcángel, en el Mar Blanco, un lugar con hielos que impiden la navegación durante medio año y muy alejado de Europa para realizar comercio, porque había que rodear Suecia por el norte para llegar a Inglaterra. Si Rusia quería hacer comercio, más le valía tener un puerto más al sur, que además podría servir para defender el territorio ruso en el Báltico contra posibles invasiones, y que sería la base de la flota guerrera en rusa en el norte. Al año siguiente construye la fortaleza de Kronstadt en una isla frente a St.Pb. para defender el ingreso a la ciudad; la isla donde se hizo la fortaleza la quitó Pedro a los suecos.

Finalmente, en 1706  Carlos XII puede someter al rey Augusto II de Polonia-Sajonia y pone en su lugar a un rey títere, Stanislaw Leszczynsi, que gobernará el país tratando de complacer a su patrón. Carlos queda en libertad de continuar contra Rusia, y ocupa el invierno-primavera de 1706 y 1707 para descansar y reorganizar a su ejército. Pero puede avanzar contra Rusia hasta agosto de 1707, demasiado tarde con respecto al ciclo de estaciones, porque le queda muy cerca el siguiente invierno. Cuando llegan al río Vístula, que corre sur-norte y parte a Polonia en dos, tienen que esperar a que el hielo engrose lo suficiente para atravesar el río caminando, el 30 de diciembre. En enero de 1707 toman la ciudad de Grodno sin lucha porque los rusos empezaron a utilizar la táctica de internarse en su territorio para que el enemigo los persiguiera. Los suecos consiguieron avanzar hasta Minsk (actualmente en Bielorrusia) donde decidieron pasar el resto del invierno, que como fenómeno de la naturaleza ataca a todo el mundo, pero los rusos ya estaban acostumbrados; el resultado de ese invierno particularmente crudo (1707-1708) fue que los suecos padecieron frío, enfermedades, escasez de provisiones y poco a poco se iban debilitando. Carlos convoca a su general Lewenhaupt para que viaje desde su base y les lleve provisiones.

En ese año de 1708 los rusos estaban ocupados combatiendo la enésima revuelta de los cosacos del Don, que se levantaron en gran número (pero desorganizadamente) contra la dominación rusa y dieron así oportunidad a los rusos de atacarlos y destruirlos uno por uno. Pero los suecos no estaban en un lecho de rosas, porque después de casi dos años de avanzar contra Rusia habían conseguido avances pequeños, cero batallas, y un desgaste general. Empezaba a verse claro que una guerra contra Rusia no era nada más un encuentro de ejércitos sino una lucha contra la naturaleza y contra la distancia. Carlos tenía tres alternativas: 1) retirarse, 2) perseguir a los rusos hasta Ucrania, 3) atacar Moscú, la capital; eligió la peor, dirigirse a Ucrania. También aquí debaten los historiadores muchas versiones del hubiera, y algunos sostienen que lo más conveniente en ese caso sería atacar Moscú. Efectivamente, podrían haberla tomado porque el grueso del ejército ruso estaba lejos, pero yo creo que los rusos en este caso sencillamente hubieran adelantado lo que pasó en 1812 contra Napoleón cuando llegó a Moscú: encontró una ciudad desierta y quemada, que no le sirvió para nada. El momento adecuado para Carlos fue inmediatamente después de Narva; seis años después, con la experiencia de aquella derrota capitalizada en un ejército reorganizado, las cosas eran muy diferentes para los suecos.

