La mayoría de los mexicanos pone cara de What? cuando alguien les habla en inglés. No únicamente entre las personas que no asistieron a la universidad, sino entre profesionistas, principalmente en áreas de humanidades, administración o leyes, es notoria la ignorancia de este idioma. Oficialmente las universidades están haciendo esfuerzos por exigir a sus alumnos que dominen este idioma, sin muchos resultados a la fecha. Oficialmente el inglés se estudia desde la primaria, y es como si estudiáramos chino: sencillamente no lo sabemos. La mayoría de los mexicanos es como la mayoría de los norteamericanos: no conoce otra lengua que la suya propia; la desventaja para nosotros, mexicanos, es que nadie tiene que hablarnos en nuestro idioma, y los norteamericanos, en cambio, usan la lengua que mueve al mundo en los negocios, en la ciencia, en la tecnología, en la industria y para acabar pronto, en todas partes.

No es cuestión de discutir si eso está bien o mal, si el español o cualquier otro idioma tiene el mismo derecho del inglés a ser conocido en todo el mundo: el hecho simple es que el inglés es “lingua franca” para lo que usted quiera, y en donde usted quiera. En los aeropuertos internacionales de cualquier ciudad, se habla inglés más la lengua local. En las revistas internacionales especializadas, la mayoría de los artículos están en inglés. Una buena parte de las universidades más prestigiadas del mundo están en países de habla inglesa. Si quiere usted comprar una coca-cola en China, pídala en inglés. Si quiere saber cómo llegar a la torre Eiffel en París, pregúntelo en francés porque a los franceses no les gusta que les hablen en inglés. Pero con esta sola excepción, en cualquier parte en donde usted vaya, el inglés es el ábrete sésamo de la comunicación.

Para los que no salimos de México muy seguido, también el inglés nos sirve. Hace unos meses yo quise tener la obra completa de Borges en mi biblioteca, y la busqué en los sitios de las librerías más conocidas de México: Gandhi, Librería del Sótano, etc. Resultó que solamente estaban disponibles 2 de los 4 tomos que utilizó Emecé Editores para publicar al maestro. Busqué los que me faltaban en algunas otras librerías semejantes, sin éxito, hasta que me fastidié, fui a www.amazon.com, y adivine usted, ahí los encontré. Estaban anunciados como libros de segunda mano, pero llegaron envueltos, sin marcas, como si estuvieran nuevos. ¿En qué idioma está ese sitio? En inglés. Lo mismo Barnes & Noble y la mayoría de los sitios que existen en internet, tienen al menos una versión en inglés.

El mundo se está convirtiendo cada vez más en lo que el comunicólogo Marshall McLuhan llamó “global village”, aldea global, en español. Esta transformación es gracias al internet. Si usted está dado de alta en facebook o en cualquiera de esos sitios, podrá entrar en contacto con franceses, australianos, chinos, rusos, españoles, etc. El mundo entero está para que usted se acerque a él, siempre y cuando maneje el inglés. Si usted es hombre, ¿cree que esa hermosa belleza sueca conocerá el español? Siga soñando. Si usted es mujer, ¿cree que Brad Pitt conoce el español tanto como se muestra en la película Babel? Siga soñando. (Tip para mujeres ya no tan jóvenes: Viggo Mortensen sí habla español).

El internet no es nada más para la comunicación interpersonal, también es para los negocios. Imaginemos que usted produce alguna fruta, de esas hermosas y sabrosas que tiene en abundancia nuestro país. Acaba de regresar algún amigo de Europa y le cuenta que no hay jugo de naranja y que las frutas solamente se conocen congeladas, y en fotografía, en esta época del año. A usted se le ocurre que ya que las fresas en invierno son desconocidas en Europa, estaría bien exportar nuestra producción para allá. ¿Cuál idioma tendrá usted que usar? ¿Francés, alemán o ruso? No, basta con el inglés.

Puedo llenar páginas y páginas de ejemplos en donde se ve la conveniencia de hablar inglés. El último que le voy a mencionar es el de conseguir empleo: poco a poco, a los candidatos a un trabajo se les está exigiendo que cuando menos puedan leer inglés, y con el tiempo, la exigencia será más fuerte. Si usted piensa que ya está muy viejo para andar en esos trotes, entonces el comentario será importante para sus hijos.

