Hacia 1570, cuando la rivalidad entre Inglaterra y España estaba en su apogeo, Francis Drake asolaba las rutas de los barcos españoles cargados de oro, aguardaba el momento propicio y atacaba. Se hizo de fama y riquezas de esa manera, la Reina Isabel I lo nombró Caballero y le otorgó una Letter of Marque, permiso real para que en nombre de la Corona hiciera lo que quisiera con los enemigos de Inglaterra, por ejemplo asaltarlos y robarlos. España era el enemigo principal, todavía no llegaba la derrota de la Armada Invencible en 1588, y el peligro para Inglaterra era inminente; pero afortunadamente para ella, los reyes de España se desgastaron en muchas guerras dispersas por toda Europa, en vez de concentrarse en sus enemigos, uno por uno, y al final su poder decayó.

Letter of Marque se traduce en español como Patente de Corso, probablemente emparentado con la palabra “corsario”, y con un significado semejante: actuar con libertad, es decir impunidad, en cierto ámbito o contra cierto enemigo. Las patentes de corso son una reliquia de las guerras antiguas, cuando el ejército no era un cuerpo permanente al servicio del Estado, sino mercenarios reclutados para la próxima guerra, y como los Estados eran generalmente pobres (o tacaños), no les pagaban con dinero sino con la rapiña: se les dejaba merodear por la región vencida, agarrar lo que quisieran, fueran joyas, carros, armas, mujeres, niños o esclavos. De ahí viene la frase conocida to the victor go the spoils (al vencedor van los despojos), que significaba ese derecho sobre casas, cosas y personas que habían sido del derrotado. Poco a poco la guerra se ha “civilizado”, si es que la palabra es admisible, y al menos en teoría no hay patente de corso para el vencedor. Pero lo mismo que los alemanes quemaban las aldeas de los rusos en 1942, los rusos arrasaron con Alemania y violaron a sus mujeres en 1945, porque la guerra sigue siendo la guerra. Los ingleses se vengaron de los bombardeos sobre Londres arrasando Dresden en 1945; los norteamericanos alegremente colaboraron, aunque en su territorio nunca fueron atacados.

La Constitución de Estados Unidos, Artículo 1º, otorga al Congreso la autoridad para emitir Letters of Marque, aunque no las han otorgado desde mediados del siglo XIX; la contratación de empresas privadas para servicios mercenarios, uso actual para las guerras en Afganistán y el Medio Oriente, abre la puerta para que en la práctica, esos ejércitos privados consideren que los despojos son suyos.

En México, no faltaba más, están prohibidas y requeteprohibidas las Patentes de Corso, para empezar porque todas las armas empleadas en guerra son para uso exclusivo del Ejército, y porque afortunadamente México no anda metiendo sus narices en otras partes del mundo para arreglar sus problemas, bastantes tenemos aquí. Pero México padece el mal de no llamar a las cosas por su nombre –se les llama “diputados” y “senadores” a los pluris, que no representan a nadie-, y en nuestro país existe una patente de corso que se llama inmunidad: cuando ciertos funcionarios están ejerciendo el cargo, no pueden levantarse acusaciones penales en su contra: el presidente, gobernadores, senadores, diputados gozan de este privilegio, que en la práctica se ha convertido en un obstáculo más para ejercer la justicia, y es una causa poderosa de la impunidad que padecemos. Si el presidente o el gobernador matan a una persona en la vía pública, no pueden ser procesados por ese delito, mientras están en funciones; para el siguiente sexenio, todo es cuestión de dejar a un buen amigo en el poder que nos cuidará las espaldas. Las quejas contra gobernadores ladrones son proverbiales, pero usualmente tienen controlado su estado y las cosas tienen que llegar muy alto, léase al Presidente, para que lo quiten de su cargo, como sucedió con Javier Duarte.

Los problemas de México son como un nudo gordiano, no se sabe por dónde empezar: si la educación, alguien protestará diciendo que los maestros están mal pagados; si se les quiere pagar mejor, ¿de dónde saldrá el dinero?; para conseguir dinero, hay que meter al SAT a la economía informal, pero pobrecitos, no tienen educación y viven ahí como pueden, no sería humano cobrarles impuestos a los tianguistas. Un líder verdadero para México, de esos que no sé si figurarán en la siguiente boleta electoral, debería empezar por conocer esta maraña imposible que es la problemática mexicana, y señalar un camino para cortar el nudo, metafóricamente blandir una espada para cortarlo, como hizo Alejandro. Hace tiempo yo pensaba que era la educación, luego la falta de agua, luego la corrupción, después otra vez la educación porque esos funcionarios que roban son producto de nuestro pueblo. Siempre vi a la impunidad como un gran problema, pero pensaba ¿y quién va a acusar al gobernador o al presidente?

Como una reflexión tardía, yo había pensado proponer una nueva redacción para la cláusula de inmunidad en nuestra Constitución, a saber:

No me den dinero
Pónganme donde hay.

Quizá alguien habló dulcemente al oído a los diputados, o fueron amenazados, o la ley tiene dedicatoria, pero todos se pusieron de acuerdo, hecho insólito ya de por sí, para cortar el nudo gordiano y abolir la Inmunidad. No sé de quién fue la iniciativa ni cómo convencieron a todos los diputados, pero votaron a favor de terminar la impunidad y yo aplaudo la medida. No existe un líder reconocido por todos los mexicanos, pero lo inimaginable, un líder colectivo representado por la Cámara de Diputados, ha surgido en ese acto. Falta un camino largo: deberá ser aprobado por los senadores y por 17 Congresos Estatales, pero le primer paso se dio.

Suponiendo que la ley sea aprobada, falta un elemento indispensable para que la pongan en práctica: voluntad del fiscal. Mientras el Procurador General de la República sea nombrado por el Presidente y los gobernadores nombren a su Procurador Estatal, sólo un imbécil creerá que con fuero o sin fuero, van a atacar a sus patrones, pero podemos consultar a don Virgilio Andrade para saber su opinión. Por mi parte considero indispensable que tengamos fiscales independientes del ejecutivo, elegidos, enviados por Darth Vader o nombrados por los congresos, pero no por el presidente ni por los gobernadores. En el debate de hoy, todos los candidatos menos uno estuvieron decididamente a favor del fiscal independiente; el otro candidato no contestó, y yo no creo que haya sido porque se opusiera, sino porque no se acordó de la respuesta: el Peje se vio senil en el debate.

Hoy es domingo de Feria de San Marcos, y camino por mi dotación de café a la Terraza Italiana[1] vi algo que me devuelve la fe en la humanidad: pasé por los alrededores de la Feria y el suelo estaba limpio, no vi papeles no cajetillas de cigarros, botes de cerveza ni botellas de vino. Felicito a los Servicios de Limpia de nuestro Municipio: si nuestra ciudad amanece sin basura después de una noche de juerga, yo creo que puede competir con esas odiosas ciudades holandesas que salen en las postales con sus calles relucientes, porque allá compiten con ventaja ya que no tienen Feria de San Marcos.

[1] Insersión no pagada: me deben al menos un descuento para la siguiente ocasión.


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