Probablemente el fiel de la balanza en la decisión de Carlos fue Mazepa, un jefe cosaco que propuso alianza a los suecos: juntos atacarían a los rusos, y una vez derrotados Carlos ayudaría a los cosacos a obtener su independencia. Pero obraron contra Carlos dos circunstancias: el apoyo efectivo brindado por Mazepa fue muy pequeño (unos 2000 hombres) y el ejército sueco llegó cansado y diezmado a la batalla final. El Mariscal Montgomery, héroe inglés de la Segunda Guerra Mundial opina que Carlos era un soldado muy fuerte, muy valeroso, temerario, que obligaba a sus soldados a realizar las mismas hazañas locas que él personalmente solía hacer. No lo considera un genio militar, como sostienen otros historiadores, sino un hombre temerario, y da razones de peso. Sostiene que en la guerra contra Rusia violó todas las reglas básicas de la organización militar; en resumen: “expuso su flanco”, porque alargó la línea de comunicaciones y la línea de suministros, las volvió delgadas y vulnerables y dio oportunidad a los rusos que atacaran selectivamente los convoyes suecos que viajaban al frente. Además, la idea de que los ucranianos fueran a apoyar a los suecos en vez de a los rusos era utópica o al menos cuestionable, porque los separaba la religión (protestantes y ortodoxos). También los cosacos cometieron un error al invitar a Carlos a guerrear en Ucrania, porque lo que les convenía era que se llevaran su guerra de suecos contra rusos a las regiones de Moscú, que allá en el norte se mataran entre ellos y que dejaran las estepas del sur para los cosacos, que así podrían organizar mejor su revuelta frente a un ruso debilitado.

(La historia de Mazeppa inspiró a escritores y músico románticos como un intento liberar a los cosacos oprimidos. Liszt compuso un Estudio de ejecucion trascendental no4-mazeppa  dedicado a este tema. )

Pero todo esto son explicaciones a posteriori. Lo que efectivamente sucedió es que los rusos atacaron a Lewenhaupt, que huyó para salvar el pellejo y abandonó cañones y municiones en manos de los rusos. En la primavera de 1709 Carlos decide avanzar hacia el sur, con un ejército diezmado por el hambre, el frío, las enfermedades y el congelamiento de extremidades;  para colmar sus males, hasta la pólvora se les había mojado. Llegan frente a Poltava y le ponen sitio, peleando 14,000 suecos contra 45,000 rusos. Carlos había sido herido en el pie y no pudo dirigir la batalla, delegando el mando en sus generales Rehnskiöld y Lewenhaupt, que no se llevaban bien entre sí, no enviaron oportunamente el aviso de relevo en el mando a las tropas suecas, y todo esto generó confusión. El ejército ruso que enfrentaron por fin los suecos era algo muy diferente que el de Narva: habían aprendido a mantener la formación, a realizar en conjunto las maniobras, habían disminuido los tiempos muertos para recargar sus rifles, y pelearon con el mismo valor pero con mucha mayor técnica y organización que en Narva. El resultado fue que el ejército sueco terminó destrozado en la Batalla de Poltava, 8 de julio de 1709; la batalla en sí no fue una hazaña militar (como por ejemplo Austerlitz) pero las consecuencias fueron enormes: Carlos tuvo que huir al sur y no pudo volver a su país por cinco años, Suecia quedó aniquilada para siempre como potencia militar, y Rusia surgió como el país dominante en el norte de Europa.

Pedro no pudo participar personalmente en la Batalla de Narva, y circularon infinidad de burlas sobre él: su supuesta cobardía, su incapacidad militar, su occidentalismo; por un tiempo fue la comidilla de todos los príncipes europeos. Pedro asimiló el golpe, se preparó en los seis años de respiro que graciosamente le concedió Carlos, y luego de la batalla de Poltava agradeció a los suecos por haber sido sus maestros y por las enseñanzas recibidas de ellos.

Todavía duraron en guerra algunos años, pero con avances sostenidos de Rusia: ocupó Finalandia en 1713, destrozó a la flota sueca (Hargö, 1714), hasta que llegó el Tratado de de Nystadt en 1721. Suecia había perdido a Carlos XII en una batalla contra los noruegos en 1718. En términos concretos, Pedro consiguió los territorios en las orillas del Báltico donde ahora están StPb, Estonia, Lituania y Letonia, Finlandia y un pedazo de costa al norte de StPb, donde estaba la ciudad sueca de Vyborg, que todavía pertenece a Rusia.

Los éxitos militares dieron un buen pretexto al Senado ruso para ofrecer a Pedro varios títulos, entre ellos el de emperador. Formalmente, el Imperio Ruso empezó con Pedro I, y terminó en 1918 cuando cayó Nicolás II.