Yo conté nada más con dos buenos profesores de inglés en primaria y secundaria: Hugo Rivera y el “teacher” Alfredo Moreno. En la preparatoria del IACT nos daba clases una maestra a la que no respetábamos y que no nos enseñó nada. Hasta esa edad casi todo mundo es feliz, así que no pasó nada; pero hete aquí que llego a la universidad y me encuentro con que la mayoría de mis libros de texto estaban en inglés sin traducción al español. ¿Qué hacer? Compré el Calculus de Michael Spivak y empecé a leerlo, escribiendo con lápiz encima del texto impreso la traducción de las palabras que no entendía. Al principio eran casi tantas las palabras desconocidas como las ya sabidas, pero a medida que avanzaba ya eran amigas mías las palabras que una vez fueron nuevas, y al final pude leer de corrido.

¿Esto indica que yo soy muy inteligente, porque pude estudiar simultáneamente un libro de matemáticas y el inglés? No. Lo que indica es que el inglés es una lengua muy sencilla y no hay que batallar con la estructura, sino nada más con el vocabulario, que claro que hay que aprenderlo, pero esto sucedería inclusive con lenguas semejantes al español como francés y portugués. La estructura del inglés es mucho más simple que la del español. Por ejemplo, los artículos el, la, lo, los, las, se traducen todos por “the”. El artículo indeterminado un, uno, una es “a”, y no existe traducción para el plural unos y unas. No existen las diferencias de género en los sustantivos en inglés: en español “lápiz” es masculino y “pluma” es femenino. Se traducen en “pencil” y “pen”, y no hay que preocuparse si son masculino, femenino o neutro.

El inglés también es fácil de aprender porque tiene una enorme cantidad de palabras que son de pocas letras; los mismos norteamericanos hacen bromas cuando alguien saca a relucir una palabra grande, como “juxtaposition”; elegí esta palabra a propósito, porque aunque usted nunca la haya visto antes, efectivamente significa yuxtaposición. Ahora bien, si tampoco la conoce en español, ni cómo ayudarle…

El caso que cité no es una palabra aislada que se parece mucho a su traducción al español. Resulta que Inglaterra fue conquistada por los romanos desde los tiempos de Julio César, y los conquistadores llevaron su idioma latín, sus costumbres y su civilización a las tribus sajonas y celtas que vivían entonces ahí. Les dejaron una infinidad de obras de ingeniería, como los caminos de piedra, y muchas obras de arte que todavía se están desenterrando. Y también les dejaron su huella en el idioma: hay una enorme cantidad de palabras en inglés que se derivan del latín: formula, receive, prototype, appearance, distribution, comedy, drama, patrol, valley, etc. Estoy seguro que aunque usted crea que no sabe inglés, sin embargo sí pudo conocer el significado de estas palabras.

Lo más sencillo del inglés, en comparación con el español, es la estructura de verbos: el español es enormemente más complejo, con 19 combinaciones de tiempos y modos. En inglés existen nada más presente y antepresente (estudio, he estudiado: I study, I have studied), pretérito y antepretérito (estudié, hube estudiado, I studied, I had studied), futuro (estudiaré, I will study), y condicional (estudiaría, I would study). Todos los demás tiempos y modos del español, como el copretérito, el subjuntivo y sus tiempos, etc., no existen en inglés. Para que se anime, tomemos el futuro: estudiaré, estudiarás, estudiará, etc. En inglés siempre es pronombre + will + study. Olvídese de quién estudiará, todo es “will study”. Asombrosamente simple, y asombroso que poetas como Shakespeare pudieran escribir versos hermosos como casi ningún poeta en ningún idioma haya podido escribir, con un idioma tan simple en su estructura con el inglés.

Para estudiarlo, lo único que necesita es decisión. No es aceptable la excusa de edad, ni de sexo, ni de pertenencia a algún partido político, ni religión, ni telenovelas, ni futbol: usted tiene que saber inglés, decídase ya porque es muy sencillo y porque el tiempo trabaja en su contra. Puede recurrir a tres métodos que yo le sugiero. Si usted ya conoce un poco ese idioma, cómprese Time o Newsweek en su versión inglesa, y traduzca algún artículo pequeño, así como yo le hice como mi libro de cálculo. Hágase el propósito de leer un artículo al menos cada semana, y dentro de un año me escribe a mi dirección para agradecerme el consejo y para que yo le envíe mi recibo de honorarios. Si usted no sabe prácticamente nada, hay dos variantes buenas. La más sencilla es que se inscriba en alguno de los muchos cursos de inglés que se ofrecen en nuestra ciudad. Si le parece caro, o no tiene mucho tiempo, vaya a alguna de las tiendas grandes que están por el norte y cómprese Instant Inmersion, un método diseñado para que uno pueda aprender por sí mismo. Le costará algo así como 300 pesos, y serán la mejor inversión que pueda hacer en usted y en su familia durante mucho tiempo.

jlgs, 21.1.2011