Pedro murió el 8 de febrero de 1725, a los cincuenta y dos años.

Shishkin-lluvia en un bosque de robles

Lluvia en un bosque de robles
Iván I. Shishkin (1832-1898)

 

5-Herencia geopolítica de Pedro.

A pesar de su gran extensión, ya desde la época de Pedro, la naturaleza había ayudado a Rusia a desarrollar un sentimiento de claustrofobia, de sentir que las fronteras no eran suficientemente seguras, ya sea por la presencia de enemigos ahí o porque no estaban suficientemente lejos. Los rusos tuvieron durante siglos el recuerdo de las invasiones mongolas y del estado de sumisión que vivieron los principados que formaban su territorio frente a los kanatos de Crimea, Astraján y del Volga, donde los tártaros habían establecido centros de dominio. Por un lado la distancia de Moscú a Astraján (donde desemboca el Volga en el Mar Caspio) es de varios miles de kilómetros, suficientes para recorrer varios países en Europa Occidental, pero por otro es un terreno plano, sin obstáculos naturales para el avance del enemigo, con excepción de los muchos ríos, de cauce tranquilo y navegables. Visto de otra manera: los mongoles no invadieron la India, que les quedaba más cerca que Rusia, pero sí invadieron Rusia: la razón es que el desierto y el Himalaya los separaron de la India, pero de Rusia, nada más la distancia. Así, en el curso de siglos, sufriendo invasiones por muchos lados, a los rusos se les desarrolló la percepción de que ninguna frontera está suficientemente lejana.

Y además, está simple y sencillamente el ansia de tener más, que habita en el corazón de casi todos los humanos, principalmente en el de los que tienen más, como el zar Pedro I; se acostumbra llamar “visión de estadista” a este último caso, y es uno de los grandes factores que llevan a estirar la superficie de los países hasta sus límites geográficos naturales, como el mar o una cordillera. Bajo muchos aspectos Pedro puede ser considerado estadista: consiguió conquistas territoriales, organizó el ejército, intentó reorganizar el gobierno, luchó contra los boyardos para quitarles poder y concentrarlo en su persona. Su herencia es todavía hoy motivo de discusión, pero los avances en terreno se consideran parte de sus grandes obras.

Basándose en la experiencia de siglos anteriores, Rusia tenía dos opciones: 1) invadir otras regiones para agrandarse, 2) ser invadida por otros países. En efecto, durante gran parte de la Historia mundial, las fronteras entre los países han sido móviles y escenario de conflictos, como las invasiones mongolas en los siglos XII y XIII. Al principio de su reinado, en 1695, Pedro examinó las fronteras de su reino:

  1. Norte: el mar Blanco y el de Barents eran el límite, y salvo los esquimales, había poco riesgo de problemas ahí. Visto al revés, tampoco había manera de crecer hacia el norte, salvo lanzar exploradores a las nieves y los hielos del Polo.
  2. Oeste: frontera con Polonia, país con el que las fuerzas estaban parejas en esa época, lo que significa un equilibrio inestable, agravado por las diferencias en religión.
  3. Oriente: montes Urales. Se podía considerar una frontera segura, porque más hacia el oriente estaba escasamente poblado.
  4. Sur: territorios dominados por los tártaros junto al Mar Negro. Rusia no tenía ninguna posesión en esas costas, y los tártaros habían sido belicosos y enemigos de Rusia desde las invasiones mongolas. Esa zona era un foco rojo para la seguridad de Pedro, aumentado porque los tártaros contaban con el soporte de Turquía, ya que estaban unidos ambos por la religión musulmana.
  5. Sureste: Cáucaso. Esta zona estaba habitada por muchos pueblos de distintas razas y religiones, enemigos entre sí y enemigos de Rusia. Se consideraba una zona difícil de pacificar, dada la naturaleza montañosa del terreno, que permitiría a los locales esconderse y resistir la dominación rusa. Por otro lado, como esos pueblos estaban peleados entre sí, el riesgo para Rusia era compartido y por lo tanto disminuido.
  6. Sur-sureste: Astraján en el Mar Caspio, donde estaba sentado uno de los Khanatos, residuos de la invasión mongola. Representaba el mismo peligro que el Khanato de Crimea junto al Mar Negro, pero era un peligro más lejano.
  7. Noroeste: Suecia. Al terminar la Guerra de los Treinta años (1618-1648), Suecia quedó como el país más fuerte de Europa militarmente hablando. Tenían un ejército comparativamente más avanzado, entrenado para hacer con precisión los movimientos en batalla, con buena disciplina. Suecia quería expandirse y hacia el Oeste tenía una cordillera de montañas que la separaban de Noruega, al sur el Mar Báltico, pero al Oriente podía extenderse fácilmente, por los terrenos planos de Finlandia, de los países Bálticos (lo que ahora es Letonia, Lituania y Estonia) y la tierra de nadie que era la desembocadura del Neva, donde hoy está San Petersburgo.

Las conclusiones que pudo identificar Pedro son:

  • Enemigos fuertes: Suecia y los tártaros junto al Mar Negro. De esos dos, Suecia era el más preocupante, por su poder militar y por estar más cerca.
  • Enemigos medianos: Polonia y el kanato de Astraján; principalmente Polonia puesto que podía hacer alianza con otros países contra Rusia.
  • Enemigos lejanos: Persia, Prusia, Francia,
  • Inglaterra, Austria.

Futuro previsible:

Suecia intentaría avanzar desde el Báltico, como antes ya lo habían hecho los Caballeros Teutones. Este es un peligro que se presentaría en los próximos años. Los Khanatos seguirán atacando, pero son un pueblo menos desarrollado y menos organizado que Suecia. ¿Con quién se puede arreglar pacíficamente Rusia? Con nadie, porque los suecos son protestantes y quieren más terreno, los tártaros son musulmanes y quieren también más terreno.

Acciones a tomar (en 1695):

  1. Mantener una relación amistosa con los europeos del centro, no provocar a nadie. En particular con Polonia, con quien se puede aprovechar el hecho de que también es enemiga de Suecia.
  2. Permanecer atentos al Sur y al Suroriente (Mar Negro y Mar Caspio), donde la situación está siempre tensa pero sin peligro evidente de que el problema se pueda escalar.
  3. Tarde o temprano habrá que pelear con Suecia y con Turquía.
  4. Buscar alianzas contra esos dos países. Será más fácil hallarlas contra Suecia, porque Turquía está retrocediendo y cada vez más lejos de Europa, al contrario de Suecia.

Resultados finales:

Las guerras del sur terminaron en un empate. Al noreste se obtuvo una victoria definitiva contra Suecia, aniquilándola como poder militar, y se consiguió el acceso al Mar Báltico y la fundación de San Petersburgo. Las demás fronteras se mantuvieron estables. En cuanto a superficie ganada no fue un número muy grande, pero la posición estratégica de Rusia en el Báltico dio a la larga infinidad de ventajas (y desventajas) de tipo comercial, militar y cultural, por el flujo de mercancías, ejércitos e ideas que han circulado por ahí desde que fue fundada. San Petersburgo se convirtió en la puerta rusa a Occidente.

Vistas sus obras a posteriori, Pedro no hizo más que lo que tenía que hacer. Puestos en sus zapatos, no creo que el juicio que pudiera hacer la posteridad fuera tan trivial, porque no es lo mismo analizar las obras de alguien escribiendo o leyendo un artículo doscientos años después, que identificar los problemas, las opciones y tomar las decisiones adecuadas viviendo esas circunstancias. Esta última sección es un intento mío por mostrar que las acciones de Pedro tuvieron la naturalidad que caracteriza a las grandes obras, cuando los hombres comunes y corrientes las contemplamos muchos años después.

Shishkin-campo de centeno

Campo de Centeno
Iván I. Shishkin (1832-1898)


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Pedro el Grande — 1 comentario

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